Autor: Edecio R. Riera. M.
Juan Martínez Herrera nació en Caracas, la Capital de la República Bolivariana de Venezuela, el 1ro de mayo de 1930, día del trabajador. En este mes estaría cumpliendo sus primeros 94 años de su valiosa existencia terrenal, y la mayor parte de su vida en el ámbito cultural.
En la década de los años 60, llega a Carora el Dr. Juan Martínez Herrera, un médico en el área de la Odontología, a quien una caroreña que conoció en la UCV cuando ambos, estudiantes de esa carrera lograron coincidir por esa atracción recíproca del sentimiento humano y esta caroreña Teresita Yépez, quizá, por ese don del regionalismo que poseen los torrenses, ató con su lazo de cupido a este insigne trabajador, bregador por el hecho cultural y lo convenció de venirse a trabajar a su ciudad natal, pá Carora, su tierra chica, bueno, y en ella se ubicaron con todo el placer y deseos de realizar una excelente convivencia, en esta Carora donde el comentario, es que el Diablo anda suelto.
“Carora, tierra montada históricamente sobre cofradías y germinada por un esfuerzo solitario de unos agricultores de las Islas Canarias construyó en su laberinto de soledades una ruta particular de niños locales mediante los cuales engañó al ángel de la muerte cuando éste pedía primogénitos y le era entregado en su lugar un enano sin nombre criado en el cuarto trasero de la fantasía.
Dormida entre leyendas y saboreando el elíxer de mesianismo cobijado en una orgullosa timidez, Carora siempre a la espera de un quijote disfrutaba Sancho Panza de una modorra con sabor a mondongo.
Cuando llegó Juan Martínez con su trompeta anunciando la muerte del letargo se acabó la espera y todos accedieron a formar filas para ser parte de algo nuevo y extraño entresacado de las profecías no escritas por Don Chío, quien desde su comunismo particular soñaba una Carora igualitaria y fraterna, unida por el vínculo impreciso de la cultura”
Juan Páez Ávila Revista Carohana.
Allí comienza su trabajo profesional, aperturó un consultorio privado para atender a pacientes con problemas odontológicos y en horario distinto lo hacía en el IPAS-ME, en esta institución atendía a los educadores, trabajadores y personal administrativo de las instituciones educativas y sus familiares de este municipio; que fuesen afiliados a esa organización de atención social del Ministerio de Educación.
Se cuenta que en esa época, la década de los años 60 Carora fue estremecida por un gran movimiento telúrico en el aspecto cultural, fue un sacudón tan fuerte que no dio tiempo para pensar, ni de reflexionar en torno a lo que se tenía que hacer o no hacer. Una duda tal vez. Empero, la efervescencia superó los pronósticos y la avalancha fue mucho mayor que lo esperado, todos querían ser parte de ese ejérito de músicos y la dedicación fue integralmente, a pesar de los regaños por no asimilar unas lecciones que más adelante serían el triunfo de un esfuerzo denodado que satisfizo el ego personal de muchos o para servir al bien común de toda una comunidad.
Aquí tienes mucho que hacer, posiblemente le hizo este comentario. Era el año 1963, cuando en forma definitiva deciden residenciarse en esta ciudad. Esta pareja de profesionales de la odontología, ya establecidos en Carora y ejerciendo la carrera para lo cual, sería el modus vivendi de estos médicos de la salud bucal, lograron procrear 4 hijos: Juan Tomás, Jaime, María Teresa y Carolina. Todos ellos fueron formados por su padre en el área musical, destacándose Juan Tomás y Jaime; el primero como excelente barítono y el segundo como un virtuoso del oboe.
“El movimiento cultural sucedido en Carora durante la década de los sesenta del siglo 20 tuvo repercusión dentro y fuera de la ciudad y afectó de manera integral la vida de la capital del Municipio Torres. Uno de los protagonistas de este movimiento, siendo muy joven, fue el Lic. en Letras y Dr. En Filisofía, Cécil Humberto Alvarez Yépez, además de practicar actividades en jornadas genésicas de este movimiento, luego se convirtió en custodio y motor de la cultura caroreña, según los parámetros, planes y capacidades que se forjaron en los tiempos con Juan Martínez Herrera como líder.
