Autor: Edecio R. Riera M.
Esta niña ya contaba con nueve años de edad y cursaba tercer grado en la Escuela Nacional “Simón Planas” de San Francisco. Desde su nacimiento siempre fue muy sana, no tuvo ninguna enfermedad grave a excepción de gripe o pequeñas fiebres; sin mayor inconveniente. Se destacó como una excelente estudiante, sus notas fueron en todo momento sobresalientes. Muy participativa, no mostraba miedo escénico, preguntaba mucho y a cualquier duda sobre algún tema específico. Su actuación se caracterizó por exteriorizar una actitud para inquirir como complementariedad un conocimiento que no tenía muy claro o lo consideraba ambiguo.
Ella nació un dos del mes de febrero, día de la Virgen de Candelaria, sus padres decidieron ponerle ese nombre, por ese hecho tan significativo. Sus compañeros de clases la llamaban “Canducha”, un apodo que no pudo quitarse y a lo mejor respondía a esa forma de expresarle el afecto y cariño que sentían por ella: su forma de ser, su liderazgo ganado en el aula, su popularidad, el compañerismo y la solidaridad con sus compañeros de estudio. Pero también fue muy rebelde ante las injusticias, incluyendo a las que consideraba de sus padres.
Destàcose con muchos méritos en las actuaciones de los viernes cívicos, de igual modo en las diversas actividades culturales que se realizaban en la escuela: cantaba, recitaba y bailaba. A parte de esas actividades, colaboraba muchísimo con los docentes al organizar las carteleras y la elaboración de cualquier tipo de manualidades. Los docentes en forma constante le manifestaban que ella debía ser una maestra, pues bien, ellos percibían que poseía muchas cualidades suficientes para llegar a ser una excelente educadora.
Una madrugada comenzó a llorar con gritos muy altos, sus padres se levantaron para ver que le pasaba. La atendieron y observaron que tenía un fuerte dolor abdominal. Su madre corrió para hacerle una infusión con algunas plantas medicinales: Hormiguera, hierbabuena y Malojillo
Se tomó la bebida y pasado un tiempo prudencial, notaron que le volvió el dolor con mucha intensidad. Estaba amaneciendo, el padre se trasladó hasta el dispensario con el objeto de buscar al médico. Hubo que esperar un buen lapso de tiempo, porque estaba dormido, él le contó que problema manifestaba su hija. El galeno incluyó entre las cosas que llevaría: una jeringa y unos calmantes para inyectarla.
El diagnóstico fue una Apendicitis, hay que llevarla a Carora para que sea intervenida en forma inmediata. La ambulancia amaneció en el Hospital San Antonio de esa ciudad. Voy a llamar al conductor para que se venga lo más rápido que pueda y se efectúe el traslado. ¿Sí hay en el pueblo un auto para moverla sería lo ideal? _Preguntó el doctor. Ganaríamos un buen tiempo precioso. _Acotó el médico del pueblo.
De los cuatro carros que hay aquí, dos están accidentados y dos salieron en la mañana para la capital del Distrito Torres_ Apuntó un vecino. No hay otra alternativa que esperar la ambulancia, pero se va a tardar bastante _Prosigue el médico. Otro vecino comentó. Con una Parihuela la podemos llevar y adelantaremos un poco, tal vez nos encuentre ese carro de trasladar enfermos. Esa es una opción muy lenta pero viable. Si no hay otra forma, esa será la mejor idea del transporte, pero lo que no queremos es una Peritonitis, porque esto sí es grave, ya que se puede contaminar y eso puede complicar las cosas. Es por ello que necesario es que se traslade lo más rápido posible por el bien de esa criatura. _Concluyó el especialista de la medicina.
Decidieron preparar la Parihuela con una varilla y una hamaca. Formaron tres equipos de dos personas para hacer la travesía. Es importante destacar que ese viaje se realizaría caminando y por más que se vaya corriendo, de San Francisco a Carora, son más de 30 kilómetros.
Bueno, ya tenemos a dos personas que nos esperan en la Rosalía. Nosotros dos la llevaremos desde aquí. En el Zuzucal, la toman otros dos compañeros y así la llevaremos hasta ahí, luego hasta la Candelaria y así iremos cambiando de las personas que nos ayudarán; con el fin de que no nos cansemos demasiado. Pero el problema se puede presentarse, si la ambulancia se viene por la vía de Muñoz._ Argumentó el padre de la niña. Hay que tener fe, todo va a salir bien, en el nombre de Dios. Dijo otro vecino.
Mientras se preparaba el traslado con la Parihuela y se ubicaban a otros dos amigos que faltaban y que estuvieran dispuestos a colaborar con la niña y con sus familiares, para movilizarla.
Este traslado, de esa manera fue una excelente idea de organizar ese periplo hasta la ciudad de Carora. Es muy similar a una carrera de relevo, una competencia de atletismo donde a cada distancia establecida, se entrega el testigo y la competencia prosigue. En este caso se va cambiando a los que la llevarán y así se descansa un poco, luego, los que entregan primero, se deben adelantar hasta otro sitio. De ese modo se llega a la meta. _Comentaba el Prof. De Educación Física.
No muy lejano de la residencia de Canducha que estaba quebrantada de salud, se oyó el sonido de una sirena. Todos exclamaron._ ¡Es la ambulancia!
Preparen la niña mientras pongo gasolina. Dijo el conductor. En pocos minutos se hizo el arreglo y se realizó el traslado. El especialista de la medicina iba como acompañante, además de su madre y otro familiar.
