Por Sonia Mauriello
La música junto a la expresión corporal constituye un factor muy importante en el desarrollo del niño, sobre todo si el niño presenta algún trastorno en su conducta.
Tener un hijo con autismo, con hiperactividad, con ADD significa estar en una búsqueda continua de herramientas para su beneficio. Una de esas herramientas es la Música, y lo digo con propiedad porque durante mis años de experiencia como pedagoga musical he palpado la ayuda inestimable en el desarrollo de estos niños. Estos niños son inmensamente sensibles debido a la gran capacidad sensorial, su experiencia de escuchar la música es muy placentera y satisfactoria.
En el Taller de Iniciación Musical “Tríole Tá”, trabajamos la música junto a la expresión corporal como puente para bajar tensiones o desequilibrios. La música es sinónimo de movimiento, movimiento es juego, algo muy importante en los primeros años de vida de un niño y a través del juego trabajamos los sentidos y a través de esta conexión de la música con el juego, el niño desarrolla sus experiencias, conocimientos, habilidades y aptitudes. Por eso nuestro lema es: Juego-aprendo.
En el caso de los niños con necesidades especiales, la música ayuda mucho sensorialmente, a través de los sentidos los niños pueden desarrollar, crear, aprender, comunicarse e interactuar en grupos y algo importante crear su propia paciencia y su tolerancia
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En nuestro Taller Musical trabajamos con la metodología Dalcroze, esta metodología abrió las puertas para la terapia musical, el método Dalcroze está basado en la idea de que el alumno debe experimentar la música: física, mental y espiritualmente. Tiene como meta principal el Desarrollo del Oído Interno, así como el establecimiento de una Relación Consciente entre Mente y Cuerpo para ejercer Control durante la actividad musical.
En el Taller Musical “Tríole Tá” trabajamos la integración ejercicios de coordinación, atención, memoria, disciplina, disociación o lateralidad, ejercicios estos que ayudan al desarrollo psicomotor del niño, todo esto bajo la Metodología Dalcroze. Anexo a esto incorporamos el sistema Orff e instrumentación de acuerdo a la posibilidad y habilidad de cada niño. No importa el instrumento que sea, lo importante es que se integre y participe en nuestras actividades para lograr nuestros objetivos: integración y sociabilidad.
Cada niño es un mundo y cada uno necesita su método, su trabajo propio, hasta integrarlo con el resto de los niños para poder tocar, cantar y hasta presentarse en una actividad pública, es una experiencia maravillosa tanto para él, como para sus padres y familiares y para mí un inmenso placer el darle la oportunidad de seguir adelante y de ser partícipe de esta sociedad que es tan dura y crítica.
Todos los días le doy gracias a Dios por haberme dado el amor hacia la Música y a mi madre por haberme hecho llegar a ese mundo tan maravilloso y poder transmitir a los niños , mi inmenso deseo de aprender todos los días con ellos.
Fuente: Edición 3 Aldea Magazine