Autor: Edecio R. Riera M.
El jornal rutinario del campo es un caudal de musicalidad, el ordeño de las cabras y vacas tienen su propio sonido. La siembra de cualquier rubro produce ruidos característicos. La tala y la quema para la preparación de los terrenos, tienen en sí mismo su sonoridad, el corte del monte con el hacha y el machete; adquiere otros timbres metálicos al percutir con la madera de un árbol de mucha dureza o alguna piedra. La brisa al mismo tiempo contribuye en producir sus particulares efectos al chocar contra las ramas de los árboles y otros objetos. Del mismo modo la lluvia y la corriente de quebradas y ríos, se suman a esta gama cadenciosa de tonalidades múltiples. Como acompañantes de ese conjunto de timbres, el campesino suele producir otros, usando el silbido al estar en plena jornada o canturrea una tonada para ordeñar sus animales. Muy cercano el trinar de algunos pájaros y el chillido monótono de las chicharras, complementan la orquestación natural y espontánea, que se han compilado en todos esos ruidos para hacer música.
Si se toma literalmente la definición de música, se dice que es la combinación de diversos sonidos agradables al oído. ¿Se podrá predecir con sentido común que una persona pueda ser capaz de compilar, reunir y valorar un conjunto de distintos sonidos? ¿Qué esos sonidos los utilice para crear una joya melódica, que contenga la armonía sonora y que con cualidad de intelecto produzca cadencia y ritmo? Todo es posible, todo lo que se proponga hacer el ser humano; tiene la posibilidad de lograrlo. Se puede alcanzar si para ello ha puesto todo su empeño, su espíritu, su pensamiento en ese objetivo, el cual lo visualiza, piensa en eso a cada instante, lo sueña, en fin es la meta que se ha propuesto y por ello lucha sin descanso.
Antonio Navarro Cohìl, fue un humilde campesino que nació y se desarrolló concretamente en Baragua, municipio Urdaneta, en los límites de Torres con dicho municipio. Desde niño comenzó a trabajar la faena del campo, todos los oficios que se realizaban en el área rural. Él los ejecutó a cabalidad: cargar agua en recipientes, llevados en las manos como en la cabeza. Cortar y llevar la leña a su casa, pilar y moler el maíz. Llevar la vianda a su padre en el lugar de trabajo. Ordeñar las cabras y las vacas. Sembrar, limpiar y cosechar la siembra.
Abrir los hoyos para clavar los estantillos y botalones para construir los cercados con alambre de púas. Hacer estanques a pico y pala para almacenar agua. Atender los animales domésticos en el cuido y en la comida. Hacer el queso. Cocinar. En fin una gran cantidad de oficios que el campesino realiza para poder subsistir, en el caso de las más duras y difíciles dificultades.
El amigo Antonio Navarro Cohìl, de origen judío, fundó su familia en ese lugar, tuvo cuatro hijos y estando muy pequeños, se traslada a Carora, ya que, su esposa era de esta ciudad y estaba confrontando una enfermedad y eso lo obligó a cambiar de residencia y deja a su lugar de nacimiento por esa circunstancia y porque en ese lugar no habían médicos, ni asistencia social y se le hacía muy cuesta arriba conseguir un medicamento, y no se diga del transporte, eran caminos de recua. Se residencia en la calle José Luis Andrade, en una casita que le consiguió en alquiler su compadre Carlos Ollarves y porque iba a estar muy cerca de una hermana de su esposa, como apoyo en esos momentos difíciles.
Ya residenciado en Carora, continúa trabajando en el campo y semanalmente regresaba. Su esposa había sido atendida por los médicos del Hospital San Antonio y con los cuidados que le proporcionaban la hermana y la esposa del señor Ollarves, no fue suficiente. Al poco tiempo su señora se descompensa totalmente y fallece. Sus hijos quedan al cuidado de esa tía y continúa trabajando en las montañas del estado Falcón, no sabía hacer más nada que los oficios que se hacen en el área rural.
Esta situación le crea una gran confusión y una gran incertidumbre. Los cuatro niños que habían sido el producto de ese matrimonio, quedaron muy pequeños. No sabía que hacer, que decidir. Ahora viudo y con cuatro niños pequeños, prácticamente sin trabajo y sin bienes importantes que ofrecer y ponerlos a la venta. El propósito era conseguir unos recursos que le sirvieran para su manutención de su familia, opta por quedarse en Carora.
