Por Luis Eduardo Cortés Riera. cronistadecarora@gmail.com
La pequeña Mesopotamia del semiárido occidental venezolano fue el lugar de inicio de uno de los grandes portentos de la Emancipación de Suramérica. En una finca denominada El Tigrito, una dama de ascendencia vasca y casada con tenerifeño da a luz a los que la excepcional circunstancia histórica convertirá en lo que llama don Tulio Febres Cordero Siete Macabeos de la Independencia o Siete Infantes de Lara. Un verdadero prodigio epopéyico que no se repetirá en ninguna localidad venezolana, Caracas incluida. Sus sangres venían entonces insufladas de libertad y patriotismo por ambos progenitores, dos protonaciones de la España invertebrada: el indómito y rebelde País Vasco y el orgullo nacional en ciernes del archipiélago de Canarias, con epicentro en Tenerife. Dos utopías que los hermanos Torres Arriechi pensaron hacer realidad en las tierras del ultramar americano. Y por ello dieron sus preciosas vidas estos siete viriles y decididos varones del semiárido venezolano por conseguirlo. Poseían acá casa solariega y una boyante y bien administrada finca con mano esclava llamada El Tigrito.
Se convirtieron los hermanos Torres desde niños en diestros y consumados jinetes, al tiempo que practicaban el peligroso deporte de los toros coleados, todo lo cual contribuye a que estos hombres hayan realizado la portentosa hazaña de recorrer a lomo de mulas y caballos buena parte de Suramérica. Pero debemos destacar con don Mariano Picón Salas, que estos seres humanos y estas bestias mulares eran los más resistentes de toda Venezuela puesto que por selección genética se convirtieron en incansables y duros especímenes. La Independencia de Suramérica debe mucho al semiárido venezolano y a esta pequeña y remota parcela del estío llamada Los Arenales, la Mesopotamia del Estado Lara.
En el vetusto cementerio arenalense, rodeados de cardones y tunas, reposan los restos mortales de su madre, Juana Francisca Arriechi, y los de su mentor y maestro, el presbítero bachiller Félix Espinoza de Los Monteros, religioso animado por el republicanismo y la lucha contra la odiosa esclavitud humana. Los Arenales y Carora se disputan cordialmente el lugar del nacimiento de estos Héroes brotados del semiárido venezolano, que fueron a derramar sus preciosas sangres muy lejos, en la feraz y cálida tierra de la Guayana venezolana, en las inmensas y gélidas alturas de los Andes suramericanos, y derrotar a uno de los mayores imperios de la época, el Imperio Español, una epopeya y gloria grandiosa.
Foto cortesía del Correo de Lara