Autor: Edecio R. Riera M.

El campesino torrense desde tiempos de otrora se ha caracterizado por ser un brillante, extraordinario y eficiente trabajador. Además se ha destacado por ser un hombre emprendedor, con mucha imaginación, creatividad e inventiva. Toda esa acción es posible que la adquirió a través de esa experiencia compartida de ese cruce genético que se produjo mediante la relación de las tres razas: el indígena, el blanco y el negro, luego de ese encuentro a la fuerza impuesto en el proceso de la colonización. De igual modo se puede expresar que por extensión, todo el campesinado venezolano tiene esas características, así mismo en distintos países del mundo, el obrero, el trabajador o el campesino venezolano es requerido porque es disciplinado, cumplidor del deber y por su rendimiento y honestidad.

Esa ha sido la característica de este ser trabajador, bregador, luchador, que ha tenido como consecuencia en la gran mayoría de los casos, que servir, siempre servir. Se pudiera afirmar que esa fue la nueva versión del esclavismo moderno, porque desde que se les entregó  las tierras a  los patriotas vencedores,  ese proceso como que no estuvo muy claro y no fue nada equitativo, por lo tanto, el hombre venezolano de nuestros  campos,  no le quedó otra alternativa que trabajar a los dueños de las grandes extensiones de tierras; que se fueron constituyendo en: hatos, haciendas y grandes fincas.

Una estrategia que aplicaron estos señores fue solicitarle a los campesinos,  la tumba y quema de varias hectáreas (La tala), para que ellos sembraran y de esa manera les iban preparando esos terrenos y  la cosecha, mediante acuerdo, significaba que el trabajador debía entregar el 50% de la misma al dueño del la tierra y el otro 50% sería para el campesino. Cuando la cosecha se perdía por verano, lluvia,  plagas u otro elemento perjudicial, el obrero no tenía ninguna recompensa, y el trabajo, la semilla y el cuido de la siembra, todo se perdía.

De esa manera fueron surgiendo esos grandes predios, porque al año siguiente harían lo mismo a fin de poder contar con esa cosecha para la subsistencia. El humilde obrero nunca llegaría  a poseer un pedazo de tierra. Esa era la táctica que utilizaron los dueños de las tierras, llámense: terratenientes, latifundistas. De  esa forma se fueron convirtiendo en los amos de las grandes extensiones. Según el poeta Marcos Aurelio Rojas “La única tierra que tiene el campesino es la que carga  en sus zapatos”

Aquel  campesino que tenía una noción  mucho más  clara, trató en lo posible de inventar una forma de ahorrar y sacrificarse un poco más, y eso   valió la pena, pues  muchos pudieron surgir a pesar de las grandes dificultades, y optaron por adquirir pequeños espacios que los conllevaron a tener su propio huerto familiar y así no depender de nadie, era una manera de liberarse, de ser libre, zafarse de las amarras que les imponían los explotadores.

Muchos campesinos que tenían  un pensamiento más  liberal y que no estaban de acuerdo con seguir trabajando para los dueños de las grandes haciendas, de esos grandes latifundios, dieron su voz de alerta y comenzaron desde cero, luego de contar con un pequeño terreno, pero tenían  otro reto, construir  su rancho de bahareque, que les sirviera como la estancia de su hábitat en su huerto familiar. La cría de animales en pequeñísima escala: una gallina con el gallo, una cabra y el padrote, era el modo de pensar como subsistir; en el futuro. Igualmente la siembra de rubros para la alimentación. Se cuenta que el campesino organizado sólo le faltaba la sal, ya que todo lo tenían o lo producían en esos huertos.

Hubo otros que se fueron liberando de otras formas con el fin de evitar esa esclavitud a lo moderno, pues, el pensamiento de avanzada era indispensable aunque fuera mínimo el accionar para  lograr en primera instancia abrir el camino, que les permitiera iniciar una actividad muy distinta  a seguir dependiendo de un salario mísero.

El ejemplo de Pedro León Crespo que siempre se negó a trabajar en las grandes fincas por un sueldo miserable que no le alcanzaba para nada y constantemente tenían que vivir atados sin poder liberarse, por cuanto, ellos eran los dueños de las fincas y de las bodegas donde se ofrecían los víveres y bienes necesarios para la subsistencia y cuando a la hora del arreglo mensual, normalmente el campesino quedaba  endeudado y debía seguir trabajando para pagar la deuda y para poder sobrevivir.

