Por Profesor Alirio Martin Alvarez Díaz Coordinador de Proyectos Especiales de la Fundación Alirio Díaz
BALAS
En una oportunidad todavía muy joven, en 1939, y como una forma de buscar ingresos por la dura situación económica que lo rodeaba, conformaron un trió de música popular conformado por el Negro Celestino Carrasco, Antonio Crespo y Rodrigo Riera y se fueron de gira para Coro estado Falcón, a inaugurar la primera radio de esa ciudad, en estas presentaciones ganaban muy poco y por eso llevaban para vender en los pequeños negocios de Falcón: alpargatas, chinchorros, ajos, jabones, velas, etc. Donde los agarraba la noche tocaban y cantaban para los campesinos de la sierra de Coro. Se presentaron en Radio Coro música popular caroreña, Rodrigo era el cantante y acompañante, al final de la presentación se les acercó un caballero coriano , muy mal encarado, y les pidió que lo acompañaran a dar una serenata a su novia que él les pagaba con lo que pudiera, Rodrigo que era muy enamorado acepto no solo pensando en ganar algo sino en conocer también alguna linda joven coriana, Rodrigo agotó el repertorio y al final se asomo por la ventana una sola dama muy emocionada con los cantores. El novio emocionado se registró los bolsillos y no consiguió nada, andaba como decimos en Carora, más limpio que talón de angelito, y dijo a Rodrigo: Gracias hermano. Yo no tengo plata pero le regalo esta caja de balas para revolver calibre 38, esta forma de pago fue en un raro gesto que era a su vez una forma de halagar a Rodrigo por su música. Regresaron pues Rodrigo y sus acompañantes a Carora, como si fueran unos guerrilleros a emprender una guerra, cargados de balas y muertos de la risa por tan singular episodio. Las balas eran 200 y las vendió cada una por un bolívar, con esos 200 bolívares viajo a Barquisimeto a continuar su aventura musical.
IMPROVISACION
Hay una anécdota narrada por nuestro gran comunicador social Juan Páez Ávila en su libro Dos Guitarras, sobre este aspecto que señala que estando residenciado Rodrigo Riera en Estados Unidos, donde permaneció 8 años, estaba regresando a Nueva York luego de una exitosa gira por ese país, donde estaba residenciado y se encontró con su amigo del alma el maestro Alirio Díaz quien también estaba de gira como concertista, residenciado en Roma pero siempre era contratado para tocar en el país del norte. Juntos visitaron la Sociedad de Guitarra Clásica de Nueva York y tocaron allí juntos y la Sociedad de Guitarra preparo un espectáculo extraordinario de guitarra con la participación de Rodrigo demostrando sus rasgos de improvisador excepcional, la Sociedad de Guitarra Clásica de NY invito a estudiantes y profesionales de la guitarra para que tocaran sus repertorios para que luego oyeran al maestro Rodrigo Riera improvisar todo lo que habían tocado, un verdadero reto, interpretaron Mozart, Bach, Haëndel, Sor, Paganini, para guitarra. El público quedó impactado, conmocionado y sorprendido totalmente, al escuchar a Riera, sin leer partitura ninguna, tocar cada una de las obras que acababa de escuchar, incluso mejor que los guitarristas participantes en el reto, una demostración del genio de la guitarra y de la improvisación que era nuestro querido maestro Rodrigo Riera.