De la casa donde habitaba, no quiso saber más nada de ella, tal vez por razones obvias. Decide buscar otra vivienda y se establece en el Barrio Torrellas. Sus amigos más cercanos comentaban; que se propuso someterse a una encerrona y posteriormente él la corroboró. Estuvo tres largos meses sin saber del mundo exterior, tres meses encerrado con sus niños pequeños. El mismo los atendía, e hizo de madre y padre a la vez. Ese tiempo lo aprovechó para reflexionar. ¿Qué iba a hacer ahora? Comenzó a caminar por la ciudad en busca de un trabajo y que si lo conseguía, tenía que ser en Carora. Constantemente se hacía esa pregunta, ya que sus niños estaban solos en la casa. Comenta que sólo se le ofrecía (pequeñas marañas) Caletear bultos y objetos de algunos transportes y de las casas de comercio. Efectuar la limpieza de algunos solares, pintar alguna casa entre otras. Cuenta que eso lo estuvo haciendo por un buen tiempo.
Su reflexión era muy importante. Se armó de mucho valor y optimismo y con una actitud positiva, continuó indagando. Preguntàbase así mismo ¿Qué iba a ser de él? Eso no era suficiente para levantar a esos niños. Su propuesta significaba hacer algo de mayor envergadura, pero no se lo comentaba a nadie. Tenía y debía hacer algo urgente, puesto que, lo poco que recibió por la venta de una pequeña huerta, su casa de bahareque y algunos chivos, ya se le estaban agotando esos recursos.
Transitando por la zona comercial de Carora, donde se le ofrecían algunos tiritos (trabajo a destajo) y de regreso a su lugar de habitación; pasó por el frente de un negocio de quincallas, ubicado en la esquina de la calle Monagas con calle Bolívar, en la misma edificación donde estuvo establecido el famoso Bar La Francia, Este negocio siempre estuvo atendido por su dueño el señor Clarencio, un cultor, excelente ejecutante de la Mandolina y el cuatro. En los momentos que no tenía clientes, solía tocar algunas piezas instrumentales de música venezolana con su mandolina y muchas veces coincidían que amigos que tocaban el cuatro le acompañaban. Ese lugar se convirtió en un sitio emblemático, pues bien, casi todos los días se podía oír buena música venezolana en vivo. Siempre fue un evento muy espontáneo y los transeúntes, se detenían para escuchar y apreciar las piezas que los señores músicos interpretaban.
El señor Navarro de regreso de la zona comercial, también se detuvo y oye las piezas que estaban tocando, al parecer eso le llamó poderosamente la atención, logró mantenerse hasta que el Cuatrista se despidió. Todos los demás hicieron lo mismo y quedó solamente él, con el dueño del negocio. Lo saluda y se presenta. Le sugiere que le dé prestado el cuatro. El señor Clarencio le pregunta ¿Usted toca el cuatro?_ El responde_ Que no, que no sabe. Extrae debajo del brazo el periódico “El Impulso”, que había comprado para ver en los avisos si estaban ofertando algún trabajo. Abre la página central y con un lápiz de grafito copia la tapa trasera; le da la vuelta y traza la tapa delantera, el diapasón, la cabeza, los trastes, el puente, la cejuela y las tapas laterales (aros). El dueño de la quincalla que lo está observando con mucho interés, por cuanto, mostraba una gran atención a la parte de adentro. Quería tener una idea clara y precisa de cómo se había pegado. Cuando concluyó de realizar el trazado, le entregó el instrumento y le dio las gracias. La curiosidad no pudo esperar y preguntó: ¿Eso es para qué? ¿Qué va a hacer con eso? Antonio respondió_ Voy a fabricar cuatros _De nuevo el señor Clarencio pregunta: ¿Usted sabe hacer cuatros? Responde en forma tajante. ¡No sé, pero voy a construir cuatros! El señor de la quincalla estaba organizando su mercancía para cerrar, ya eran las cinco de la tarde. El señor Antonio Navarro se despide y de nuevo vuelve a dar las gracias.