Este movimiento cultural que algunos de nosotros calificamos como Revolución Cultural porque transformó antropológicamente la forma de asumir como sociedad convirtiendo nuestra secular soledad en manantial de virtudes creativas”.
Jorge Euclides Ramirez. Internet.
Las características peculiares de esta ciudad, determinaron que este caballero le dedicara más tiempo a la actividad cultural que a su profesión y por lo tanto, la mayor parte de su vida fue dedicada a coadyuvar con sus saberes y de alguna manera, al progreso de esta Carora, que todavía para esa época se mostraba en un estado muy incipiente de desarrollo, específicamente en el aspecto cultural. Sin embargo, tenía la información, que en esta tierra habían surgido grandes virtuosos de la guitarra, la poesía, la pintura, la música, la composición, la literatura, etc. Es posible que el Dr. Juan Martínez Herrera, pensó y meditó en torno a estas circunstancias, pero, no concebía, el por qué, esas cualidades artísticas no se habían masificado en un porcentaje significativo.
Es lógico pensar, que el Dr. Martínez Herrera deseaba realizar un trabajo bastante rápido, muy acelerado con el fin de poder palpar resultados tangibles y efectivos, ya que, también el comentario, por esos grandes logros, alcanzados y por esos ilustres conterráneos, eran debido a una motivación y estimulación temprana. Todo ello es posible, porque de esa manera, ha sido siempre evidente; cuando se cuenta con alguien que pueda ejercer esa tutoría en beneficio de la persona dispuesta a desaprender para aprender o iniciar un proceso de aprendizaje comenzando de cero. Quizá, el Dr. Martínez Herrera, trajo a colación el “Ensayo sobre El entendimiento Humano” del filósofo empirista inglés John Locke, quien abordó el origen del conocimiento: “el entendimiento es una tabla rasa sin nada escrito”.
“Según el Dr. Luis Eduardo Cortés Riera, Cronista de la ciudad de Carora, quien conoció al Dr. Martínez Herrera. Luis Cortés, recién llegado de las tierras frías sanareñas y siendo él un niño, su padre le sugirió que le abriese la puerta de la institución, para que afinara un viejo piano vertical de la afamada Casa Steinway & Sond, una vez que tuvo la información necesaria, que en las instalaciones del Grupo Escolar “Ramón Pompilio Oropeza”, en un rincón del escenario estaba colocado ese inmueble, esperando de una mano amiga que lo pusiera a funcionar y él, con su alicate en mano, logró ponerlo a tono, a pesar de su molestia por no conseguir la afinación deseada en el tiempo propuesto, más su constante empeño y dedicación, hizo posible que este viejo instumento, entrara en funciónamiento, por cuanto, todo estaba pensado en beneficio de los estudiantes, pues bien, sin profesores, sin partituras y desafinado, era imposible que alguien se le acercara a objeto de acariciar sus cálidas teclas, y llenas de polvo, que anhelaban producir algunos acordes y notas que permitieran satisfacer un deseo personal”
Dr. Luis Eduardo Cortés Riera, Cronista de la ciudad de Carora
Como una idea de expresarlo y de una manera muy humorística, aunque creo tener razón, al comentarlo de esta forma, que por su vocación y empeño de efectuar una labor que lo conllevaría a lograr y a masificar la actividad cultural en un nivel jamás visto en esta comarca. Él con su alicate en mano, se comentaba: que lo usaba con mayor frecuencia al tratar de afinar este extraordinario instrumento, que extraerle alguna pieza dental a sus clientes y pacientes.
La actividad cultural fue mucho más atractiva que dedicarse a su carrera universitaria, pues, ya traía un buen bagaje de formación cultural inducido para el hecho musical, durante sus estudios en la Universidad Central de Venezuela, porque fue uno de los primeros que interactuó en la organización de los ensayos con el Quinteto Contrapunto: junto al Dr. Jesús Sevillano, Rafael Suárez, Morela Muñoz, entre otros.
