Ensayo y foto cortesía de Luis Eduardo Cortés Riera. cronistadecarora@gmail.com
Este trabajo se inspira en la extraordinaria obra Comprensión de Venezuela, escrita magistralmente por Mariano Picón Salas en 1949. Ruego a nuestros lectores disculpen el tamaño de tal atrevimiento, pues el escritor merideño es de los mayores ensayistas de Venezuela e Hispanoamérica. Su magnífica obra ensayística ha sido para nosotros un acicate extraordinario, ejemplo a seguir en tiempos amenazantes de Inteligencia Artificial, capitalismo de la vigilancia, prejuicios y discriminación al alza, cambio climático, banalización del conocimiento, atroces guerras en el mundo.
Brasil, una inmensidad de país.
Este inmenso país suramericano, Brasil, vecino a perpetuidad de nuestro país, Venezuela, por sus 2.199 kilómetros de frontera común, siempre ha llamado mi atención desde que me recuerdo. Lo he conocido desde los 3.000 o 4.000 metros desde mi avión que me conducía a Buenos Aires, Argentina, y pudimos observar asombrados la enorme cantidad de su tupida vegetación y nubes, meandros de interminables ríos y en donde el factor humano parece desproporcionadamente minúsculo. Ha sido llamado Brasil “la gran civilización del trópico”, asiento de la corte imperial de Brasil luego de la invasión napoleónica al Reino de Portugal en 1807. Se dice que fue una flota de la Pérfida Albión la responsable del traslado monárquico y 15 mil miembros de su séquito a Brasil, y en consecuencia fueron los británicos de algún modo los creadores del imperio tropical suramericano que venía.
El nombre vegetal de Brasil.
Cosa curiosísima constituye el hecho de que Brasil recibió su nombre antes de ser descubierto por Pedro Álvarez Cabral en 1500. Estos arriesgados exploradores salieron de la más occidental Península europea tras la búsqueda del palo de brasilete (Haematoxylum brasiletto), lo que explica el caliente ardor de la sangre de sus gentes y mujeres en la samba, el carnaval de Río de Janeiro y la capoeira. Tendrá insólitos usos múltiples tal especie vegetal: desde la fabricación de cuerdófonos hasta de remedio para las diarreas y la mortal tuberculosis, colorante y dentífrico, propiedades que aparecen señaladas en el Códice Florentino del siglo XVI. El arbusto dio cobijo sonoro y de salud a estas emotivas gentes cariocas que tienen como centro genético y cultural a los afrodescendientes, una explicación sorprendente que dio un hombre blanco y de buena familia, que como antropólogo no se dejó esclavizar científicamente por los norteamericanos y su manía metodológica: Gilberto Freyre.
En nuestras mocedades caroreñas cursamos estudios con Cándido Teixeira, un adelantado en saberes, muy prieto y espigado él, hijo del repartidor carioca que llevaba la leche Prolaca a nuestra casa en el Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza muy de mañanita. Por esos lejanos años ya, era de gran éxito radial Mi Cacharrito, del año 1964, entonado alegremente al ritmo de rock tropical por Roberto Carlos, artista que increíblemente anda aun en los escenarios globales. Cuando a comienzos de los años 1970 oíamos allá en Mérida estudiantil y en un viejo receptor el pegajoso ritmo de la bossa nova, una gran invención melódica de los cariocas que amalgamaron en los años 50 la samba y el jazz al ardiente trópico en intimo lirismo, creció aún más nuestro interés en esta gran nación suramericana, país que ha resistido la secesión con gran cálculo, muy al inverso y dañino proceso balcanizante de las naciones hijas de España en este continente que acabó con el sueño Grancolombiano de Bolívar.
Paulo Freire y Pedagogía del oprimido.
Fue en la venezolana Universidad de Los Andes merideña donde conocimos al genial pedagogo recifeño, el filósofo y educador Paulo Freire (Recife, Pernambuco 1921- Sao Paulo 1997), tan eminente en ideas pedagógicas como el estadounidense de la Escuela Nueva John Dewey (1859-1952). Esa Pedagogía Crítica por él creada la oímos por vez primera de los compañeros estudiantes de la Escuela de Educación, vecina a nuestra Escuela de Historia. Allí lo glosaban los docentes Luis Bigott y Benigno Contreras, seguidores entusiastas de Pedagogía del Oprimido freiriana, concepción educacionista inspirada en Carlos Marx, que reciente había salido de su pluma en 1968 en un país con 18 millones de iletrados y terribles escuadrones de la muerte organizados por las recurrentes dictaduras militares brasileñas. Su lema “A los desharrapados del mundo” tuvo y ha tenido resonancias completamente planetarias desde que escribe su pedagogía en su exilio chileno preallendista, alcanzando un estatus casi icónico en Inglaterra, Suráfrica, Estados Unidos, India.
