Autor: Edecio R. Riera M.
Cuantos personajes que han alcanzado logros a través de una escalada continuada y persistente; una posición encumbrada en la cúspide de la fama: unos por sí solos, otros ayudados por la mano amiga. Los que se han mantenido en el vértice de la pirámide, y permanecen en la parte superior, es porque el optimismo es parte de sus vidas: la perseverancia, el esfuerzo denodado, el empeño manifiesto y el pensamiento puesto como una meta a lograr en lo que se han propuesto. Estos personajes nunca descienden, en su lugar y después de cambiar del plano terrenal, continúan con un ritmo ascendente y empinado, porque siempre creyeron en esa idea, la mantuvieron, no desmayaron y sí por alguna circunstancia confrontaban algún desequilibrio, trastabillaban o por un desánimo sufrieron una caída estrepitosa; sacaban fuerzas, se levantaban, se reponían y lograban conservar esos liderazgos muy altos y creíbles. No tenían duda de lo que hacían, ya que, todo era claro, preciso, directo y sin ambigüedades para que no dé lugar a inequívocos.
De igual modo se puede mencionar a otros que no se habían planteado objetivos ni metas precisas, sin embargo, y casi sin darse cuenta fueron construyendo un liderazgo importante; crearon una idea o propuesta con la finalidad de servir. No hicieron alarde de su creación, no se sintieron engreídos, ni prepotentes, no obstante, los que han dejado un legado, automáticamente se convierte en fundamental, en emblema, en un ícono, y que cada día que pasa cobra mayor importancia y es por eso: los que valoran, los que reconocen, los que de verdad aprecian y le dan un valor y sentido justo a las cosas en su alta dimensión. Toman las iniciativas, por cuanto, esa idea, es muy buena, y ya no le pertenece al autor, porque él se auto despoja, cede sus derechos y la sociedad los toma y los materializa, entonces, se hace colectivo, social e incluso traspasa fronteras y se vuelve universal. Por ese motivo continúa vivo, latente y se va esparciendo por doquier ese saber, ese hacer lleno de oportunidades para que sea aprovechado y puesto en práctica, se consolide y se expanda con el fin que se ha propuesto y como lámpara que irradie su luz, tenga continuidad en el tiempo, no deje de motivar a otros para que puedan hacer uso de esas creaciones a objeto de que sirvan con propiedad, se puedan mejorar, incrementar y que no se distorsionen y que vayan a favor de la sociedad.
Ese debe ser el objetivo esencial que se debe tener presente.
Son muchísimos los líderes que han tenido ese privilegio, que han ocupado un sitial de honor sin proponérselo. Sin dudas, El Gallo Pinto, es uno de esos tantos, que con orgullo y mucha satisfacción se puede contar en este municipio, como parte de ese regionalismo que caracteriza al caroreño, al tórrense como baluartes del acervo histórico y cultural, en la cual esta pequeña ciudad de un conglomerado de pobladores, que desde su fundación hasta estos días, ha tenido un importante desempeño en todos los quehaceres del conocimiento y tal vez, lo más fundamental es que han brillado con luz propia. En esa inmensa cantidad de ilustres personajes y que con esfuerzo propio se han destacado, y aún le siguen dando brillo a este terruño, debido a que, los que han tenido a bien haber producido una idea, un proyecto, una propuesta, o por medio de sus cualidades personales han conseguido un liderazgo que lo hace merecedor, de ser reconocido, valorado por su accionar, por su trabajo y por su empeño, es propicio denominarlos “Líderes indispensables”, referentes.
El Gallo Pinto, así fue bautizado por el cantautor del pueblo Alì Primera, no se equivocó en su apreciación, porque esa definición lo retrata tal cual fue. Se comentaba que donde él ponía el pico, pegaba su espuela. Don Pío Rafael Alvarado fue uno de esos líderes que se ganó el aprecio y consideración de todo un pueblo y por otra parte de muchos e importantes líderes que valoraron su trabajo.