Su primera meta fue la de fundar “El Orfeón Carora” y la primera “Orquesta Sinfónica Infantil” Paralelo a estas actividades, propuso crear un espacio que le sirviera de cobijo a su meta establecida. Un espacio para albergar a esa gran cantidad de adultos, jóvenes y niños, cadentes y sedientos de adquirir esos conocimientos musicales. Acudían a él sin ninguna limitación; sin importarles cuan mínimo, moderado y fuerte fuese el regaño o para expresarlo en el argot de la música, cuan piano, moderato o forte fuese el regaño, por no asimilar con exactitud y precisión la nota musical impartida y por desafinar constantemente, sin embargo, el lanzamiento con mucha fuerza de su zapato del pie derecho contra el piso o la pared del recinto; que servía de sede para los ensayos de su incipiente proyecto; ponían a temblar a los participates, sin embargo, “Pá lante es pá llá”
Más el grito estridente. ¡¡¡¡¡¡Por favor atención!!!!!! a objeto de que los participantes no perdieran la concentración, no se distrajeran, y aunque fuese por un momento, tratar de conservar los pocos conocimientos adquiridos, y que se habían logrado impartir.
Podemos inferir que Martínez Herrera pensaba, (es ahora o no será nunca), es por esas razones, que creemos, que con esa actitud que solía tomar, aun cuando, no era la mejor desde el punto de vista pedagógico; cumplió su cometido, porque en muy corto tiempo vio fructificar su cosecha con valiosos frutos en esos campos de la música sinfónica y de la actividad coral.
“En el año 1964 el Dr. Juan Martínez Herrera funda el Orfeón Carora, todo un acontecimiento cultural al que seguirá la creación de la Casa de la Cultura de Carora en 1965; en ese templo del saber y de la cultura que nació en la Casa Amarilla”.
Dr. Lus Eduardo Cortés Riera. Cronista de la ciudad de Carora
El orfeón fue consolidado y cada día más participantes solicitaban que los incluyeran, porque querían ser parte de ese algo, “nuevo o extraño” al cual se refería Juan Páez Ávila. Sin embargo, Juan Martínez no les decía nunca que no y a todos los admitía, quizá por aquello, que en primer lugar: deseaba masificar en una gran escala sus ideas y por otra parte quería comprobar si era verdad, ese comentario del gran talento musical que existía en este pueblo. El otro aspecto era que todos los participantes tenían que someterse rigurosamnete a una audición a objeto de que pudiesen ser evaluados y si asimilaban la prueba, serían seleccionados.
El proyeto de la Casa de la Cultura que inició en el año 1965, fue el más sencillo, el más viable, sin muchas complicaciones y el que más rápido fue logrado. Hemos dicho que el escenario del Grupo Escolar “Ramón Pompilio Oropeza” y la “Casa Amarilla”, cedieron una parte de sus espacios con el propósito de iniciar los proyectos a los cuales hemos hecho referencia.