Su método de enseñar a leer y escribir en apenas 45 días le da fama mundial, pues se aplicó en África, Asia y Oceanía. La UNESCO lo premia en 1986 por tal portento pedagógico. Sus ideas, que vinculan la tradición cristiana al marxismo, lo colocan cercano a la Teología de la Liberación Latinoamericana de Gustavo Gutiérrez Merino. La educación nunca es neutra, dice Freire, pues trasmite los valores de las clases dominantes, por lo que propone una Pedagogía Crítica que desenmascare los sutiles procesos de dominación, la perniciosa “educación bancaria”, que conduzca firmemente a la formación de un ser humano libre, democrático, que tenga deseos genuinos de aprender y de maravillarse por el conocimiento, para lograr en consecuencia una sociedad más justa y libre.
El antropólogo Darcy Ribeiro.
La obra El dilema de América Latina. Estructuras de poder y fuerzas insurgentes (1978) fue otro de los libros que nos impresionan durablemente. Escrito por el antropólogo, pedagogo, novelista y político brasileño Darcy Ribeiro (1922-1997), fue llamado el Federico Engels latinoamericano por el muy ambicioso trabajo El proceso civilizatorio, de la revolución agrícola a la termonuclear, 1968, un panorama de vastos alcances sobre la evolución sociocultural de la vida de la humanidad sobre la Tierra a lo largo de los últimos 10 mil años, la historia de la humanidad es una historia de las revoluciones técnicas, cabe destacar que tocó la revolución electrónica e informática, entonces en ciernes.
De acuerdo con Ribeiro, escribe Andrés Kozel (Darcy Ribeiro y el concepto de civilización, Cuadernos Americanos, 2018, págs. 145-169), las civilizaciones viven su destino, alcanzando “clímax de autoexpresión”; luego decaen, para sumergirse por lo general en “regresiones feudales”; sobre sus ruinas, suelen levantarse civilizaciones nuevas. De mantenerse dentro del mismo proceso, la sucesión de civilizaciones reitera el tipo de formación sociocultural; solo en el cuerpo de un nuevo proceso, fundado en una nueva revolución tecnológica, puede advenir “otro tipo” de civilización. La prioridad asignada al nivel tecnológico es rotunda. No nos queda menos pensar qué hubiese dicho Ribeiro de la Inteligencia Artificial, imitación de la inteligencia humana, de nuestros días y del aparecimiento del capitalismo informático o capitalismo digital o de la vigilancia, un concepto aparecido apenas dos años después de la muerte de Ribeiro en 1997. Tendría que haber reescrito El proceso civilizatorio.
Ribeiro fue capaz de decir que Brasil (El pueblo brasileño. Pág. 265), una provincia de la civilización occidental, una nueva Roma, una matriz altiva de la civilización neolatina. Mejor que las otras porque lavada con sangre india y sangre negra, tiene una misión universalista: menos que enseñar europeidades, enseñar al mundo a vivir más alegre y más feliz. América Latina, un pueblo mestizo y tropical en busca de su destino, abierto a todas las razas y culturas, es la comarca más bella y luminosa del Universo. Apenas es necesario decir que pensamos tras leer a Ribeiro en el mexicano José Vasconcelos y su providencial ensayo La raza cósmica, obra de 1925, y su poderosa frase: Por mi raza hablará el espíritu.
Siempre nos pareció un verdadero portento que un suramericano tuviese una mirada tan omniabarcadora de la historia humana en su totalidad, abarcando todas las culturas. En esa obra que trata de vencer la óptica eurocentrista, nos habla de los grandes bloques culturales, uno de los cuales sería América Latina.
Vivió exilio en Caracas y cierta vez lo conocimos en los pasillos de la Universidad Central de Venezuela cuando da a conocer su libro La universidad necesaria (1969). Fue ministro de educación, fundador de la Universidad de Brasilia y su primer rector. El golpe de estado de 1964 contra Joao Goulart, lo envía al exilio al Perú de Velasco Alvarado y a Chile de Salvador Allende.
Gilberto Freire y Casa grande y senzala.
El ya mencionado Gilberto Freyre (1900-1987), señorito bien de Recife y decidido y entusiasta anglófilo, discípulo del antropólogo judío–alemán Franz Boas (1858-1942), escribirá sin embargo en 1933 el maravilloso libro Casa grande y senzala, texto fundador de la nacionalidad brasileña. Un estudio integrado, dice el antropólogo Darcy Ribeiro, del complejo socio-cultural que se construyó en la zona forestal húmeda del litoral nordestino de Brasil, sobre la base del cultivo latifundista de la caña de azúcar, de la fuerza de trabajo esclava, casi exclusivamente negra; de la religiosidad católica impregnada de creencias indígenas y de prácticas africanas; del dominio patriarcal del señor del ingenio, recluida en su casa grande con su esposa y sus hijos, pero cruzándose, polígamo, con las negras y las mestizas, relaciones sexuales escenificadas en amplias y generosas hamacas.