En este contexto se puede mencionar en primer orden a Marco Aurelio Rojas, el Dr. Domingo Perera Riera, Dr. Juan Martínez Herrera, Argimiro González, Prof. Expedito Cortés, Pablo Álvarez Yepez, Neri Carvallo Barragán, Numa Rojas, Acacio Chacón, Rafael Meléndez, entre otras personalidades. Estas personas se habían propuesto edificar la Casa de la Cultura de Carora y gracias al Dr. Said Padua Coronel, le hizo entrega a los caroreños de este recinto cultural y el mismo fue inaugurado el 10 de octubre de 1965.
Es en la Feria Ganadera de Carora, en el mes de junio de ese mismo año donde Don Pío hace su primera presentación pública y en la inauguración de la Casa de la Cultura en el año 1968. Esta institución abre sus puertas con un evento artístico folclórico, donde fue presentado “El Viejo Roble de Guarigua”
El Tamunangue, los sones de negros, el juego del garrote, el golpe curarigûeño, del Tocuyo o larense, eran particularmente desconocidos esos términos y mucho más, la esencia del contenido y lo que significaría para el Estado Lara empoderarse en forma masiva de este género musical, de esta gama de elementos autóctonos y que más adelante lo identificaría. Es Don Pío el bastión de toda esta idea por la cual, una gran cantidad de grupos han surgido, se mantienen y continúan aportando. Otras agrupaciones contribuyen con sus versiones grabadas en difundirlas, y en todo caso, como un reconocimiento a esa excelente labor emprendida por el Viejo Roble de Curarigua, en pro de conservar y mantener el folclor como el mismo lo decía. Su voz, su prodigiosa voz, su singular vocalización: un magnífico trovador, un excelente tenorino, un contra tenor, como solían llamarlo otros.
Muy importante su potente y clara voz, no obstante, su obra decía Alì Primera: “Qué nadie permita que la canción de Don Pío descanse, que la canción siga caminando por la vida, porque falta mucho por andar y Pío anda con nosotros”. Mario Álvarez, al referirse al Viejo Roble. “Es el más grande golpero de todos los tiempos en el quehacer musical larense” También el Profesor Antonio Estévez lo definió como “El máximo exponente folclórico que nos queda del siglo pasado, siglo XX” De igual modo. El arquitecto Fruto Vivas, se suma y diseña una expresión poética para referirse al Roble de Curarigua. “Todos de pie al crepúsculo/ mientras Don pío afina su cuatro/ Hoy es un día distinto/ porque el Roble de Curarigua/ rompe el silencio/ y tocando su cuatro/ en Sol mayor entra a la eternidad/”.
Don Pío Rafael Alvarado fue un personaje de múltiples facetas, aparte de su desempeño desde joven como trabajador del campo, también se desempeñó como mensajero o cartero (correo ambulante), llevaba el correo de Curarigua a Carora y viceversa, también se dedicó al oficio como de agente de policía.
Casi desde niño comenzó a trabajar en las faenas del campo, pero al mismo tiempo incursionaba en el toque del cuatro y el cinco y como es lógico eso lo conllevaría a expresar las notas musicales con su potente y aguda voz. Lo admirable y significativo de este personaje, es que fue un ferviente defensor de lo nuestro, y lo demostró con creces, porque el fungía como maestro y lo demostraba en sus distintas actuaciones: como músico al tocar el cuatro y el cinco; al cantar los golpes y sones del Tamunangue. Componía, recitaba y participaba enseñando el juego del garrote. Era ejemplo de ello por su interacción en todas esas actividades y él lo hacía con ese interés y empeño, para que los demás aprendieran, se empoderaran de esos conocimientos ya que, eso era lo esencial, es más y sí ese objetivo se lograba, el acervo cultural no se perdería y se podía conservar y mantener
Él acertó con tino en todas las diversas expresiones folclóricas, porque su accionar fueron verdaderos talleres, transmitía los saberes con un fin específico, que fueran aprendidos y que perduraran en el tiempo. El pensaba muchísimo en eso. Fue su gran objetivo; construir una propuesta de grandes quilates que le sirvieran al estado Lara y al país. Una propuesta local, regional y nacional.