Este amigo se las ingenió  y en una tinaja, la llenaba de guarapo de limón con  papelón. Se colocaba en un camino de recuas donde era el tránsito obligado de muchos arrieros y a la sombra de un frondoso Bucare. Sentado sobre unas enormes piedras, esperaba pacientemente a los transeúntes y en ese lugar se hacía la parada, luego de un largo recorrido. En la mayoría  de los casos  a pleno sol. Se refrescaban con una o dos totumas de ese sabroso y excelente guarapo. El precio por  una totuma era una locha, muchas veces, le solicitaban que les llenara una tapara para llevarla por el camino, bueno eso les incrementaba el precio.

Una manera muy inteligente y audaz de no depender de nadie, aparentemente; en este caso de los arrieros que pasaban por  ese lugar vía Quebrada Arriba desde San Francisco, hasta el estado Zulia. El inicio de la era petrolera. Los arrieros llevan vacas caminando por todo ese trayecto, salón de chivo salado, catalinas, panes, dulces, maíz, café, frutas, verduras, huevos, gallinas, entre otros productos.

Otros lo lograron haciendo mecates con la fibra del Agave y se los vendían  a los  arrieros. Otras personas ofrecían arepas rellenas de caraotas y carne mechada de venado y café. Agustín  Flores se dedicaba en cargar el agua desde un estanque hasta los vecinos del pueblo, lo hacía con una tinaja y su rodaje en la cabeza y un envase en cada una de sus manos, para llenar unas pipas.

José Figueroa, cortaba la leña y la organizaba en bojotes y se las ofrecía a los vecinos, por un minino costo. En fin, fueron muchísimos  los que buscaron una manera de no depender de nadie y valerse por su propia cuenta.

El caso de Adelis Sisirucà, quien trabajaba como jornalero en una hacienda de un latifundista caroreño, quien se quejaba constantemente de este trabajador, porque era considerado muy flojo,  ya que a él no le rendía  el trabajo.

¿Cuál era el jornal? Cortar los estantillos, botalones y hacer los hoyos  para confeccionar  las cercas, y hacer el tendido con alambre de púas, ordeñar el ganado, hacer el queso. Limpiar los terrenos para las siembras. Cortar la leña y cargar el agua. En verdad un trabajo bastante fuerte.

Se comentaba que este joven trabajador tenía una contextura un poco débil (muy flaco) y a lo mejor un problema en su columna vertebral, esa circunstancia corporal le impedía ser más eficiente  y él  mismo rechazaba  ese trabajo, pero, no poseía   otra forma de ganarse la  vida, sino continuar realizándolo  hasta lograr emanciparse.

Una vez falleció uno de los empleados que trabajaba en la casa del dueño de la hacienda y se requería de un fajinero. El propio amo en forma personal se dirigió a sus trabajadores y les propuso que se necesitaba a alguien que asumiera ese trabajo. Adelis,  no lo pensó dos veces  y se propuso para realizar ese trabajo.

Se trataba de ayudar en la casa con la limpieza,  cargar el agua, buscar la leña, pilar y moler el maíz, tostar y moler el café; ayudar a las mujeres en la cocina: lavar platos y ollas, hacer los mandados, pelar las verduras, entre otras. Esta actividad  era un poco más suave, no había que hacer mucha fuerza; por ello decidió realizar ese oficio.

Ese acercamiento con las señoras que hacían la comida, le proporcionó conocer bastante de ese proceso culinario. Se había aprendido muchas recetas que ellas preparaban para los dueños de la finca. Además  este trabajador en los momentos en que compartía  con las cocineras,  era muy preguntón. Daba la impresión de que él quería  aprender a hacer comida. Por otra parte, aprovechaba de comer de todos los alimentos que ahí se preparaban y  se adaptó  a  ese trabajo porque no era tan rústico.

Fue transcurriendo el tiempo y el señor Adelis, se había convertido en un experto en el manejo de la cocina, sólo le hacía  falta mejorar un poco, eso que se  llama  la sazón.