Freyre nos ofrece un cuadro vivo y colorido como no habrá otro en literatura alguna sobre el proceso de formación de Brasil. Surgen en él, redivivos, los variados abuelos indios, negros, lusitanos, y, por intermedio de ellos, moros, judíos y orientales que plasmaron al brasileño con sus singularidades de gente mestiza de todas las razas y de casi todas las culturas, además de bien provista de bienes traídos de toda la Tierra: Brasil, la gran civilización del trópico, en donde el catolicismo se pone al servicio de la procreación, impregnando todo de sexo. “Todos nos convertimos en más brasileños con su obra, dice Mestre Anisio, quien agrega todos le debemos un poco de lo que somos y mucho de lo que sabemos.” Gilberto Freyre ha escrito la obra más importante de la cultura brasileña, fundó a Brasil en el plano cultural como Cervantes lo hizo con España, Camoens con Portugal, Tolstoi con Rusia, Sartre con Francia, valora Darcy Ribeiro (Prólogo a Casa grande y senzala. Introducción a la sociedad patriarcal en el Brasil, Biblioteca Ayacucho, 1985. págs. IX-X).
La guerra de Canudos brasileños y los cristeros mexicanos.
Dos “emociones populares” muy significativas ocurrieron en Brasil y México a finales del siglo XIX y comienzos del XX, respectivamente. Un atávico mesianismo y una ola de rumores y murmuraciones está presente en ambos movimientos populares que se produjeron en zonas deprimidas y vulnerables de estos países. En los sucesos que “desatan” el avivamiento religioso que se relacionan estrechamente con las actividades de un evangelista prominente, dice Smelser (Teoría del comportamiento colectivo. P. 225), una narración apocalíptica del fin del mundo en labios de predicadores iluminados, palabreros y locuaces que impresionan a mentes susceptibles.
Ese liderazgo del furor y del estallido colectivo, dice Smelser, Ibíd. p. 231, tiene muchas funciones: Constituye el foco para una multitud, ayuda a polarizar, a unificar a la multitud. Expresa verbalmente las actitudes y sentimientos vagos de las gentes, a los que dota de símbolos comunicativos que sirven de estimuladores de la acción. Señala las direcciones que tomará la acción masiva. Surgen pocos reavivamientos religiosos sin líderes
Una guerra religiosa brasileña.
En el caso de Brasil y el movimiento de Canudos del nordeste pobre, seco y árido, el liderazgo mesiánico estará a cargo de Antonio Consejero, cuyo verdadero nombre era Vicente Mendes Masiel, personaje iluminado que terminará siendo asesinado por las tropas federales enviadas por la naciente República brasileña para sofocarlos, a un costo enorme de viudas verdaderamente impresionante: 25.000 fallecidos. Es el magma de la novela de 1981 del escritor y Premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa La guerra del fin del mundo, que se basó en las lecturas de la obra de no ficción de Euclides Da Cunha: Os sertoes, publicada en 1902.
Fiel a las ideas del positivismo dominante entonces, el ingeniero y escritor Euclides Da Cunha da una lectura darwiniana del suceso de la breve campaña militar en el sertón brasileño: determinismo de la geografía, determinismo de raza, determinismo de cultura, desencuentro de las masas populares con la modernidad, en o bajo el conflicto barbarie-civilización, escribe Carlos Garayar. (Diccionario Enciclopédico de las letras de América Latina, P. 2109 -2112) Fue publicado por entregas su trabajo en el diario O Estado de Sao Paulo, entre el 18 de agosto y el 25 de octubre de 1897 y en forma de libro en 1902 con el título Los sertones. .
Existe un fondo milenarista, el final anunciado para el año 1000, emparentado con violencia en Canudos, que ha intentado imponer el Milenio por la fuerza: tales como los radicales checos de 1420, la revuelta de 1525 que encabezó Thomas Muntzer, anabaptistas exaltados ¡que pensaban que Cristo iba a descender sobre Munster para hacer de ella la nueva Jerusalén!, escribe Delumeau (El fin de los tiempos. P.105). El pueblo de Canudos fue borrado de la tierra y los pocos supervivientes diseminados por Brasil.
“El fin de un siglo produce siempre una sensación de agotamiento, afirma Umberto Eco (El fin de los tiempos, p. 220), cuando se acerca una fecha de dos ceros, la literatura queda de pronto sumergida por una ola de spleen. Piensen en el decadentismo de fines del siglo XIX, en el sentimiento de final en el imperio austro húngaro, en Nietzsche anunciando la muerte de Dios; piensen en el misticismo posrevolucionario de fines de siglo XVIII…Es el encanto del doble cero” que atrapa a los habitantes de Canudos en 1896: se acerca el fin de los tiempos. El tiempo es una invención del cristianismo y los miserables e iletrados habitantes de Canudos lo tenían como indeleble y firme creencia.
Pedro II, un monarca en el trópico.
Varios reyes han venido a despedirse del mundo terreno acá en el Nuevo Mundo, pero solo una cabeza testada ha nacido de este lado del Atlántico. Se trata del Emperador del Brasil Pedro II, de la dinastía de los Braganza, quien nació hijo de Pedro I y la princesa María Leopoldina, hija del Emperador de Austria Francisco I, en Río de Janeiro en 1824 y murió exiliado en París en 1891 tras un largo reinado de casi medio siglo que se inicia en 1848 y culmina con un golpe militar en 1889.
PEDRO I
Un accidente histórico.
