Sumergirme hoy en mis más lejanos recuerdos,
eso es lo que quiero,
buscarme en nebulosas apagadas,
tratar de recordar cuando era nada
o tal vez ese punto de espuma transparente
que se pudo salvar de esas tormentas del tiempo.
Hoy quiero desarmar mis estrategias de espejos y escondrijos,
burlar la casualidad de los milagros,
poner mis genéticas insignias en el blanco papel del primer día.
Así;
siendo estanque inmóvil, cristalino,
ver caer la primera hoja de mi árbol madre.
Algo se derrumba
y una multitud de manos se erigen como nubes.
Un abismo me invita a saltar y yo obedezco.
Soy tan liviano para esos brazos que ahora son mi vuelo…
los miedos vienen conmigo pero también me empujan adelante.
Soy, en esta nueva morada,
el todo y parte
soy hijo y padre
soy lo que en caricia moldea aún mi madre,
soy la obligada faena de vivir
y compartir este pedazo de cielo con espléndido sol y con tormentas.
Soy el plural del pan en un «tal vez» que no es igual al «cada día»
soy ésta misma piel de hermano,
soy esperanza y agonía,
soy este piso de tierra donde quedó mi huella
y el. mismo sustrato en el que otras raíces se entrecruzan y ,de pronto, son sombras abrazadas, por lo tanto dejo de ser, por un momento, suspiro solitario para ser parte de ellas; fusión de almas, fragor de cuerpos saliendo del lodo implacable del destino.
Le abrimos un boquete pequeño al techo para ver las estrellas,
¡es nuestro el cielo!
el fuego que quiso devorarnos dejó incompleta la tragedia,
¡vendrán mejores días!
dice mi madre
«Se venden empanadas»
dice el cartel en cartón reciclado, colocado
al frente de mi casa,
y mi padre ha salido a desgastar sus zapatos
en las calles de un mundo en donde, como él,
hay muchos desempleados.
Es nuevo el día para organizar la fiesta:
las frutas asumen su majestad de dulzuras en la mesa,
la sopa de un arroz con sal y mantequilla alcanza para todos,
si fuera solo arroz seco, ganaría el hambre,
pero hoy ganamos la partida.
Sigamos
los tiempos cambian,
otra vez el amor nos ha salvado.
¡Bendición mamá!
¡Bendición papá!
vuelvo temprano.
Un día se fue mi hermana, la pequeña;
complicaciones que trae la pobreza,
esa mesquina muerte y su ruleta.
Después de mamá y papá, también se fue mi hermano; amigo de mis amigos, compañero indispensable en este viaje.
Mas ésta travesía no termina
y aquel cielo
que un día se asomó con sus estrellas a nuestras vidas de niños asustados
es el mismo que en su devenir
nos ha multiplicado,
nos ha enseñado el brillo fundacional
de la tribu que siempre somos y seremos,
nos muestra que hay muerte y nacimiento en su infinito océano de oleaje inacabado;
que estrellas, planetas, galaxias y su vasto misterio, son la sintesis común de ésta constante lucha por la vida.
Por eso
abrazo a mis hijos
a mis nietos
a mi compañera
y mis amigos
a la suma de seres que marchan hacia el amanecer conmigo,
a todo aquel que comparte este legado,
y siembra, labra su porvenir y ama
en esta casa grande que es el mundo
en este fuego fraterno
que en tiempos difíciles o buenos
asume con honor y valentía
la impecable proeza de ser una familia.
Por eso
volveré a ser otra vez página en blanco
para que quienes me sucedan
sean ellos siendo
sin dejar de ser la misma gente…
la misma historia.