El estado Lara es una de esas entidades del país, que su acervo cultural es tan amplio y variado, más con los aportes del Roble de Curarigua, se amplía, se fortalece y lo proyecta…
El municipio Giménez con su cerámica y sus tejidos, Morán con El Golpe Tocuyano y La Acemita, Andrés Eloy Blanco y su dulcería criolla, Los Zaragoza y los cuentos del Caimán, Iribarren, con la música de Canela, el vals pasaje de los Torre alberos, la música de La Pequeña Mavare, y las coleadas de toros, Palavecino y Simón Planas; estos municipios con sus aportes propios, es posible que hayan tenido una ligera influencia de la música llanera, por su cercanía con Los Llanos venezolanos. Crespo con la música de mandolina, las cuquitas, Urdaneta aporta el famoso Cocuy de Penca y los quesos de cabra. Por su puesto, Torres con su gastronomía: La Tostada y el lomo prensado, la canción caroreña, las guitarras de Rodrigo y Alirio y su Leyenda del Diablo suelto.
Todos estos aspectos y elementos que cada municipio aporta, es sin duda una mínima contribución en resaltar y engrandecer al estado, como uno de los más ricos en esa variedad cultural en el que se puede contar con ese manojo o haz de una cultura ancestral que perdura en el tiempo y que lo reivindica como una comunidad que se enaltece por sus costumbres, por sus tradiciones y que con orgullo patrio se cultivan esos saberes a fin de que mantengan en la palestra y no desaparezcan.
El Gallo Pinto contó con innumerables amigos que coadyuvaron a que se pudieran materializar sus ideas. Amigos de verdad que sintieron esa necesidad de apoyarlo, de reconocer en él ese ser formidable, que a los 75 años estaba en plena faena con ese vigor, con ese empeño, lleno de vida. Fue considerado un cantor de una gran fuerza y mucha vitalidad y se cree que fue un caso muy singular, quizá único en su estilo y a esa edad era difícil conseguir otro con esas cualidades. El Dr. Juan Martínez Herrera, propulsor de toda una gama de actividades culturales y como asiento de toda esta actividad. La Casa de la Cultura de Carora, sirvió como el impulso que definitivamente llevó a el Gallo Pinto a posesionarse en el más alto sitial de la música autóctona de este estado y por eso el Dr. Martínez citado por Argimiro González, se refirió en estos términos: “Parecía sin duda alguna a uno de esos juglares de la época medieval”.
En el estado Lara, a pesar que este género musical ya se oía, pero no con esa fuerza, con esa intensidad como ahora. Se originó en El Tocuyo y Curarigua como los lugares de este estado que le dieron inicio a esa actividad. En los años cuarenta prácticamente no se conocía y es con la incorporación de Don Pío y Nicolás Pichardo, en esos años que se logra dar un primer impulso importante, sin embargo, no se había proyectado lo suficiente para conseguir ese empuje necesario que le permitiera en un tiempo no muy lejano, elevar al Golpe Larense, Los Sones del Tamunangue y con San Antonio como Patrón, este aspecto del folclor larense como patrimonio cultural de esta entidad, como los elementos, estandartes o íconos que lo representaría y al mismo tiempo lo identificaría.
Es en Carora que adquiere esa proyección, que le sirve de impulso y como plataforma de lanzamiento se logra llevar hasta lo más alto de la cumbre. Ya no es solamente en esta ciudad, sino en todo el estado que se comienza a construir un gran caudal de ideas, un gran bagaje, y una excelente oportunidad para difundir y promover todo este contenido espiritual como acervo cultural, que le daría vida, sentido y orgullo patrio, al poder contar con un bien cultural inmaterial, representativo, genuino y/o autóctono, el cual es extraído de las raíces de los antepasados de esa mezcla que aportaron los indígenas, los negros y los europeos. “El sincretismo perfecto”, como algunos intelectuales lo han llamado. Esa es nuestra herencia cultural.