¿Y cómo pudo suceder tan inusual y heteróclito acontecimiento? Todo comenzó en 1808 cuando Napoleón Bonaparte invade la península Ibérica y destrona a Fernando VII, el rey de España. No sucede lo mismo con Joao VI, rey de Portugal quien decide trasladarse a Brasil con 15.000 miembros de la nobleza y se instala en el puerto de Río de Janeiro. De tal manera un imperio de dimensiones mundiales con inmensas posesiones en África y Asia, se traslada a América y tendrá vida muy estable desde 1808 hasta 1889, es decir 81 años en que se suceden tres monarcas de la misma familia.
El primero será Joao VI, desde 1808 hasta 1821, el segundo lo será Pedro I, desde 1821 hasta 1848, y el tercero y último Pedro II. Pedro de Alcántara, Don Pedro II, desde 1848 hasta 1889, quien nació en el palacio real de Rio de Janeiro en 1825 y llego a ser un “verdadero monarca en el trópico”, convirtiendo al país carioca en su gran pasión, como él mismo decía. Lo adornaban sólidos hábitos intelectuales, producto de una esmerada educación tomada comoasunto de Estado, que lo mostraban como un “rey filósofo”. Era un hombre alto y corpulento de 1,95 metros de estatura, ojos azules y barbas amplias y pobladas. Destaca su gran avidez por la lectura, austeridad personal, deseos de viajar y el disfrute de la vida familiar, aunque tuvo amoríos extramatrimoniales notables, uno de ellos la condesa de Barral, tutora de su hija Isabel.
JOAO II
Pedro II se convierte en un verdadero poliglota, pues dominaba el latín, griego, francés, castellano, alemán, y hasta la lengua aborigen tupí guaraní. Además de lector compulsivo, mostró gran vocación por la escritura, pues redacta un diario durante su largo reinado de 5.500 páginas, en 43 cuadernos desde 1841 hasta su deceso en 1891. Valoraba la crítica de la prensa y condenaba la esclavitud. Comenta allí sus viajes a Jerusalén y a Filadelfia, ciudad de los Estados Unidos donde participa en el primer centenario de la independencia. Acá conoce a Alexander Graham Bell, y gracias a ello trae a Brasil el teléfono. Su visita a Medio Oriente permite las primeras migraciones “turcas” al Brasil. Fue también un notable epistológrafo, pues mantuvo correspondencia con el escritor francés Víctor Hugo, con el educador y político argentino Domingo Faustino Sarmiento, el compositor alemán Richard Warner, el poeta estadounidense Walt Whitman, entre otros.
Pedro II se convierte en un verdadero poliglota, pues dominaba el latín, griego, francés, castellano, alemán, y hasta la lengua aborigen tupí guaraní. Además de lector compulsivo, mostró gran vocación por la escritura, pues redacta un diario durante su largo reinado de 5.500 páginas, en 43 cuadernos desde 1841 hasta su deceso en 1891. Valoraba la crítica de la prensa y condenaba la esclavitud. Comenta allí sus viajes a Jerusalén y a Filadelfia, ciudad de los Estados Unidos donde participa en el primer centenario de la independencia. Acá conoce a Alexander Graham Bell, y gracias a ello trae a Brasil el teléfono. Su visita a Medio Oriente permite las primeras migraciones “turcas” al Brasil. Fue también un notable epistológrafo, pues mantuvo correspondencia con el escritor francés Víctor Hugo, con el educador y político argentino Domingo Faustino Sarmiento, el compositor alemán Richard Warner, el poeta estadounidense Walt Whitman, entre otros.
El reinado de Pedro II significa para el Brasil un periodo de estabilidad y de inmenso crecimiento económico. Mientras las antiguas colonias de España se desangraban por las guerras civiles, el Brasil mostró una estabilidad política impresionante, que le permite mantener su unidad y su cultura como país, mientras Hispanoamérica se divide en múltiples repúblicas. Pedro II superó la vieja economía mercantilista que venía de la colonia e introdujo una de tipo liberal inglés, abre las puertas a la modernización abriendo los puertos al comercio, implanta una diplomacia de tipo imperial sumamente exitosa, preserva los valores sociales culturales de la colonización portuguesa, la filosofía positivista de Augusto Comte se convierte en religión.
Sin embargo, el Emperador comenzó a dar muestras de envejecimiento precoz por la diabetes, y cundía el temor de que Brasil cayera dominado por una potencia extranjera, ya que su hija Isabel, heredera del trono, se comprometió con el conde francés de Eu, la adscripción del monarca a la masonería, lo que hizo ruido a los oídos de los obispos, comenzó a debilitar su gobierno. Pero fue la abolición de la esclavitud en 1888, la principal base de apoyo de la monarquía, lo que le quita el apoyo de los poderosos hacendados de todo el país, todo lo cual propicia el golpe de estado el 15 de noviembre de 1889 a manos del mariscal Manuel Deodoro da Fonseca y que significará la caída del imperio. De esta manera termina la curiosa historia de este único monarca nacido en América, constructor del Brasil contemporáneo y quien repetía constantemente “Brasil es mi pasión.”
