Es el cabo Rodríguez, hombre joven de normal estatura, cuerpo que se podría considerar atlético y piel color trigueño subido. Sus otras características físicas son más o menos las comúnmente observadas en el resto de los seres humanos, las cuales no despiertan mayor atención, salvo la gélida mirada que refleja cuando está desempeñando sus funciones militares.
Parece insensible, actúa como un robot y no tiene misericordia con nadie que se cruce en su camino, no es amigable, más bien inspira temor por lo que ninguna persona se acerca a él en solicitud de ayuda.
Su jornada de trabajo no tiene horario fijo, pues cada día es diferente e incluye horas de la noche o madrugadas. Una vez concluída su guardia, acude a su comando donde se despoja de su particular vestimenta verde oliva y además se desprende de sus instrumentos de comunicaciones y su espigado fusil.
Vive en el barrio San José de la ciudad, a donde se dirige después de cumplir con su trabajo. Lo hace ya vestido con su traje de paisano.
Es impresionante ver cómo cambia su actitud. Ahora tiene otro nombre, es Pedro Rodríguez L. un ciudadano común. Pareciera que el uniforme ejerce en él un extraño embrujo que lo transforma y le cambia su comportamiento. En fin, detrás de la coraza que le imprimen sus funciones militares, es un ser humano como cualquier otro, ya no es un hombre de contextura metálica, es una persona que siente, que disfruta de la vida y padece de sus penas. Todo dentro del marco que establece su seriedad, característica en él, sobresaliente. Es vulnerable a las enfermedades, tiene sus sueños, tiene familia cuyo núcleo más cercano es su esposa y su pequeño hijo de apenas siete años a quien llama Pedrito, diminutivo de su nombre y por quien siente un amor que raya en la locura.
En la comunidad donde vive es persona muy estimada dada su forma austera de vida, ser amante de su familia, ciudadano respetuoso y no dado a la mala bebida ni otros desvaríos.
Sus entradas económicas son pocas, pues no practica la corrupción como parece ser en otros casos. Es pues un hombre honesto y de principios morales bien arraigados.
Por estar en tiempos navideños la adquisición del regalo para su hijo constituía su mayor preocupación.
Pedrito, en carta repleta de ingenuidad dirigida al Niño Jesús y haciendo uso de sus incipientes conocimientos de escritura, pidió un camión que volteara su carga y que sus ruedas permitieran el cambio de dirección.
Pedro después de haber pedido insistentemente la ayuda de Dios, haber ahorrado durante algún tiempo y haber tenido algunas limitaciones en sus gastos de vida, logró reunir el dinero necesario para adquirir el juguete deseado por su hijo. Lo mantuvo escondido mientras llegaba la noche de la Navidad tan esperada por Pedrito.
Llegada la fecha para dar cumplimiento a la entrega del regalo, Pedro se encontraba en servicio, es decir estaba en su estado repulsivo.
Previendo esta situación y con suficiente prelación, había solicitado ante las autoridades del comando, un permiso para abandonar su puesto de trabajo e ir a su casa a cumplir el sagrado deber con su hijo. Dado su buen comportamiento, la razón de la solicitud y por vía de excepción, le fue otorgado el permiso, pero sólo por pocas horas, justo lo necesario para cumplir con su objetivo.
Así, el cabo Rodríguez con su uniforme verde oliva surtida de bolsillos, cargado de artefactos de comunicación que le colgaban de su ropa, todos los aditamentos propios de su oficio y disfrutando del permiso otorgado por sus superiores, se dirigió a su casa donde Pedrito, su hijo, plácidamente dormía en espera de la celestial visita del Niño Dios.
Sí, cuando vio a su hijo sintió una gran emoción, el cabo Rodríguez en ese momento no era cabo ni tampoco el hombre del barrio. Quizás aquel hombre impenetrable y hasta temible, presentó una imagen diferente, casi sobrehumana, se convirtió nada menos que en auxiliar de El Niño Jesús y colocó en los pequeños zapatos de su hijo, el ansiado regalo que ese mismo Niño Dios, le había ayudado a conseguir.
TOMÁS GONZÁLEZ PATIÑO
DICIEMBRE 20 DE 2022
Foto cortesía de Artes Verna (Síguela en Instagram artesverna)