Don Pío Alvarado, un personaje, analfabeta, que aparte de su voz prodigiosa, también hizo gala de una excelente memoria, porque todo ese aprendizaje que obtuvo, lo consiguió gracias a su retención memorística: las canciones para las serenatas, las décimas, los rosarios cantados, las rogativas, las salves a la Cruz de Mayo, los siete sones del Tamunangue, el tejido del garrote y el juego del mismo. Todo eso lo pudo compilar, reunir y le dio organicidad y lo fue llevando a la práctica para dejarnos ese legado cultural del cual disfrutamos hoy y que es reconocido como Patrimonio del Estado Lara.
A los setenta y cinco años de edad el Gallo Pinto, bautizado por el cantor del pueblo Alì Primera, en esa hermosa canción que le compuso como un homenaje y reconocimiento a su labor incansable por defender lo nuestro. No tenía donde vivir, pasar sus últimos años. Bueno, no tenía una casa donde pasar sus últimos días al lado de sus familiares más cercanos.
Por esas luchas que se emprendieron y en virtud de lo que significó Don Pío para la cultura larense y en general para el país, se logró que La Alcaldía de Torres le adjudicara una vivienda y se le dio su nombre a la avenida y a esa urbanización que se conocía como Casas de Madera.
La despedida que le brindó el pueblo caroreño y muchísimas personalidades y amigos que vinieron de diferentes lugares del país para rendirle tributo, manifestarle su admiración y a darle su último adiós. Fue en realidad un acto de mucha importancia, en primer lugar por la masiva concurrencia; que un hombre con esa, su gran humildad fuera capaz y pudo convocar a ese enorme gentío. En segundo lugar era el reconocimiento a su obra, a su liderazgo, la valoración a ese legado que dejaba y por último, esa presencia significaba adquirir un compromiso para que su obra continúe, se mantenga, se expanda y a la vez que las nuevas generaciones puedan valorarlo. Es lo fundamental porque, cada vez que surjan nuevas agrupaciones que han tomado esa iniciativa. Es lo que él manifestaba. Para expresarlo con Alì Primera. “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”
Pensando en todas estas circunstancias, el cantor del pueblo le organizó un acto como un homenaje muy significativo a fin de recabarle algunos fondos con la idea de construirle un Mausoleo, ya que el Viejo Roble de Curarigua se merecía eso y mucho más. Llamó al caroreño y el pueblo no le falló. El estadiun Antonio Herrera Gutiérrez se llenó y muchas agrupaciones que acompañaron al cantor del pueblo, mostraron su solidaridad y reconocimiento con su participación. Ese día Alì manifestó que se sentía un poco mal de la garganta, sin embargo, la primera canción que interpretó fue El Gallo Pinto, pero aparte de esa fueron muchísimas más.
En esta actividad hubo una extraordinaria representación de agrupaciones culturales, del municipio como de la región y nacionales. Por este municipio participaron entre otros: El Grupo Brecha, El Grupo Sol Naciente, El Grupo de Don Pío, Martín Camacho, a nivel regional lo hizo: Carota Ñema y Tajá, Julio Escalona, Los Golperos del Tocuyo, El Gordo Páez, El Grupo Araucara, Benjamín Terán, (Carlos Ricardo Cisterna, Goyito Yèpez, Ciro Anzola y Nepsi Beatriz). Este, un grupo de declamación. A nivel nacional participaron: Los Guaraguaos, El Grupo Ahora, Cheo Hurtado, y Alì Primera, entre muchísimas agrupaciones.
CUENTOS PARA LA HISTORIA Nro. 9.- EL GALLO PINTO