Fuente: Alejandro Mendible: El Emperador Pedro II, constructor del Brasil contemporáneo. Revista de Ciencias Sociales de la Región Centroccidental, 2010-2011. Barquisimeto. Venezuela.
El positivismo en Brasil.
Brasil se ha montado en el selecto club espacial, una como premonición de su enseña como nación: Orden y Progreso. La América practica lo que piensa Europa, decía Alberdi. Y si en algún país tuvo enorme impacto la filosofía de Comte fue precisamente en Brasil, donde se vivió como una religión, cosa parecida a lo que sucedió en Chile, países que siguieron la “Religión de la Humanidad” basada en la ciencia, idea de Augusto Comte. Consideraban los positivistas que la Iglesia Católica moriría en el estadio positivo y que el tiempo trabajaba a su favor. En la Venezuela de 1890 el general y novelista Manuel Vicente Romero García (1861-1917) expresaba en su novela Peonía que la Iglesia Católica es nido de fanatismo, que la civilización española arrancó de los fúnebres cerebros inquisitoriales, y que tenemos dentro del hogar una dictadura odiosa, escuela donde se forman siervos para las dictaduras políticas. Orden y progreso es la tesis de la dictadura virtuosa comteana. Consideraban las clases acomodadas brasileñas, dicen los húngaros Gyula Horbáth y Sára Szabo, (El positivismo en Brasil y México, Revista de Estudios Históricos, México, 2005.) que el estadio metafísico comteano se había extendido demasiado, agravándose durante este periodo los problemas del país, posición que contribuyó a la caída de la monarquía en 1889, se opusieron a la esclavitud. En 1890 fue presentado un proyecto de constitución titulado Orden y progreso en nombre de la Humanidad, la Patria, la Familia, que en su título IV se refiere a la personalidad y los derechos del dictador. Brasil fue fiel a la ortodoxia comteana de los tres estados a través de Pierre Laffitte.
Estos autores magiares consideran que el Estado Novo de Getulio Vargas en 1930 era considerado como un populismo positivista, que implementa la educación positivista y el desarrollo del capitalismo tardío, anuló el Parlamento y prohibió los partidos políticos, pretendiendo con ello asegurar el orden para el progreso. Por esos mismos años en nuestro país, Venezuela, se publica en 1919 El libro Cesarismo democrático, una de las obras cumbres del positivismo latinoamericano. Es una necesidad fatal, dice su polémico autor, el gendarme electivo o hereditario de ojo avizor y mano dura… que mantiene la paz. El caudillo, única fuerza de conservación social, decía enfático su autor, Laureano Vallenilla Lanz. La influencia del positivismo se mantuvo hasta los años 1950 en Venezuela, bajo el gobierno militarista de Marcos Pérez Jiménez.
El eclecticismo en Brasil.
Nacido en Francia con Víctor Cousin (1792-1867), el eclecticismo como doctrina de conciliación, dice Leopoldo Zea (Romanticismo y positivismo en Brasil, Dianoia, 1964), se afinca de manera maravillosa al espíritu también conciliatorio de los brasileños. No negaba el pasado colonial, sino que se emplea para adaptarlo a las nuevas realidades políticas, sociales y económicas que el desarrollo del Brasil reclamaba. La esencia de la filosofía ecléctica: «coleccionar y reunir las verdades dispersas en los diversos sistemas, cartesianismo, empirismo, filosofía del sentido común y el idealismo especulativo, separándolas de los errores con que se hallaban mezcladas».
En Brasil fue el monje franciscano Francisco de Monte Alverne (1784- 1859) el paladín carioca de la filosofía ecléctica y precursor del romanticismo en Brasil. Se enfrenta desde su cátedra en Río de Janeiro a la filosofía escolástica y al tomismo y se adhiere a las ideas de John Locke y Condillac. Se opuso al exceso de reformismo que provoca el caos y anarquía en Hispanoamérica. El conservadurismo sostenido por los eclécticos brasileños alcanzará un éxito que en vano buscaron sus equivalentes en Hispanoamérica, como sucedió en Argentina, cuyos sostenedores tendrán que enfrentarse a guerra sin cuartel con los partidarios del orden colonial puro, valora Leopoldo Zea. Los gobiernos pacifistas de Pedro I, su hijo Pedro II y su Imperio Constitucional, son como una expresión del eclecticismo en ese país que sigue una como evolución natural, una marcha sin equívocos o tropiezos, concluye Zea.
La Columna Prestes (1924-1927).
Diez años antes que la Larga Marcha encabezada por Mao Zedong en 1934, se produjo en Brasil una hazaña de proporciones igualables a la que protagonizaron los comunistas chinos que huían de las tropas nacionalistas. En efecto, entre 1924 y 1927 se desarrolló un movimiento político militar con signos de leyenda: la Marcha de la Columna Prestes, que durante dos años y medio recorrió 25.000 kilómetros a través de 13 estados, eludiendo exitosamente la persecución de tropas superiores desde el punto de vista militar y logístico. Es un episodio poco estudiado por la historiografía contemporánea.