RODRIGO RIERA Y AGUSTIN BARRIOS MANGORE
Recordemos que el gran guitarrista y genial compositor paraguayo el indio Agustín Barrios Mangore, “El Paganini de la Guitarra”, realizó una gira por Venezuela y escogió a Carora como una de las ciudades donde tocaría, un gran acontecimiento. Tomaremos esta anécdota de una entrevista realizada por el maestro Alejandro Bruzual a nuestro insigne guitarrista caroreño Rodrigo Riera en Barquisimeto el 01-05-1995, muy hermosa ubicada en la Carora de 1932, cuando confluyen Riera y Agustín Barrios, antes de su presentación en el Teatro Salamanca, así recuerda Riera ese grandioso encuentro: “…Cuando Mangoré tocó en Carora, yo tenía 8 años y era limpiabotas. Ya tocaba y cantaba algo. Pasé por la mañana por la pensión “Libertador” en la que estaba Mangoré y allí le limpié los zapatos- eran unos zapatos con hebilla- Recuerdo perfectamente su persona. Era un hombre muy alto, muy educado y preparado. Era un gran señor. Yo le dije que me gustaba mucho la música y que mi papá era músico, que yo no tenía guitarra pero que tocaba en mi cuatrico, mis tonos y mis cosas. El tocó para mí, fue la primera vez que oí un guitarrista clásico. No lo pude ver en el teatro porque no tuve la plata y el señor que estaba ahí no me dejó pasar. Me fue un poquito doloroso, pero tuve la suerte de que tocó para mí, incluso le oí un arreglo que tenía del Alma Llanera. Tengo el gran placer de haber tocado su música en Europa. ¡Que se iba a figurar él o yo, entonces, que iba a tocar después sus obras…” Una anécdota en verdad maravillosa que muestra la calidad humana, la bondad y la humildad de Agustín Barrios Nitzuga Mangoré.
PERRO FURIOSO
Rodrigo riera siempre con un gran humor contaba que en una ocasión aun muy niño vendiendo El Diario de Carora, el tenia sus clientes en algunas casas de la Zona Colonial donde le compraban los periódicos que vendía y cuenta que un día entró al jardín de la casa de Doña Carolina de Herrera y toco la puerta, cuando de pronto por una puerta lateral reservada para la entrada del servicio domestico, le salió un inmenso perro San Bernardo cuyos furiosos ladrido le hicieron soltar todos los periódicos y subirse a una ventana de hierro. Ante los ladridos del perro guardián y los gritos del asustado Rodrigo, Doña Carolina se asomó por la ventana y observo que Rodrigo estaba sobre su cabeza en la parte más alta de la reja que la protegía, lo miro y le dijo:
-¡Pero Rodrigo no te preocupes que ese perro es capao!
– ¡Perdone Doña Carolina. Agarre su perro, que yo no le temo a sus bolas, sino a sus dientes!
Entre risas y gritos al perro para que se retirara a la casa, salió Doña Carolina, bajo Rodrigo de la ventana, y de esa manera se salvo Rodrigo de los dientes del San Bernardo.
PROFESOR EN NEW YORK
-En su aventura musical como guitarrista, compositor y pedagogo Rodrigo Riera llega a Estados Unidos, más específicamente a New York, en 1962, iniciándose su etapa de mayor éxito a nivel internacional, en el país del norte, conciertos, clases a una gran cantidad de discípulos, así como su actividad de compositor. Recuerda que los primeros momentos de su llegada fueron muy difíciles, fue invitado por la venezolana Cony Méndez, y llega a New York, sin saber hablar inglés y con apenas 5 dólares en el bolsillo, se residencio en casa del guitarrista mexicano Gustavo López, con quien trabo amistad en la Academia Chigiana en un curso con Segovia. López subsistía gracias a la docencia y tenia numerosos discípulos norteamericanos, ante la difícil situación de Rodrigo su amigo le asignó un alumno nuevo para que obtuviera algunos ingresos mientras se estabilizaba. Rodrigo debutó como profesor de guitarra en New York, cobrando 3 dólares la hora, a pesar de no hablar inglés aplico un método en que el lenguaje lo llevaba la guitarra, y el demostraba prácticamente sus enseñanzas. Su fama como profesor fue creciendo así como el número de alumnos ante tan excelente profesor. Y cuando los llegaban a preguntar por las clases decían: -Yo quiero estudiar con el profesor chueco y “mudo” porque con él se aprende más rápido!! A los 6 meses tenia resuelto su problema económico, Rodrigo descubrió en la práctica que la música es un lenguaje universal.
Fotos cortesía de la Escuela de Música Juancho Querales de la exposición El uno y el otro, donada por la Fundación Alirio Díaz.
1a. Foto Rodrigo Riera
2a. Foto Rodrigo Riera y Alirio Dìaz
3a. Foto Alirio Dìaz, Antonio Lauro y Rodrigo Riera