La cocinera principal o lo que es lo mismo la jefa de la cocina tuvo un percance y se fracturó una pierna, debido a una caída que le ocasionó uno de los perros, quien salió corriendo en busca de unos desperdicios que le había echado el amigo Sisirucà y la señora se tropezó con el animal y cayó.

El dueño de la hacienda muy preocupado por el accidente de la señora, no tanto por la fractura, sino quién se encargaría como jefe de la cocina, ya que esta señora era una excelente gastrónoma , la cual tenía varios años trabajándoles y es más con  una sazón especial, al decir de los dueños. Los demás trabajadores le comentaron que el fajinero podía  ser y aprovecharon para postularlo y le hicieron una muy buena apología. Es un señor con mucha imaginación, muy aseado y con una gran virtud; hacer bien las cosas. El dueño estuvo de acuerdo y desde ese día, él asumió esa nueva función.

El día siguiente era domingo e informó a las demás compañeras de trabajo, que haría un “mondongo” de panza y patas de vacas, cruzado con costilla de res, con garbanzos y bastantes verduras; como la sopa y el seco, asadura de chivo picada en trocitos pequeños y sofrita con cebollas, ajos, pimentón, ají dulce, cilantro y con papas sancochadas. Caraotas refritas y crema de leche. Tajadas de plátano verde, y arepas peladas y un guarapo de caña con limón, más un café negro cremoso.

Este desayuno fue la inauguración  del nuevo  jefe de cocina, con el se estrenó y el dueño y demás  familiares, se dignaron y se trasladaron hasta la cocina a objeto de felicitar al nuevo cocinero. Este espaldarazo significaba que “Había agarrado la sartén por el mango”. Es una expresión  muy popular de esta región.

El mondongo en Carora es toda una tradición muy arraigada, es una costumbre que data desde hace muchísimos años. Es característico  que todos los domingos caroreños, en el hogar más humilde se puede degustar un exquisito mondongo: de chivo, de cabeza de marrano, de panza y patas de vacas. Otros suelen hacerlo  de costilla o lagarto de res. Así como también de las viseras  y paticas del chivo. Cualquier componente de estos animales es una oportunidad para hacer un sabroso y apetitoso mondongo y no dejar pasar un domingo sin que se confeccione el tradicional plato típico. Existe otra alternativa, la cual consiste en adquirir en las carnicerías los huesos rojos o blancos, o sea, que todos pueden  hacerlo y sin ninguna limitación, ya que estos elementos son muy baratos y varios dueños de estos negocios, en diferentes ocasiones, suelen regalarlos a muchas personas que acuden a ellos por no tener  recursos y le solicitan les donen, por lo menos una mínima cantidad para hacer el mondongo dominguero. Es común ver en las  carnicerías a estas personas de muy escasos  recursos a los cuales se les dona una parte y también ellos disfrutan de ese exquisito plato caroreño.

Esa semana el amigo Adelis.  Estuvo muy activo, puso toda la voluntad e imaginación en procesar diferentes alimentos de los cuales la anterior señora, jefa de la cocina, solía  preparar, por otra parte, se dedicó   en crear  algunas recetas, producto de su inventiva.

El siguiente domingo el mondongo lo hizo con la cabeza, el espinazo y las paticas del chivo. Tuvo el cuidado de deshuesarlo a fin de que quedara totalmente concentrado. Las verduras las sancochó aparte  para que no se desintegraran. De nuevo le solicitó a la señora responsable de las arepas, que las hiciera peladas, con menos cantidad de cal. En esta nueva oportunidad el seco lo preparó con carne mechada de chivo, tipo patas de grillo, caraotas refritas, tajadas de plátanos pintones,  suero cremoso y mantequilla criolla para untar en las arepas. Jugo de lechosa con unas gotas de limón, café con leche espumoso.

Para el almuerzo comentó que se cocinaría pollo guisado: con zanahorias, vainitas, papas, calabacín y apio, con arroz blanco, en el consomé de pollo. Ensalada cruda de tomates, cebollas, pepinos y lechuga. Papitas fritas, rebanadas de queso de res asado a la plancha,  jugo de naranja y café negro.