El relato que acá contamos es de la ingeniero química e historiadora Anita Leocadia Prestes, hija de los militantes comunistas la alemana Olga Benário y Luiz Carlos Prestes. Ella se hizo acreedora del Premio Casa de las Américas en 1990. Fue publicado con el título La Columna Prestes por la Plataforma del Libro y Lectura y la Casa de las Américas, Gobierno Bolivariano de Venezuela, Caracas, 2014. Fue su tesis doctoral presentada en la Universidad Federal Fluminense en 1990.
Prestes tuvo una vida longeva, nació en Porto Alegre en 1898 y fallece en Río de Janeiro en 1990. Tras el fracaso de la Revolución Paulista se forma la legendaria Columna Prestes en1924. Le niega apoyo a Getulio Vargas, elegido presidente, pues no simpatizaba con las ideas del llamado “caballero de la esperanza” de instaurar un gobierno socialista. En 1931 visita la Unión Soviética y fue miembro de la Internacional Comunista, se casa con una alemana, Olga Benário, que morirá gaseada en un campo de concentración nazi y donde nace su hija Anita Leocadia Prestes en 1936, autora del libro arriba mencionado.
El Estado Novo de Vargas llegará a su fin en 1945 y Prestes vuelve a la legalidad. Después del golpe de estado contra Joao Goulart en 1964 vuelve al país de los soviets. Marcado por la ortodoxia de Moscú, no fue capaz de comprender las particularidades de su país, enfrentó las dictaduras militares con gran decisión. Murió retirado del Partido Comunista de Brasil en 1990, un año antes de la implosión de su querida Unión Soviética en 1991.
Fue creación de Prestes la “guerra de movimientos”, similar en algunos aspectos a la que implementará Mao en China una década después con la “guerra popular prolongada”. Las “potreadas” eran grupos pequeños de insurgentes que se alejaban de la Columna Prestes y obtenían valiosa información con la cual evitaban confrontaciones directas con las tropas federales, muy superiores en número y mejor equipadas. Movilidad y sorpresa permitieron a los “tenientistas” de Prestes romper el cerco gubernamental durante casi tres años. La Columna con apenas 1.500 hombres y un centenar de mujeres, participa en 53 combates sin ser derrotados jamás y venció a 18 generales gubernamentales. Consiguieron gran apoyo popular campesino que vivía en la más espantosa miseria, al oponerse a la oligarquía “café con leche” que mandaba en el país desde la caída de la monarquía en 1889.
La Columna traspasó los límites de la gigantesca geografía de Brasil, país de 8.511.965 kilómetros cuadrados, y se estableció brevemente en Paraguay y Bolivia. En el país andino Prestes conoce la literatura marxista que le proporcionan periodistas y Astrojildo Pereira, secretario general del Partido Comunista de Brasileño, recién fundado en 1922. El Caballero de la Esperanza, como se le llamó a Prestes, vivió prisionero de una cárcel de conceptos, que, como el anacrónico marxismo soviético, no le permitió comprender las inmensas particularidades del Brasil en el que le tocó vivir, pero perdurará su inmenso legado de rectitud, entrega y compromiso por su país.
La extraña y fascinante lengua de los indios piraha de Brasil.
Dedicado a la antropóloga Jacqueline Clarac de Briceño
Quizás el más grande sorprendido de las investigaciones realizadas por el misionero Daniel Everett en 1986 sobre la lengua de los aborígenes piraha del Brasil, ha debido ser el famoso lingüista estadounidense, nacido en 1928, Noam Chomsky. En efecto, los recientes descubrimientos de este religioso han revelado que la lengua de tales indios amazónicos no emplea oraciones subordinadas, es decir que desconoce la recursividad, o sea incluir una cláusula dentro de otra, que es una condición necesaria y presente en todas las lenguas del orbe, y que dio pábulo para que este eminente y reconocido lingüista judío-americano del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) presentara su radical y extraordinaria idea de la existencia de una gramática universal. Es un axioma de la lingüística desde que Chomsky publicó en 1957 su libro Estructuras sintácticas.
El piraha es fonológicamente la lengua más simple conocida, pues apenas posee diez fonemas, uno menos que la lengua de los rotokas de Papua-Nueva Guinea, mientras el castellano tiene 22, de los cuales 17 son consonánticos y cinco vocálicos. La lengua piraha usa cinco canales para su discurso: la información puede ser hablada (forma habitual), silbada, tarareada, gritada o codificada en música. Las lenguas silbadas son escasas, lo que hace del pirahã un objeto de estudio muy interesante para delimitar la importancia del tono y de la cantidad/intensidad en la comunicación oral. Es una lengua aglutinante que usa muchos afijos para expresar diferentes significados También usa sufijos que comunican evidencialidad, una categoría gramatical que no poseen las lenguas europeas. El sufijo /-xáagahá/ significa que el hablante está completamente seguro de su información.