Este amigo era muy escéptico, místico, callado, muy poco comunicativo. Emprende el regreso rumbo a su hogar, donde le esperaban sus pequeñas crías. Era una constante la conversación consigo mismo; _ Comentaba_ Que se iba a disponer hacer realidad esa idea de la construcción de cuatros_
Es posible que él guardara en su recuerdo haber visto u observado trabajar a algunos carpinteros que fabricaban estos instrumentos, porque en su lugar de origen, el oficio del carpintero estaba bastante desarrollado. Él adquirió algunas herramientas mínimas que se las trajo consigo cuando se residenció en Carora: Un serrucho, un cepillo, un berbiquí, una escofina, una escuadra, entre otras herramientas.
Con lo poco que se ganaba, aportaba algo e iba comprando algunas tablas de cedro y otras de pino con ese objeto. Cuando consideró oportuno comenzó a ensayar como hacer esos instrumentos. El cuenta que no tenía ninguna experiencia en esta labor. No obstante, era su objetivo, era la meta que se había propuesto, la tenía en la mira. Se empecinaba en hacer realidad la construcción de cuatros. Conversó con su compadre el señor Carlos Vidal Ollarves, a propósito de plantearle que iba a realizar una nueva actividad y que necesitaba su apoyo y que si podía contar con él. No fue muy claro, ni preciso en el apoyo que requería. Su compadre, un hombre muy humano, cordial y solidario; simplemente le dijo que contara con su mano amiga.
Es en el año 1974, cuando se inicia formalmente en la fabricación de cuatros. Se toma como referencia esa fecha porque al año siguiente su ahijado Oscar Ollarves, había logrado una beca del Programa “Gran Mariscal de Ayacucho”, para ir a estudiar en Alemania, Geofísica y su padrino le obsequia uno de los primeros, y se lo lleva consigo a ese lejano país y en uno de esos regresos a la Patria comentó: Que el cuatro se le había despegado y se abrió por las tapas trasera y delantera, posiblemente por temperatura tan baja. Hay que hacer notar que ese fue uno de sus primeros cuatro, su primera experiencia.
Así se inició, logró vender algunos y con lo que podía reunir fue mejorando su taller y la técnica. El mismo hizo un banco de carpintería, compró otras herramientas necesarias e indispensables para ese oficio. El thiner, sellador, barniz, lijas, cuerdas, los trastes, las clavijas, estos elementos le darían un mejor acabado al instrumento.
El señor Antonio Navarro se destacó en construir su propia propuesta, su propia teoría. Fue un excelente analista matemático y esa teoría se la aplicó a su labor de constructor de estos importantes e interesantes instrumentos autóctonos de cuerdas. Su teoría se basaba en la medición del instrumento, él decía que eso era un trabajo matemático, por tanto, se empeñó en perfeccionar su teoría.
Esto lo condujo a la creación del cuatro (33), un nombre que logró establecer como un secreto, producto de esa investigación matemática y que no se la había dado a conocer a nadie, ni siquiera a sus auxiliares y ayudantes más cercanos. Este secreto lo mantuvo por muchos años hasta que se decidió en darlo a conocer.
Gracias al buen amigo César Tovar, quien nos aportó los datos que el señor Navarro en vida le había autorizado a develar esa incógnita.
“El largo de la caja es de 33 cm, dividida en tres partes iguales de 11cm c/u. Desde el traste 14 a la boca: 11cm del centro de la boca a la punta de suela 11cm y de la punta de suela a la parte final de la caja 11cm. La parte más angosta es de 16,5cm, es decir, la mitad exacta de 33cm. La parte más ancha, justo encima de la punta de suela, tiene 22cm, dos partes exactas de 33cm. Para el diapasón se usa una regla de 49,5cm, se deduce que la medida que es 33, más la mitad del mismo, es 33 más. 16.5 es igual a 49,5cm.
El cuello mide 14cm, es la tercera parte de 33, más 3cm. La altura de los aros es de 9cm. La multiplicación de 3 por 3 es igual a 9. El grueso de la tapa es de 6 mm, o sea la suma de 3 más 3. Luego de armado se va rebajando en forma cóncava quedando las orillas de 3mm y el centro de 6 .mm Como se dijo antes este secreto, que fue su teoría la guardó por mucho tiempo. Era su fórmula, su creación Aparte de su incredulidad general creía fervientemente en La Cábala, Además fue un estudioso de esa corriente filosófica, era muy supersticioso. Todas esas formas de pensar lo fueron conduciendo a filosofar en su labor creadora, porque poseía su propio medio.