De esa manera el señor Sisirucà, estaba causando una gran impresión en su labor culinaria, tanto en los almuerzos como en los desayunos y en las cenas,  tenía la precaución de variar constantemente los alimentos y a la vez que fueran bastante equilibrados o mejor dicho balanceados.  El tercer domingo la sopa fue hecha con gallinas. Las verduras las coció como acostumbraba en otro recipiente. No le podían faltar los jojotos bien tiernos. Esta vez las arepas fueron hechas de maíz  blanco. Para el seco. Acordó cocinar hígado encebollado. La ensalada la preparó cocida  con rebanadas de papas, zanahorias, remolachas, vainitas, calabacín y huevos sancochados. La presentaba con dos o tres hojas de lechuga, le agregaba un poquito de aceite vegetal,  vinagre y una pizca  de sal. El jugo de guanábana cruzado con mangos. El café lo sirvió batido con leche, muy cremoso, tipo capuchino.

Con todos estos ensayos, el nuevo jefe de la cocina se había ganado el respeto, el cariño y admiración de sus jefes para los cuales trabajaba. Para el cuarto domingo, ya estaba imaginando lo que iba a preparar, quería  seguir sorprendiendo a los dueños. Ese sábado la señora esposa del jefe estaba de cumpleaños. Decidió preparar una parrillada, tipo Argentina: Punta trasera, hígado, chuleta de marrano, pollo, chorizo de ajo y chinchurrias. Como acompañante, yuca y papas fritas y una ensalada cruda. Preparó  una excelente guasacaca con suero cremoso, bastante pimentón, ají dulce, cebolla, cilantro y cebollín. Todo esto lo machacó  y le agregó el suero.

Pa ese domingo informó  que iba a hacer  una  chanfaina, con garbanzos champiñones, alcaparras, aceitunas y pasitas. Este guiso le agregaba los cubitos de papas, zanahorias, coliflor, vainitas. Mientras se cocía esta comida el dueño  de la finca pudo percibir el aroma de este alimento que se estaba procesando y no se pudo contener y se fue hasta la cocina a objeto de cerciorarse y observar que se estaba cocinando. El señor Adelis a  manera  de echarle bromas a su jefe le dijo: _ En pocos minutos va a estar listo. Me gustaría que se aguante un poco y cuando esté  en la mesa le digo de qué se trata. _ El dueño, se sonrió y se dio media vuelta y no comentó nada.

La Chanfaina es una comida muy típica de esta zona del semiárido, la cual, la materia prima es la asadura de los chivos y la misma se pudiera preparar de diferentes maneras. Para la preparación del plato seco, tenía dos días en una prensa varios lomos de marrano. Este es otro plato muy característico de este lugar y de nuestra gastronomía torrense, y se  le conoce como “Lomo Prensado”. Se le había agregado rodajas de piña, cortadas muy delgadas. Este lomo sería acompañado con vegetales salteados, plátanos  verdes sancochado  y un jugo de naranja. El café negro tinto y como postre dulce de leche.

El patrón tuvo otra reacción positiva. Se dirige a una de las empleadas y le comunica que le traiga de la despensa una garrafa de vino “La Sagrada Familia._ Cuando terminemos de desayunar, por favor reúname a todos los trabajadores de la finca, que no se quede ninguno. Vamos a hacer un brindis por todos, por el esmero que le han puesto al trabajo y en especial en la elaboración de la comida. En verdad toda mi familia está sorprendida y  agradecida y  yo en particular, porque el cambio ha sido muy grande en el aspecto culinario._ Continuó dirigiéndose a los empleados._ La cocina tiene otro orden, se observa mas aseada y mejor ordenada. Se percibe un nuevo ambiente y menos tensión. Algo muy importante, hemos podido notar que en estos últimos  días las  vacas están dando más leche y se está  produciendo más queso. Por tanto propongo un brindis para festejar este momento. _Continuó  el  dueño de la finca._ De ahora en adelante, de la comida que se hace para la familia, ordeno que también sea para todos los trabajadores, además cada uno de ustedes tendrá derecho  a un litro de leche diario y les voy a incrementar el sueldo. _ De esta manera concluyó el dueño de la hacienda._

Todos los trabajadores presentes agradecieron el gesto de este señor. En la cocina las trabajadoras, màs algunos de los obreros que se habían quedado para degustar un café, le dieron un aplauso al señor Adelis Sisirucà, pues  ellos suponían que gracias a él, el amo dio un giro muy positivo y esto en algo los beneficiaba a todos. Por cuanto, era muy raro cuando el dueño se comunicaba con los trabajadores, a excepción para dar una orden o formular un reclamo.