Fue un gran motivo de alegría, porque, el orfeón una vez consolidado, se trabajó en constituir, con la realización de varias reuniones, una comisión que fungiera como el ente promotor de esta iniciativa y al mismo tiempo, esa comisión pasó a ser “Amigos de la Casa de la Cultua”; y la misma estuvo integrada por varias personalidades: Cruz María Salas, Pablo Alvarez, Dr. Domingo Perera Riera, Prof. Expedito Cortés, Cécil Alvarez, Teresita Yépez, Prof. Nerys Carvallo, Oswaldo Galeno, Acacio Chacón, Cruz María Zubillaga, Norma Pinto, Manuel Briceño Guerrero, Rafael Enrique Herrera, Juan Perera, Carlos Miguel Alvarez, y muchos más. Entre los objetivos estaba solicitar al Presidente el Concejo Municipal del municipio Torres, una vivienda que estaba desocupada en la calle Comercio de esta ciudad. El Presidente del Ayuntamiento para esa época fue muy receptivo. Se hicieron las diligencias respectivas y los arreglos pertinentes fue adquirido dicho inmueble, ubicado en la Zona Colonial, y desde esa fecha, fue convirtido ese inmueble en la Casa de la Cultura de Carora. Con la visión de Juan Martínez Herrera, fue acondicionada totalmente. Un buen espacio fue asignado al auditorio, tres grandes salas para los ensayos, más varios corredores, del mismo modo servían para la ejecución de estos. Una pequeña oficina para los asuntos administrativos. El porche y el jardín, con muchas especies vegetales de esta zona xerófila. La entrada con un largo corredor, más las paredes de ese sitio fue transformado en un pequeño museo. En él fueron colocados diversos objetos de años anteriores a la fecha. Estos objetos fueron donados por los representantes de los educandos, como por los amigos de la casa. En fin este pequeño museo tenía una visión muy aceptable y allí podíamos observar: instrumentos musicales,máquinas de escribir, planchas de hierro, teléfonos, relojes, vitrolas, sillas, sombreros, gorras de policías, piezas arqueológicas precolombinas prehispanicas, cestas, máquinas de moler maíz, piedras de amolar, vasinillas, tocadiscos, discos de acetato, entre muchísimos objetos.
Este espacio fue un complemento fundamental para la ambientación de esta casa cultural, el mismo servía de información y recreación y a la vez se apreciaba la evolución de algunos de esos materiales.
Con relación al trabajo realizado para la fundación de la Orquesta Sinfónica Infantil, este fue mucho más lento, con muchas dificultades y se tuvo que asumir de esa manera al dedicarle mayor tiempo, a pesar de esos inconvenientes; hubo un avance que fue superado por momentos, por etapas y con mucha más paciencia, ya que, en su mayoría, el grupo estaba conformado por niños.
El objetivo más importante significaba conseguir los instrumentos y al mismo tiempo, formar a los ejecutantes, pues bien, no se tenía ni lo uno ni lo otro.
Eso era fundamental, indispensable; una necesidad imperiosa, por lo tanto, significaba un gran reto, el cual, era lograr, sin importar el costo. Fueron planificadas varias tareas. Mientras tanto, esto sucedía con los primeros admitidos los cuales, eran un grupo muy numeroso, y con el mismo se comenzó por impartir las clases de Teoría y Solfeo, a objeto de aprovechar al máximo el tiempo, porque el mismo estaba considerado de suma importacia y de una necesidad esencial para alcanzar la meta trazada.
Muchos de los estudiantes, compraron sus instrumentos. Representantes, familiares de los niños y jóvenes participantes, dieron su aporte para colaborar con otros niños, que no tenían los recursos para adquirir el instrumento. También, un grupo de empresarios y personas solidarios con esas ideas, aportaron su granito de arena y lo que parecía un problema muy serio, fue solucionándose.
Para la formación académica de los educandos, tampoco se contaba con los profesores para impartir las clases de la cátedra de cada uno de los instrumentos. Este requerimiento fue gestionado a través del Conservatorio Musical de Barquisimeto, Vicente Emilio Sojo, lográndose un selecto grupo de profesionales, con el fin de que viajaran hasta Carora. Unos hacían este viaje entre los días de la semana, un subgrupo en la mañana y otro por la tarde. Fue constatado a otro número de profesores que están disponibles para los fines de semana.
Quizá este modo de operar fue muy significativo y en forma especial, les fue recomendado a los estudiantes más avanzados, ayudar en forma particular a los que estaban rezagados, e incluso a los recién llegados; por una razón muy sencilla el personal no era suficiente. Esta fue una idea innovadora, eficaz y didáctica de avanzar con mayor rápidez y conseguir la mayor cantidad de ejecutantes para la conformación de la Orquesta Sinfónica Infantil.
Es menester reconocer la labor desempeñada por varios músicos de la comunidad que aportaron sus conocimientos, sin haber pasado por alguna academia, ellos contribuyeron de algún modo con su parte para el propósito de ese proyecto, el cual iba a redundar en una gran cantidad de niños de nuestra ciudad.