De igual forma mantuvo otra afirmación en la cual se basaba que las notas musicales, de acuerdo como se habían formulado; tanto ascendentes como descendentes, era una fórmula matemática, que se podía aplicar en la construcción de dichos instrumentos. La calidad de la madera, el grosor, tenían mucho que ver en la sonoridad. Prosiguiendo con esas ideas que él profesaba y sostenía. Con la incorporación del sellador, el thiner y la pega, podían quitarle parte del sonido al instrumento. Hay que tener mucho cuidado con esto siempre lo comentaba. Todos esos detalles los anotaba en una libreta.
La estética como el aspecto resaltante, debía ser sobrio, sin muchos elementos y los colores los aportaba la misma madera.
Posteriormente y ya estabilizado como un constructor de instrumentos de cuerdas. Adquiere una vivienda en el barrio “Las Mercedes. En un espacioso corredor de la casa monta su taller. Por supuesto, que ya había adquirido otras herramientas más modernas, más sofisticadas y de mejor calidad. Entre ellas: una sierra eléctrica, un torno. También pudo comprar madera sobre todo de cedro a granel, pues, este tipo de madera estaba prohibido por El Ministerio del Ambiente y la Guardia Nacional, que decomisaba constantemente a todos los fabricantes y a la vez causaba una gran incertidumbre, un gran problema. Muchas veces era imposible cumplir con los compromisos adquiridos, con los pedidos de muchos de sus clientes por ese motivo y todos los fabricantes confrontaban ese problema. La salida era comprarla de contrabando, pagar la vacuna o una comisión a las autoridades a fin de que no les decomisaran la materia prima, ya que eso era lo indispensable o fundamental en esa labor. De otro modo significaba mantener una tradición, porque se vislumbraba una crisis en la construcción de esos instrumentos y si se continuaba persiguiendo y acorralando a los fabricantes, el cuatro tendía a desaparecer. La Caoba. El Pino, Palo Santo, también entraban en la construcción de los diversos objetos musicales, y del mismo modo eran acosados por las autoridades antes nombradas y esa actitud los mantenía en una permanente zozobra.
Una vez y ya estabilizado y consolidado su taller, se concreta un compromiso con una nueva pareja, ya que era indispensable para su atención y a sus hijos. Sin embargo, esta compañera, mucho menor que él, logró comprenderlo y en realidad fue de mucha utilidad, su mano derecha, como suele decirse, una compañera excepcional.
No obstante, como no tenía mucho tiempo para cumplir con los encargos. En esa etapa incorpora al joven César Tovar como ayudante en el taller, sobre todo en los aspectos menos relevantes, mientras aprendía el oficio. Se abren otras oportunidades. Muchísimos cultores, cantantes, miembros de grupos con mucha tradición: Simón Díaz, Alì Primera, Cheo Hurtado, Serenata Guayanesa, El Grupo Ahora, Carora Ñema y Tajá, Gualberto Ibarreto, Enrique Hidalgo, Los Guaraguaos, Luis Silva, Reinaldo Armas, El Grupo Brecha, Diapasón, Garrufio, entre muchos más. Así todos estos cultores y agrupaciones musicales sirvieron de promotores y esos instrumentos adquirieron prestigio, categoría, importancia, prestancia y al mismo tiempo abrió otra línea de producción: Mandolinas, Bandolas y Guitarras. Muchos de estos cultores hicieron regalos a amigos que vivían en otras entidades federales y en otros países.
El cuatro de Navarro se comienza a internacionalizar. La Universidad La Sorbona de Francia, abre una Cátedra de cuatro y los instrumentos que utiliza para la enseñanza, son los del caroreño Antonio Navarro Cohìl. Por otra parte, un buen grupo de compatriotas que vivían en diversos países, y eran ejecutantes del cuatro, al enterarse de la calidad que le imprimía este constructor de sonidos a dicho instrumento, fueron adquiriendo esos instrumentos y llevados a esos lugares, el típico popular instrumento autóctono de Venezuela y al mismo tiempo lo continúan conservando como toda una joya, una reliquia. En realidad son una belleza desde el punto de vista de la estética y la calidad constructiva son excelente y como es lógico la sonoridad, se puede afirmar que son únicos.