Posiblemente ese gesto de benevolencia, de filantropía, de altruismo, de bondad  hacia los demás y en especial hacia sus trabajadores, le había hecho cambiar positivamente. ¿Qué hizo que este caballero diera ese giro? Todos los trabajadores habían observado que desde que el señor Adelis Sisirucà se incorporó al trabajo  en la casa de la hacienda; como fajinero y posteriormente como el jefe de la cocina, apreciaron en él, que el trabajo lo realizaba con esmero, con mucha dedicación y eficiencia. No trataba en dejar mal parados a los demás compañeros, ni tampoco con su actitud ponerse a favor de los dueños en contra de sus compañeros  de trabajo, sino, hacer un  trabajo honesto que pudiera ser valorado en su momento. Esto fue lo que sucedió y los demás empleados vieron en el señor Adelis, un ejemplo a seguir. El amo al parecer fue lo que pudo visualizar y esa visión que tuvo  del desempeño de su personal, pues bien, él  no les había exigido màs nada en particular y el jefe de la cocina, tampoco.

Bueno, fue una gran sorpresa para ellos, que en cierto modo valoraban el trabajo como una acción muy buena. (Estímulo al rendimiento).

El señor Sisirucà, continuó con su labor, por una parte innovando y produciendo las comidas a la hora y con mucha calidad, a la vez satisfacer a todos sus compañeros, por cuanto estaban degustando los mismos platos que se cocían para los dueños.

Es posible que el hacendado se hubiera dado cuenta, que el sector obrero era indispensable en cualquier proceso productivo y máxime en este caso en particular, que el servicio se le estaba prestando a él. Algo lo hizo  cambiar y se lo expresó a su personal con el gesto  que les manifestó, ya que, la comunicación con ellos era muy limitada

Este personaje oficioso de la gastronomía, se había propuesto una meta, montar su propio negocio y estaba aprovechando un tiempo prudencial con el objeto de afianzar el conocimiento en el aspecto culinario y en todo caso la elaboración de recetas de comidas típicas de esta región._ Esta es una gran oportunidad de dar a conocer estos excelentes platos y que se pueden confeccionar, ya que aquí tenemos en abundancia la materia prima. _ Comentó el gastrónomo._ Procedente y nativo de Cabanache, Parroquia Trinidad Samuel, del municipio G/D. Pedro León Torres del estado Lara, luego se traslada a San Cristóbal, de la Parroquia Chiquinquirà y posteriormente a Carora, como se comentó antes, que se inició  trabajándole  a los dueños de grandes fincas, por lo tanto, lo tildaban de flojo y poco eficiente en el jornal, se cree que se debía a su contextura física y un problema en su columna y por ello, en cada hacienda donde laboraba lo despedían, pero debía seguir buscando para ganarse el sustento diario y siempre manifestaba que  estaba ansioso de realizar un trabajo  distinto al que venía realizando, porque, la idea general era independizarse y trabajar por su propia  cuenta, como muchas otras personas que lo lograron y ya estaban establecidos en diferentes lugares y con diversas propuestas que los conllevaron  a ser independientes.

Pasó  un tiempo relativamente corto, uno o dos años tal vez, donde el señor Sisirucà continuó laborando para los propietarios de la hacienda. Él tenía una necesidad implícita, cual era mejorar y perfeccionar sus conocimientos en el área  de la gastronomía, aún cuando, él tenía el control de la  cocina y consideraba que el aprendizaje adquirido durante ese tiempo le proporcionó  los saberes  necesarios e indispensables y optó por seguir laborando ese tiempo señalado a fin de: en primer lugar continuar ampliando ese aprendizaje en esa área tan importante del arte de la  cocción de alimentos y al mismo tiempo poder ahorrar algunos recursos económicos que le permitieran invertir en la compra de los implementos y utensilios necesarios para una cocina.