Además de no poseer número gramatical, es una de las pocas lenguas donde no existen ni los numerales ni el concepto de contar (existen otros casos entre las lenguas aborígenes de Australia, como el warlpiri). Los piraha no conocen el concepto de contar. Sólo usan medidas aproximadas y en pruebas son incapaces de distinguir con exactitud entre un grupo de cuatro objetos y otro colocado de manera similar de cinco objetos. Cuando se les pide que dupliquen un grupo de objetos, duplican el número correcto de objetos en media, pero casi nunca aciertan el número exacto a la primera. Viven en un mundo no pitagórico, muy lejos de Occidente.
Es, además, la única lengua conocida sin palabras para expresar los colores; aunque este punto todavía es discutido. A mi manera de ver solo distinguen las diversas tonalidades del verde, que es su entorno amazónico dominante.
Pero hay más. Los piraha van a contrapelo de Occidente, pues desconocen el pasado y también el futuro. Viven un eterno presente, cuando nuestra cultura sobrevalora el futuro. Por ello son felices y relajados como los animales. Toda una lección para nosotros que vivimos abrumados por el reloj y el stress. Su memoria histórica es endeble y poco se ocupan de genealogías y linajes. No conocen de bisabuelos y bisabuelas. Su sistema de parentesco es el más sencillo que se conoce.
Carecen de mitos fundacionales y por ello de cosmogonías, lo cual asombraría al mismo Claude Lévi-Strauss, padre del estructuralismo. No tienen literatura escrita u oral. Un pueblo que piense de tal modo será refractario entonces a cualquier religión que les presente la idea de un Dios trascendente colocado más allá del tiempo. Respecto a Dios, tampoco les entra en su cabeza. «¿Quién creó las cosas?», les preguntó Daniel Everett. «Todo es lo mismo», respondieron, queriendo decir que nada cambia y por lo tanto nada fue creado. La eternidad de los cristianos, por consiguiente, les carece de sentido. Cielo e infierno son meras entelequias. Lo que importa es que el río Maici, que es tributario del gran Amazonas, les provea de peces ya, en este momento. Son empiristas radicales.
Everett, quien estudió lingüística en la Universidad Estatal de Campinas y es profesor de la Universidad de Pittsburg, llega donde este pueblo feliz de unos 400 miembros como misionero religioso. Pero al conocerlos íntimamente después de convivir con ellos durante siete años, se le ha creado una verdadera crisis de conciencia religiosa. Dios solo existe en el lenguaje y no tiene existencia real, es mera palabrería, le enseña este aislado pueblo del trópico. Hogaño Everett se declara no confesional, o lo que es lo mismo, ateo. Sin embargo otros investigadores, Bonilla y Calavia, niegan que estén frente a un pueblo ateo.
A principios del siglo XX habló el sociólogo alemán Max Weber del “desencantamiento del mundo”, como una pérdida de los valores y certezas que da la religión, es decir la secularización de la sociedad moderna. ¿Será posible que desde unas remotas aldeas de Brasil y con el descubrimiento de Everett de este mundo roussoniano del buen salvaje, se esté dando comienzo al verdadero y definitivo desencantamiento del mundo?
El nordeste semiárido brasileño.
Nos ha interesado el nordeste brasileño porque su geografía seca y semiárida tiene semejanzas notables con el semiárido larense venezolano. Ambos son eminentes focos de cultura, lo que desdice de todo determinismo de la geografía de la manera en que lo hizo magistralmente el venezolano Mariano Picón Salas. El sacerdote brasileño Leonardo Boff, al referirse al “hombre cordial”, idea creada en 1936 por Sergio Buarque de Holanda, escribe lo siguiente:
El nordestino es ignorante, porque vive en el semiárido bajo duras limitaciones ambientales, cuando es un pueblo altamente creativo, despierto y trabajador. Del nordeste nos vienen los mayores escritores, poetas, actores y actrices. En el Brasil de hoy es la región que más crece económicamente, del orden del 2-3 %, por tanto, por encima de la media nacional. Pero el prejuicio los castiga a la inferioridad.
Hablar de la cultura nordestina es hablar de la cultura de Brasil. Nueve estados de los 26 que conforman al país que, con ecosistemas únicos y 50 millones de almas, brillan en las letras, música, poesía: Alagoas, Bahía, Ceará, Maranhao, Paraíba, Pernambuco, Piauí, Rio Grande do Norte, Sergipe. Apenas es necesario mencionar que la gloria de las letras brasileñas es el nordestino Jorge Amado (1912-2001), que el movimiento “condoreista” lo encabezan Castro Alves, Tobías Barreto y Sousa Andrade, que el patriarca de las letras brasileñas, José de Alencar, era de Fortaleza, que recifeño era Manuel Bandeiras, de Alagoas fue Graciliano Ramos, nativo de Pernambuco lo es Joao Cabral de Melo Neto, Ledo Ivo vio la luz en Maceió y gana el Premio Casa de las Américas en 2009, el dramaturgo Nelson Rodrigues es de Recife, Josue Montello de Sao Luis, Adonias Filho de Bahía, Osman Lins de Pernambuco, João Ubaldo Osório Pimentel Ribeiro nece en Itaparica, Bahía ; Ariano Vilar Suassuna (João Pessoa, en Paraíba, Ana María Nóbrega Miranda nativa de Fortaleza, José Ribamar Ferreira, conocido como Ferreira Gullar es nativo de São Luís, Maranhão; Rachel de Queiroz se ufana de haber nacido en Fortaleza, y no debemos olvidar que Gilberto Freyre (1900-1987) era de las familias de alcurnia ligadas a las plantaciones azucareras de Recife.