El énfasis de esta idea, plan o proyecto no era exclusivo de una persona, era de todos, que todos aportaran; aquel que poseía algo, que lo podía dar o aportar para el beneficio de su ciudad y en particular para la ejecución de este singular proyecto que benefciaría a un sin número de niños y jóvenes de este municipio, ese aporte sería siempre bienvenido.
Año 1969, la ciudad de Carora y su gente fue organizada para celebrar su Cuatricentenario, y en forma paralela, sin descuidar los proyectos musicales que estaban planificados, se trabajó en función de montar una obra de teatro, basada en la Leyenda “El Diablo anda suelto en Carora”.
Toda esta actividad fue organizada por la Casa de la Cultura. En varias reuniones planificaron la manera de efectuar, y coordinar lo mejor posible las acciones a tomar. El periodista Rafael Montes de Oca Martínez, natural de Las Matas, de la Parroquia Altagracia, en la Otra Banda, fue el dramaturgo que escribió la obra antes nombrada.
El objetivo tenía un propósito: homenajear a la ciudad con esta obra de teatro y nada más propicio, e importante que escenifcar y reflejar estos acontecimientos acaecidos a mediados del siglo XVIII, en esta ciudad, en tiempos de la Colonia, los cuales, sirvieron de marco para darle origen a esa leyenda.
Los proyectos de la creación del orfeón y de la orquesta sinfónica continuaron su marcha, prosguieron con su ritmo normal, como se comento antes, los mismos siguieron su curso como estaba estalecido y simultáneamente o en paralelo fue promovido este otro proyecto. Como fue comentado, que esto fue una revolución cultural. La Casa de la Cultura quiso abarcar todas estas actividades. Fue el ente que auspició y sirvió de apoyo para alcanzar este objetivo. Varios de los participates del orfeón, incursionaron como actores y actrices. Podemos mencionar a: Teresita Yépez, Acacio Chacón, Oswaldo Galeno. Pablo Alvarez , Orlando Riera (El Chato), Cruz María Zubillaga Florido, Prof. Nerys Carvallo. Jesús Alvarez (El Cabolipe) Vicente Paul Meléndez (Chaul), Cruz María Salas, entre otros, y un buen grupo de personas que actuaron como extras.
Tenemos que destacar que nuestro personaje Juan Martínez Herrra, representó a Don Tiburcio Riera, quien era para la época uno de los Alcaldes de la Ciudad, junto con Don Adrián Tuñón de Miranda.
En el año 1970, regresa de La Guaira, el joven Rito Ramón Rodríguez un cultor caroreño, quien se había establecido en esa ciudad mientras realizaba un curso avanzado de actuación teatral y quiso darle a su pueblo un regalo. Escribió una obra intitulada “Juicio al Diablo”, la misma fue estrenada en la Casa de la Cultura de Carora en el año 1970. Esta obra estuvo en cartelera por espacio de tres años años consecutivos, 1970, 1971, y 1972 debido al gran éxito alcanzado. Aun cuando, esta obra era muy distinta a la anterior, el objetivo era juzgar al Diablo por su conducta y lo más interesante fue que el Tribunal falló a favor del Diablo. Rito Ramón, a parte de quien fue el director, también participó como actor principal e invitó a su profesora de teatro,la Lic.Josefina López Córcer, quien estuvo presente en el estreno, suponemos que la presencia de ella significaba realizar una evaluación a dicho montaje.
La actividad teatral fue otro de los proyectos u objetivos que auspició la casa de la cultura. El teatro cobra mucha importancia. Fue consolidado como todo un proyecto, con mucha fuerza, Posteriormente comienzan a surgir nuevas organizaciones teatrales, entre ellas: El Grupo de “Jóvenes Trbajadores del Teatro”, pero, estos que inician, no tuvieron mayor duración. Es el “Grupo Corpahuiaco Teatro” quien da la pauta, y comienza con una serie de obras las cuales obtuvieron un gran éxito, pues bien este grupo se preparó muy bien a través de una gran cantidad de cursos y talleres. Dicho grupo ya establecido, estuvo conformado por: Martín Rodríguez, Jorge Alvarez, Vidal Rodríguez, Justo Escobar, José Piñango, Argenis Rojas, Frank Chirinos, Rcardo Navas, Mireya Alvarez, Freddy Campos, Rosa Mendoza, Richard de Angeli, Omar Lozada, Williams Carrasco, Deyanira Pozo, Nervis Montes de Oca, Edecio Riera, entre otos. Como podemos apreciar, este grupo numeroso significó ser un buen elenco, los mismos tenían una excelente cualidad en la actuación.