Una vez considerado que ya era suficiente el trabajo realizado en ese lugar, se lo comunicó a su jefe y le dijo textualmente que se retiraba, para ponerse a trabajar por su cuenta. Esta noticia le causó una gran sorpresa al dueño de la hacienda y trató de persuadirlo, de convencerlo con el objeto, que se quedara otro tiempo y que le  iba a mejorar el salario. La repuesta fue tajante, ya él  tenía organizado en su mente lo que se proponía realizar y no dejaría  escapar esa idea, ya que, ese era su objetivo, su meta.

La anterior jefa de la cocina, que ya tenía un tiempo  incorporada al trabajo de la casa de la hacienda, la habían colocado en otras labores de menor esfuerzo, debido a la fractura que sufrió en una de sus piernas. El hacendado propuso que la señora asumiera la jefatura de la cocina, por cuanto ella lo había hecho muy bien; durante varios años y ya estaba recuperada totalmente, y eso sí,  con la ayuda y colaboración de las demás compañeras de trabajo con el propósito de que la doña no se le  recargara toda la responsabilidad de ese oficio tan especial.

El señor Adelis Sisirucà, armó un kiosco  a la orilla de la carretera Lara-Zulia y comenzó por ofrecer solamente arepas peladas, rellenas con carne mechada, queso y caraotas. A todo el que consumía por lo menos una arepa se le obsequiaba el café o un vaso de resbaladera. De esta manera fue haciendo el punto, y ese  lugar para los transeúntes de esa vía  ya era una parada obligada, por la calidad de las arepas y el bajo costo de las mismas.

Ese sitio fue adquiriendo una publicidad natural, el servicio se prestaba con muy buena atención, mucha cordialidad y esmero. Las relaciones públicas  excelentes, él muy atento y conversador y el que necesitaba un chinchorro o hamaca para el descanso mientras se preparaban las arepas; podían hacer uso de esos recursos; que estaban colgados de unos frondosos cujíes y además la sombra  espectacular de esos árboles. Por otra parte se anexaba otro elemento muy positivo e importante para los clientes, el precio de esas magnificas y grandes arepas, el precio  era relativamente barato. Dos arepas significaban un desayuno, almuerzo o una cena.

Ese fue el inicio de ese caballero, de ese maestro de la cocina criolla caroreña. Al poco tiempo fue necesario hacer las arepas en el sitio, porque no se podía satisfacer el requerimiento de los clientes, pues bien la afluencia de personas que requerían este servicio  y en especial las arepas peladas, se había convertido en una referencia, sobre todo para los que transitaban por esa carretera.

Al parecer, la comida con la cocción a leña, como que adquiere un mejor sabor y esto ya lo había experimentado. Por otra parte, en unos pequeños recipientes que contenían: suero  cremoso, en otro  picante, guasacaca para acompañar el contenido de las arepas. Igualmente a la arepa se le  untaba mantequilla criolla o nata según el gusto de cada quien, como un medio para mejorar la sazón de dichos productos. En verdad era un espectáculo poder degustar estas apetitosas, excelentes y exquisitas arepas de maíz pelado.

Se puede comentar que de acuerdo a las exigencias de sus clientes, se fue incorporando otros sabores para el relleno de las mismas: Chicharrones de marrano, asadura de chivo, perico, patas de grillo, entre otras. Al que no le apetecía la arepa pelada, se le ofrecía de maíz blanco: sancochado o pilado. Fue una estrategia muy bien pensada de complacer las sugerencias y  el gusto de sus clientes. Nadie se iba sin probar las arepas y es màs,   solicitaban para llevar a sus familiares.

Pasaron dos años, él  había comprado unas  bienhechurías  con  un corral de chivos y las mismas estaban  aproximadamente a unos 150m del lugar donde estaba  el kiosco. Mejoró  notablemente esas instalaciones, acondicionó una buena sala de estar con sillas de cardón y cuero de los  chivos, màs varios chinchorros y hamacas como un atractivo para el descanso de los comensales. Se hizo una vía de penetración hasta el nuevo lugar, se arregló  un terreno bastante amplio para estacionar los vehículos y el área del comedor. Aparte de las comidas se  les ofrecía unas  gélidas de varias marcas, mientras  se servía la comida, eso sí, sin abusar de la ingestión de esas bebidas alcohólicas. Fue una advertencia, que el señor Sisirucà les formulaba a sus visitantes, sobre todo a  los que conducían vehículos.