En la opinión de Gilberto Freyre, la arquitectura de la Casa-Grande era una expresión de la sociedad patriarcal brasileña. En el libro el autor refuta la idea de que Brasil haya tenido una « raza inferior» por el mestizaje del país. De hecho, apunta a los elementos positivos de esta mezcla entre portugueses, amerindios y negros. En su obra, Freyre elogia a las nodrizas negras y a las mulatas con quienes tuvo sus primeras experiencias eróticas.
El sertao en la literatura.
El Gran Sertao brasileño ha sido escenario privilegiado de la novelística de Joao Guimaraes Rosa (Cordisburgo, Minas Gerais 1908- Río de Janeiro 1967), cuya imagen experimental cambia la imagen de la literatura brasileña para siempre con su novela Gran Sertón: Veredas, que ha sido comparada con el Ulises de James Joyce, o con Berlin Alexanderplatz de Alfred Doblin. Escrita en 1956, la novela rompe con el regionalismo tradicional, planteando una oposición regional versus universal, y se declara en su construcción anticartesiana, que cuestiona la racionalidad occidental, en la que conviven bien y mal, luz y tinieblas, carne y espíritu, dolor y placer, hombre y mujer, dando lugar a un universo complejo y contradictorio como el mismo Gran Sertón, donde el diablo es figura dominante que atraviesa todo el relato novelesco. Un yagunzo, mercenario o bandido, mundano y divino, llamado Riobaldo hace pacto con el Diablo. Es novela total como Cien años de soledad de García Márquez, Rayuela de Julio Cortázar o La Casa Verde de Vargas Llosa. El Sertao es del tamaño del universo.
Los sertones es un libro de 1902 escrito por el autor brasileño Euclides Da Cunha (1866-1909) el cual narra la historia de la Guerra de Canudos en el área del Sertón del estado de Bahía. Durante dicha guerra (1893-1897), el ejército republicano brasileño se enfrentó a un grupo de sertaneros comandados por un líder carismático Antonio Conselheiro o Consejero y la derrota de modo cruelmente aplastante. La lectura de Da Cunha inspira al novelista Mario Vargas Llosa escribir sobre el Gran Sertao y sus heteróclitas gentes.
La novela del Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa titulada La guerra del fin del mundo, editada en 1981, recrea literariamente la Guerra de Canudos, acontecimiento histórico ocurrido en 1897, en el que se movilizaron hacia el nordeste brasileño más de 10. 000 soldados. La trama ocurre en el nordeste brasileño, azotado por sequías y plagas, donde los terratenientes han tenido tradicionalmente el poder, en una narración apocalíptica, pues se acerca el cambio de siglo en 1900, y el posible fin del mundo. Se inspira a no dudar en la obra de Euclides Da Cunha, Viaja el peruano a los lugares donde transcurrieron los hechos para elaborar su épica, donde figuran los arquetipos vargallosianos del fanático, seres de una desgarrada complejidad. La novela tematiza la compleja relación entre escritura y realidad con una indagación sociológica alrededor del sertón y los pocos meses que dura la campaña, en una totalidad novelística magistral, como la de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Dice la argentina Graciela Montaldo que Vargas Llosa la ha declarado su mejor obra.
El futuro de Brasil
Brasil está ligado al futuro de toda Suramérica por su inmensidad geográfica, la que lo hace colindar con 10 países y 16. 885 kilómetros de fronteras comunes. País de grandes logros sociales y culturales, ha logrado posicionarse con los emergentes BRICS, tiene su propio acelerador de partículas atómicas, se abre a la carrera espacial, ha minimizado a las ansias secesionistas de los “muchos brasiles”, notables contribuciones al cine contemporáneo, lidera la agenda verde mundial. Sin embargo, es la sede de las empresas más corruptas y desestabilizadoras del continente: Odebrercht, su presidenta Dilma Rousseff ha sido vilmente defenestrada en 2016, ha sufrido el asalto a la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia en 2023, el inmenso río Amazonas ha sufrido la peor y catastrófica sequía en siglos.
Deberá Brasil superar la desigualdad social enorme, un 35 % de la población sumida en la pobreza, 73% en el nordeste y apenas un 20% en el opulento sur. La pobreza ligada a la esclavitud pasa de generación a generación, a pesar de que ha emprendido Brasil la mayor reforma agraria del mundo. La amenazante polarización política debe ser derrotada con un programa radical de lucha ecológica que dé cabida a todos los muy diversos sectores sociales de la gran nación carioca. Montarse en esa gigantesca y ambiciosa agenda ecológica que compromete a toda la humanidad será el futuro de Brasil, la gran civilización del trópico.
Carora, Estado Lara. República Bolivariana de Venezuela.
Viernes 27 de diciembre de 2024.