El grupo en referencia es quien le va a dar vida a esta actividad y se van a mantener por muchos años. Entre las obras más emblemáticas, de mayor resonancia y con varias presentaciones debemos destacar. “Alí Babá y los 40 Ladrones”, “K K Subirá al Cielo”, varios monólogos, entre otras.
Transcurría el año 1973, luego de ese terrible golpe de estado que dio el General Augusto Pinochet, en Chile. Muchos fueron los asesinados, los encarcelados, los desaparecidos y una gran cantidad de ciudadanos tuvieron que salir de su país; emigrar a otras latitudes. Carora tuvo el privilegio de poder contar con un preciado grupo de músicos,y profesores de diversas cátedras. La Ciudad los recibió y los admitió en su seno.
La Casa de la Cultura de Carora, del mismo modo, hizo lo mismo, les dio el apoyo necesario e indispensable y fueron incorporados al proyecto de la Orquesta Infantil.
Esto fue un gran logro sustancial, la incorporación de este grupo de profesores chilenos: El prof. Hernán Jerez con su familia, ya que tanto su esposa y sus tres hijos eran músicos, igualmente los profesores Sergio Miranda Asenjo y el Prof Pedro Vargas. Ellos le dieron un gran impulso a esta idea, porque, no era una idea superflua o una utopía, Era una realidad palpable. Definitivamente esta orquesta logró su objetivo y fueron surgiendo diversas presentaciones e incluso giras a otras comunidades del municipio y fuera de él.
Para esa época apareció una polémica sana, para el bien de todos, se comentaba que la primera Orquesta Sinfónica Infantil de Venezuela la había creado el maestro José Antonio Abreu, no obstante, ya por estos lares incursionaba una Orquesta Sinfónica Infantil, creada por el Dr. Juan Martínez Herrera. Lo importante de esta controversia, es decir, quien haya sido primero o segundo, no tiene mucha importancia, sí, para la historia, lo fundamental fue que los dos personajes aludidos obtuvieron grandes éxitos, una gran resonancia en el país por la creación de estos magnificos proyectos musicales, los cuales le han dado al país infinidad de satisfacciones, muchos reconocimientos y ha logrado incorporar a miles de niños y jóvenes a estos sistemas musicales, para que le sirvan al país. Otro logro importante alcanzado fue que incorporaron a dichas organizaciones de la música clásica, a muchos jóvenes y niños con problemas de conducta y con alguna discapacidad: visual, audiiva, motora, entre otras.
En ese mismo año, también fue incorporado a esta casa cultural, el Prof. Gustavo Rivero Tejada, un pintor de origen Boliviano, junto con su esposa la señora Eva de Rivero de origen suizo, quienes habían sido desterrados de Bolivia.