De nuevo acondicionó y mejoró  otro espacio màs amplio, porque el espacio anterior resultó pequeño. El objeto  de mejorar ese espacio  era con el propósito de que sus usuarios se sintieran más cómodos.

Establecido en su negocio con la nueva imagen, más acogedor y  confortable. Se puede destacar que ese lugar adquirió características de restaurant. El señor Adelis Sisirucà, se mostró conforme con lo que estaba  haciendo. Colocó en el salón del comedor un cuadro bastante grande del Corazón de Jesús, en la pared que está al frente, colgó una imagen de la Virgen del Rosario de la Chiquinquirà de Aregue y en el otro salón, colocó  en un nicho una escultura del Dr. José Gregorio Hernández; que constantemente estaba  iluminado con una vela.

Se comenta que este  señor, experto en comidas típicas, era católico y con mucha fe y creencias en el Dios Supremo y que según él, le había hecho una promesa y pedido que lo ayudara para tener su propio negocio y no depender de nadie directamente. ¿Un milagro tal vez? Por supuesto, también decoró ese ambiente con algunos cuadros relacionados y alusivos a un comedor: Naturalezas Muertas, cuadros con frutas, paisajes característicos  de esta zona. De igual modo  colocó dos cabezas de venado disecados con varias puntas para  colocar los sombreros mientras tanto se degustaba la comida.

Desde ese nuevo espacio el visitante podía percibir los chivos en su corral, en otro más pequeño los que serían  sacrificados para la preparación de las comidas. También  se observaba los diferentes fogones que funcionaban con leña y uno más moderno con una chimenea para asar las carnes y las arepas. Alrededor del corral de los chivos se divisaban varios Cujíes, Veras, Curarìes, Yabos y muy cercano al lugar de descanso, un frondoso Cotoperiz. Estos árboles en la era primaveral con su inflorescencia adornaban ese espacio y con la fragancia de sus flores creaban un ambiente espectacular. Millones de abejas, mariposas y otros insectos frecuentaban en ese tiempo esa hermosa  composición  de flores para tomar de él,  el polen necesario para la subsistencia de los mismos. A parte de la gran cantidad de pájaros que con su trinar que los caracteriza y la gama de colores de su plumaje, complementaban esa estancia apacible, y extasiados por el  relax, disfrutaban de una excelente comida. Todo un lugar campestre, muy hermoso y agradable. Un equipo de música dejaba oír una gran variedad de música venezolana, algunas rancheras, tangos  o boleros de los Panchos. Trataba en lo posible por satisfacer el gusto de sus clientes y a la vez los consideraba, sus amigos.

En ese lapso el señor Adelis Sisirucà se acercó  a la señora Vicenta Gallardo, dama caroreña, experta en la confección del lomo prensado, quien a través de un pequeño curso y varios talleres le enseñó a preparar el Lomo Prensado, como ella lo solía hacer. De la misma manera aprendió las recetas para las Pimpinelas y las Longanizas. Ella le facilitó la fórmula o el recetario de estos alimentos, de cómo se adereza, en forma específica, el Lomo Prensado: Ingredientes. Sal de Nitro, Clavos dulces, varios dientes de ajo, Pimienta negra. Colocar los lomos del marrano en el consomé de la carne de res, sal natural, orégano, cominos y otros aliños como cebolla, pimentón, ají dulce. El lomo debe de estar prensado por lo menos  de 24 a 36 horas.

Últimamente  este excelente y exquisito  gastrónomo era llamado Don Adelis Sisirucà. Su restaurant había alcanzado un buen sitial y era referente a nivel nacional, por la excelente  y abundante comida que en ese lugar se ofrecía.

