El Ingeniero Tomás Gonzalez, Patiño, asiduo colaborador de esta revista acaba de publicar una obra bajo el título “El Seminarista que Colgó los Hábitos”, dice el autor sobre su obra que tuvo “…su inspiración en el panorama observado desde mi ventana hacia el vasto paisaje de la Biblia, motivo inicial que liberó en mí, el viejo deseo de escribir…”

Indica además que él contenido de su libro es exclusivamente producto de su imaginación. Que en ningún momento ha deseado alterar lo enseñado por aquel Hombre de Nazaret. Por tanto, sus “…interpretaciones deben ser consideradas solamente como eso y en ningún momento como verdades absolutas.”

La obra trata de un turista venezolano que visitando la ciudad italiana de Arezzo. Por accidente sufrido en una de aquellas calles medievales, se ve repentinamente dentro de una librería. Allí encuentra un libro, único escrito en el idioma Castellano, que narra las experiencias de un joven durante su vida de seminarista y la que, después de abandonar el seminario, experimenta en su vida seglar

Sobre dicho libro, escribe Evencio J. González Patiño lo siguiente:

““De tal palo tal astilla” Sólo de la mente de un hombre noble, culto y bueno puede salir una creación literaria como el cuento que nos presenta hoy Tomás De Aquino González Patiño.

En “El Seminarista que Colgó los Hábitos” su autor, logró la conjunción perfecta entre lo terrenal y lo divino, ambos expresados en exquisita prosa y con un diestro manejo de la sencillez. Como todo cuento, está dirigido a la recreación y a dejar algunas lecciones para el mejor vivir. En éste, se cumplen con creces ambas condiciones. Se abordan los más complicados temas con suma naturalidad y franqueza, haciendo muy amena su lectura. Además, no se conforma con dejar una simple moraleja, como es común en este tipo de género, en nuestro caso, el lector podrá extraer importantes y variadas enseñanzas, las cuales pudieran ampliar su horizonte de vida.

En este interesante relato, su autor destila sin proponérselo, algunos aspectos autobiográficos. No tanto en los quehaceres de sus personajes, sino en sus creencias y razonamientos En cada palabra se refleja la bonhomía contenida en su alma y en cada reflexión su profundo dominio sobre los delicados y complejos temas de carácter existencial.

Francisco, quien es el eje sobre el cual gira casi toda la trama del cuento, no resulta por ello su principal figura. En medio de la narrativa, sorpresivamente surge alguien de ignota procedencia, quien, por su descollante sabiduría y sus acertadas reflexiones, logra cautivar la atención del lector y se convierte en su personaje principal.

Esta historia nos invita a recorrer las vetustas calles de un pueblo de la Europa milenaria, en el cual, como consecuencia de un hecho fortuito, se produce el gran descubrimiento surgido casi de la nada, tal como suele ocurrir con frecuencia, en donde menos se espera duerme un tesoro, un objeto sentenciado al desecho, aquello carente de todo valor, resulta la fuente de esta maravillosa y apasionante historia.

Podremos también en ella, viajar en el tiempo a un pasado y a parajes más cercanos. Donde, acompañando en sus trajines al protagonista, nos recrearemos con las semblanzas y costumbres de tan bella época. Es allí, en ese bucólico ambiente, donde se cumple la más sublime y fascinante experiencia que persona alguna pueda y quisiera vivir.

Es difícil opinar sobre la obra de un hermano sin faltar a la objetividad. Sin embargo, confieso que siempre he sido un gran admirador de Tomás, por sus firmes convicciones cristianas y su forma de vivir conforme a ellas. Ahora al leer este cuento, descubro nuevos motivos para mi admiración, sus dotes literarios me tienen gratamente impresionado. Me maravilla su maestría para escudriñar en las profundidades del conocimiento teológico y la sabia utilización que hace de ellos. Algún extraño designio debió orientar a nuestros padres al momento de asignarle su nombre, al hacerlo en invocación del insigne teólogo y filósofo Tomas d` Aquino quien es considerado el principal representante de la enseñanza escolástica.

Amigo lector, las páginas de este hermoso cuento están abiertas para ofrecerte un sano entretenimiento, su motivación no es alentar polémica alguna. En él, se deja a criterio de cada quien, la posibilidad de sacar sus propias deducciones. Espero lo disfrutes tanto como yo lo hice.”

El autor, con humildad pide “que, si alguien tiene la generosidad y la paciencia de leer su contenido, sea tolerante al criticarlo, tanto en el fondo como en la forma, pues debe contener flaquezas que son propias de un dilettante en materia literaria.

Felicitamos al autor por esta maravillosa obra, y por deleitarnos nuevamente con su extraordinaria imaginación.

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