Inmediatamente a su llegada a este pueblo crea la “Escuela de Bellas Artes”, este es otro proyecto, que al igual que los anteriores va a impartar positimamente y determinante en un numeroso grupo de personas por la atracción hacia el dibujo, la pintura y las artes del fuego. Fueron muchísimos los participantes que estuvieron interactuando con el profesor Rivero Tejada, este excelente pintor y magnifico ciudadano boliviano. Esta institución pictórica funcionó en un anexo de la Biblioteca Dr. Ildefonso Riera Aguinagalde, porque, la Casa de la Cultura no tenía espacio suficiente. Prosiguiendo con esa idea de Revolución Cultural, fue a partir del año 1981, con la puesta en práctica del Sistema de Educación Básica, se le sugirió a quien esto escribe, a fin de que colaborara con la redacción del proyecto de convertir a esta institución cultural en una “Unidad Educativa Integral”, por cuanto, los estudiantes que egresaran de ese sistema, optaban por el Título de Educación Básica Mención: En música ejecutante de un instrumento, en teatro, Actuación Teatral, en Ballet, Bailarines, en Artes Plásticas Dibujo y Pintura.Esta fue la visión propuesta por esta organización cultural y con este proyecto, auspiciado por Martínez Herrera, y lo que se pudo concretar con el mismo, fue la creación de una sección para El Ballet, dirigido por la Prof. Maruja de Meléndez y el “Kinder Musical”, que lo dirigía la señora Eva de Rivero Tejada; con otro personal como asistentes. Del mismo modo, estos proyectos funcionaron en un espacio distinto; en una casona que está al frente de la casa cultural, por el mismo motivo: el espacio de la casa de la cultura resultó insuficiente.
Para esta fecha muchos de estos proyectos ya no están funcionando. El principal motivo, creemos que se debe a la ausencia del Dr. Juan Martínez Herrera, aun cuando, no está presente físicamente, está en forma espiritual en todos esos ideales que fueron convertidos en ambiciosos planes y proyectos, no obstante, fueron ejecutados con mucho éxito y los mismos cumplieron su cometido, para lo que fueron planificados. En verdad podemos afirmar, asi como lo han expresado algunas personas; que esto fue un “Terremoto cultural”, “Un movimiento telúrico”, una “Revolución cultural”. Partiendo de ese hecho metafórico y atribuyendo estas metáforas a esa efervescencia que surgió en esta ciudad con la llegada de este propulsor, de este carismático personaje, cuya idea fundamental, significaba darle un giro positivo a los pobladores de esta comarca y para todas las edades, con el objetivo de que asumieran el hecho cultural como un signo de trascendencia universal y que el mismo se mantuviera, se conservara para siempre como una herencia espiritual.
El proyecto que aun se mantiene vivo y constante, es el “Sistema Nacional de Coros y Orquestas Simón Bolívar y el Sistema de Música Venezolana “Alma Llanera. Afirmamos esto porque, los mismos dependen del Estado Venezolano y es a la vez un Sistema Autónomo, con presupuesto propio para su funcionamiento.
En fecha reciente, la Orquesta Sinfónica Juvenil “Pedro León Torres” Bajo la dirección del talentoso Maestro Felipe Izcaray, que también se formó en la casa de la cultura, quiso completar el ciclo de Sifonías de Beethoven, ya que, esta obra musical, para su montaje definitivo significaba un gran reto, pues, dependía en gran medida del canto coral, para lo cual había sido escrita, y las veces que se intentó, no fue posible, por razones obvias, reunir a esa gran cantidad de participantes para su ejecución.
“En la Novena Sinfonía de Bethoveen, llamada la “Coral” por cuanto, fue compuesta con una parte de participación de una masa coralistas y de solistas que según los entendidos, era algo inusual para la época que fue compuesta por su autor.
La noche única, la calidad demostrada por los interpretes instrumentistas, coralistas, solistas y director musical dejó en el sabor de los presentes el por qué Carora es una ciudad musical y donde el talento crece silvestremente. Al final, luego de minutos de vivas y aplausos se veían correr lágrimas en los ojos que aun estaban sobre el escenario y los que llenaban las butacas del Teato Alirio Díaz. Esta composición es además el Himno de la Unión Europea que por su alta calidad musical y prácticamente bien lograda, al hacer un llamado de paz, unión y especialmente alegría.
La parte coral fue un enjambre proveniente del legendario Orfeón Carora, que dirige Mario Salas, Coro Sifónico del Municipio Torres, que dirigen Williams Santeliz y Florimar Seguerí y como un regalo especial, el Coro del Núcleo de Quebrada Arriba que dirige Jesús Bastidas. Los solistas la noche fueron el experimentado barítono Juan Tomás Martínez, José G. Carmona como tenor, Marelys Gonxález contralto y Edimar Adan, soprano.Todos demostraron con sus voces, ser de primer orden”.
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