Se cuenta que muchas personalidades del acontecer cultural, social, económico, militar, eclesiástico y político, tuvieron el privilegio de haber podido degustar y deleitar en su paladar las  exquisiteces que se confeccionaban  en ese negocio de la gastronomía torrense. Del mismo modo, los políticos caroreños no se quisieron quedar atrás y llevaron a almorzar a sus precandidatos a la Presidencia de la República, al Dr. Luis Herrera Campins, de Copey los Adecos llevaron a Carlos Andrés  Pérez, los Mepistas, al Dr. Jesús Ángel Paz Galarraga. Las fotografías tomadas y mostradas en la galería de ese lugar emblemático dan fe y corroboran esta afirmación. Solamente nos hemos referido a estos candidatos a la presidencia, porque se destacan en la galería. Pues bien, dos de ellos fueron presidentes de Venezuela y uno diputado y senador de la República. En verdad muchísima gente hizo uso de esos espacios, empero no están registrados en las fotografías  y a lo mejor de alta figuración, sin embargo, no hicieron alarde de lo que ostentaban. Don Adelis Sisirucà ya estaba un poco mayor y se encontraba un poco quebrantado de salud  por esa terrible enfermedad de la Diabetes. Opto por irse alejando poco a poco de su pequeña empresa familiar, su señora esposa, Mercedes con un grupo de empleados habían asumido la responsabilidad de la conducción de ese excepcional restaurant, no obstante, el servicio no era igual y muchos de  sus usuarios comenzaron a alejarse. Por otra parte la competencia también se plegó en tratar de imitar o hacer algo parecido o similar, pero nunca como la que ofrecía este baluarte de la gastronomía criolla.

Esa terrible enfermedad es tan cruel y desbastadora que incide de una manera determinante en el buen humor de las personas y él no quería  estar más con su presencia física en su emprendimiento, por cuanto, no deseaba que sus clientes que siempre lo habían ponderado como una persona simpática, agradable, ecuánime y no deseaba que sus amigos y clientes tuvieran una imagen distinta de la que habían percibido de él.

Los tiempos fueron pasando, el restaurant  se mantuvo por unos cuantos años más pero, sin el auge que había logrado al principio, luego de un tiempo prudencial, se dio por finalizado y se cerró en forma definitiva, pero  se logro el objetivo que se había propuesto.

Bueno algunos familiares, amigos que estuvieron muy cerca de Don Adelis, como un reconocimiento a este humilde, singular e interesante personaje de la gastronomía, decidieron crear una escuela para fomentar la comida típica de esta región, realizando cursos para los futuros Chefs. Esta escuela está ubicada en la  ciudad de Barquisimeto y lleva el nombre de Don Adelis Sisirucà, como un homenaje a su esfuerzo, a su empeño por  servir a la comunidad. Esta escuela tiene una especialización en comidas típicas de la zona, comidas nacionales e internacionales. Para el poco tiempo que lleva funcionando esta institución gastronómica, se puede anotar un gran éxito por cuanto, ya tienen en su poder un premio internacional, además están inscritos en el Ministerio del Poder Popular para la Educación  y la Cultura.

De CUENTOS  DE  LA  PROVINCIA  TORRENSE – Nor.-10

Foto cortesía de la página de Instagram de la escuela de chef Adelis Sisirucà

Edecio R. Riera M.
Nació en San Francisco Parroquia Montes de Oca, del municipio G/D. Pedro León Torres del estado Lara Venezuela. Luego de obtener el título de Maestro de Educación Primaria, y posteriormente de Título de Profesor de Educación Integral ejerció la docencia por más de 30 años en el municipio Torres. En el año 2019, la Editorial “El Perro y la Rana del Ministerio de la Cultura, editó su Libro “Se Soltó el Diablo en Carora”, Versión Digital. Creador del “Método Activo de Lectura” para enseñar a leer y escribir a los niños a temprana edad a través de la estrategia metodología ludodidáctica. Aprender jugando. Primera versión (Manual Artesanal) ahora Tecnológica Digital), año 1983. Trabajo Lúdico. Pintor, Caricaturista, Publicista, Artesano de la Técnica “Repujado sobre Metal” Músico, Compositor. Autor de 55 Artículos narrativos (hasta ahora) de Historiografía Local, de personajes, hechos, sucesos, vivencias, de este municipio, los cuales están en espera; a objeto de que puedan ser editados en un nuevo libro. Desde el año 2008, fue contratado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, como Operador Cultural en el municipio Torres, hasta la fecha.