Después que fue acomodada la paciente en una camilla especial, se le colocó oxígeno y un calmante, ya que se quejaba y lloraba mucho. El Dr. Se sentó a su lado para ir observando a cada instante su cuadro clínico. El conductor arrancó a toda velocidad, encendió las luces y prendió la sirena. En pocos minutos desapareció de la vista de los familiares y amigos que desde muy temprano permanecían en la residencia de la familia. Cuando todos los vecinos optaron por retirarse. Unos pidieron a Dios que la ayudara en el camino, otros que sea un éxito esa intervención quirúrgica. Que llegara bien al hospital y se recuperara lo más pronto.
Prácticamente ya se habían retirado casi todos los presentes. Un primo hermano y compañero de estudios que permanecía en el hogar de la familia. Preguntó._ ¿Qué es esto? ¡Quien echó esto aquí? Se dirigió a la tía María que ya estaba preparada en su mesa de trabajo, para preguntarle y en ese preciso momento se le cayó una hoja de jojoto que usaba para envolver el chimó y al bajar la mirada al piso, también vio que todo el piso estaba lleno de hollín. Llamó a otros de los familiares para preguntar ¡Quien había echado eso por toda la casa. Dijo la tía María.
Toda el área de la vivienda estaba diseminada de hollín. Fue como si hubiese caído una llovizna de ese carbón por todas partes. Lo curioso del asunto fue que se podía observar como si alguien lo hubiere pasado por un cedazo o tamiz. Nadie sabía nada.
Todos sorprendidos, cómo fue esparcido es humo negro. La tía María, se fue a un cuarto pequeño de la casa. Donde estaban muchas imágenes de santos y vírgenes, la Cruz de Mayo entre otros. Encendió una vela, extendió los brazos hacia adelante en actitud o posición de pedir o recibir algo. Permaneció en silencio por un instante, Luego de ese ritual, volvió a su mesa de trabajo, en donde envolvía con hojas de jojotos el chimó que ella preparaba de modo artesanal.
Tía María quedó sorprendida porque dos de los niños, primos hermanos de la niña enferma, llegaron de nuevo a su casa para hacerle entrega de una moneda de 0,25 céntimos de bolívar que ellos tomaron de la mesa sin ninguna autorización. Fue algo indebido, haber hecho eso. Los primitos pidieron disculpas a la tía, le sugirieron que los perdonara, porque su mamá les dijo: Así como tomaron esa moneda de la mesa, la fueran a entregar, pues, eso es muy malo lo que han hecho y sí se les deja pasar, se acostumbran a obrar mal.
¡No hombre! Eso es nada, no vale nada. Ni siquiera yo sabía que estaba ahí. _Continuó la señora María. ¡No tómela!, porque nos van a volver a pegar._ Agregaron los niños. Bueno, póngala en la mesa, yo tengo las manos llenas de chimó. Pero no vuelvan a hacer eso. Recuerden ustedes que hurtar es malo y bien feo. Es mucho mejor pedir, si se necesita algo, pídanlo y mañana vengan en la tarde, hoy estoy muy ocupada. Les voy a dar una charla orientadora sobre ese tema, los espero. _Replicó la tía.
Los primitos, habían sido blanco de un buen regaño, con palabras bastantes fuertes y altisonantes, reprimidos por la madre con cuatro chancletazos a cada uno, tanto por las piernas como por los glúteos. Cuando llegue su papá, él lo va a saber, es más prepárense porque él también los va a castigar. Eso no se hace, agarrar un bien que no les pertenece. Así se acostumbran, se convierte en hábito_ Agregó la mamá de los niños.
Un poco antes de la cinco de la tarde regresó de Carora el padre de los niños, inmediatamente fue informado de lo sucedido. Él se molestó mucho, llamó a los hermanitos a un cuarto, tomó una correa y a cada uno le dio cinco correazos; con mucha fuerza. Preguntó ¿Van a volver a hacer eso? ¿A ustedes se les ha aconsejado lo suficiente y se les ha dicho que robar o hurtar es un pecado. Así lo dice la Biblia en uno de sus mandamientos._ El padre seguía interrogando. ¿Lo van a volver a hacer? _ ¡Nooooo! Contestaron al unísono. Me hacen el favor y van a llevar ese (medio), pidan perdón para que les dé pena. _Agregó el papá.
Los niños entre sollozos le dijeron que ya habían ido a entregar esa moneda. Se van a bañar y luego a dormir. Esto es un castigo por esa mala conducta. ¡No los quiero ver por aquí! ¿Entendido? _Entendido papaíto respondieron los niños.
Pero tenemos que ir a la misa de Candelaria _Agregaron. ¿Cuál misa? ¿Qué pasó? _ Replicó el padre. Se la llevaron pá Carora, está enferma. _Continuaron los niños. Pero. ¿Con quién van? Con mi tía Marcelina, Rosa y los demás muchachos. En la iglesia van a pedir perdón a Dios, por esa falta grave. _Concluyó el padre de los primitos.
La misa se efectuó y todos sus compañeros de clases colmaron la iglesia, también asistieron muchos adultos, padres y representantes.
El día siguiente el médico informó que la operación fue todo un éxito, que había salido bien y que estaba recuperándose muy rápido.
Cinco días después de ese gran trauma regresó Canducha a su hogar. Las visitas no se hicieron esperar y en especial las de sus compañeritos de clases.
DE CUENTOS DE MI COMARCA SAN FRANCISCO Nº9.