El señor Navarro, fue un ser muy creativo e investigativo, quien le aplicó su teoría, su hipótesis a su trabajo, también pudo concebir como una forma de trabajo la producción en serie, por ello esta idea le proporcionaba una gran ventaja para poder cumplir con sus clientes, ya no producía un solo cuatro, sino que esperaba tener varios encargos o pedidos a la vez y así poder responder con los compromisos adquiridos. En varias oportunidades afirmó que él no era un buhonero de los instrumentos y últimamente se dedicó a fabricarlos con esa modalidad, porque le permitía ganar más tiempo, pues bien, al armar uno por uno, era casi imposible cumplir con sus encargos. Ejemplo: si tenía un pedido de veinte cuatros de quince trastes, de caja grande, producía todas las partes idénticas para ese número.
Logrado su gran objetivo, su nombre alcanzó un gran prestigio, se convierte en un referente a nivel nacional y por otra parte sus instrumentos, en especial el cuatro, ya se conocían en otras latitudes, como uno de los mejores.
Sí se establece una parábola para acercar, visualizar y comparar a estas genialidades que se propusieron alcanzar un objetivo y luego le darían concreción a esa idea que los haría escalar una posición encumbrada por sus actitudes ante la vida, por la alta valoración de lo que significa el optimismo y por el aporte y legado que le han dejado a la humanidad para el disfrute de la buena música y que sus instrumentos; quedarán grabados en las páginas de mármol de la historia: como: excepcionales referentes y únicos.
En Italia Antonio Stradivarius con sus magníficos y excelentes violines y en Venezuela un tocayo, el maestro Antonio Navarro, con sus extraordinarios y peculiar rasgo propio de sus cuatros que se identifican por su particularidad y característica: la estética y la sonoridad.
Cuando lo fueron identificando como un extraordinario y excelente luthier, nunca estuvo de acuerdo, no le agradó ese término, porque no se sentía identificado con el mismo, ya que era una acepción extranjera y transculturizadora. Un buen número de cultores, hacedores de instrumentos, del caserío Palo de Olor, de Las cruces y Carora se sumaron y acompañaron el planteamiento del señor Navarro.
El Ministerio del Poder Popular para la Cultura, al observar que existía un malestar de los fabricantes de instrumentos de cuerda al ser llamados lutieres. Esa forma de denominarlos de esa manera fue a raíz del registro que se efectuó en el ministerio, a todos los cultores; para el Sistema Nacional de Cultura Popular, en ese instrumento de registro aparecía el término Luthier como el elemento para identificarlos. La institución cultural, optó por sacar una resolución para cambiar la denominación por “Constructores de sonidos”. Esta manera de llamarlos no tuvo objeción y fue aceptada sin recelos, porque tenía un mejor sentido y en todo caso es una síntesis de lo que es el compendio de sonidos y la acepción de música.
El MPPC, le gestiona y le otorga la pensión de vejez a través del IVSS, en el año 2011. En ese mismo orden de ideas, la Alcaldía del Municipio G/ Pedro León Torres, le otorga una condecoración Pos Morten, y adquiere una vivienda en la Zona Colonial, en donde se edificará un Complejo Cultural, el cual llevará su nombre, como un homenaje y como reconocimiento a su singular labor de constructor de sonidos.
El diseño de ese proyecto cultural, fue hecho por otro cultor y músico caroreño Pablo Camacaro, quien tuvo a bien hacer la gestión ante la Alcaldía de Torres y su proyecto fue aprobado. Pablo Camacaro es miembro fundador del grupo musical “Raíces”, una agrupación de música tradicional y autóctona de Venezuela. Se caracteriza por la investigación y la difusión. Actualmente ese gran músico está residenciado en el estado Trujillo.
Muy lamentable, el señor Antonio Navarro enferma de Alzheimer y se desliga totalmente del taller. Su hijo Elías, asume la responsabilidad de mantener ese legado, se hace cargo del taller y no deja de producir, conservando la propuesta de su padre, que los cuatros sean tan idénticos en todos sus elementos y aspectos.
CUENTOS PARA LA HISTORIA Nro.- 11.
Foto cortesía de Museo del Cuatro Venezolano