Por Luis Eduardo Cortés Riera. cronistadecarora@gmail.com
En cuanto a su relación de los insectos con los humanos, desde tiempos remotos ha existido un conocimiento de los artrópodos, que si bien se ha vinculado principalmente a los aspectos económicos (ya sea nociva o benéficamente), de salud pública, y de terapéutica, también se han hecho presentes en la cotidianidad de los humanos a través de refranes, canciones e inclusive en la cosmovisión de las culturas. ¡Casi todas las culturas tienen algún tipo de mitología de araña, y abundan los cuentos populares sobre estas criaturas raras!
Dice el genetista Luiggi Cavalli Sforza que la palabra más antigua que conocemos es la palabra piojo, que viene de la prehistoria humana. Se han descubierto pinturas rupestres con abejas en Zimbawe, India, Suráfrica que datan del mesolítico. En el Egipto antiguo los escarabajos eran una epifanía de los dioses. Recordemos que el famoso mito griego del hilo Ariadna tiene que ver con las arañas. En América precolombina son mencionados avispas y abejas en el Chilan Balam y el Popol Vuh de los mayas. Demás está decir que la ciudad de Carora, Venezuela, donde escribo este artículo, tiene nombre de insecto, pues significa en la lengua aborigen arawac cigarra o chicharra.
Origen de la palabra tarántula.
El nombre procede, dice Wikipedia, del troyano tarantola y alude a la ciudad de Tarento (en italiano, Taranto), en Apulia, región italiana meridional en cuyo clima mediterráneo seco son abundantes las arañas de la especie Lycosa tarantula. Su popularidad tiene que ver con el efecto supuestamente mortal de su mordedura, que en realidad no es tan grave como la de un par de arañas más pequeñas, Loxosceles rufescens y Latrodectus tredecimguttatus (viuda negra), que también se encuentran en la región. Se suponía que una agitación constante como la que produce la picadura (tarantismo) era, a la vez, la forma apropiada de combatir sus efectos y se dio en llamar tarantela a cierta danza, cuyo ritmo veloz imita esos movimientos.
Se atribuía a Pirro (318-272 a.C.), rey del Epiro (el de las victorias pírricas), haber importado la araña desde su país de origen (en el norte de Grecia, actual Albania) como una forma de guerra biológica en su contienda con los romanos, a los que estuvo en un tris de vencer.
La “ciencia barroca” y el tarantismo.
En 1641 publica en sacerdote jesuita alemán Atanasio Kircher (1601-1680), autor de los favoritos de sor Juana Inés de la Cruz, un extenso trabajo sobre el tarantismo después de hacer una investigación in situ en Pouilles, sur de Italia. Se contaban numerosas historias acerca de que existía una extraña concatenación entre alguna música que se bailaba en la región y ciertas enfermedades, a su vez relacionadas con el culto a Dioniso (En la mitología clásica, Dioniso es el dios del vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis, y un personaje importante de la mitología griega).
Después de un extenso trabajo de campo, en 1641 publica sus estudios sobre el “tarantismo”, una rara enfermedad provocada por la picadura de una tarántula que causaba un deseo irresistible de bailar y bailar, en un agitado desenfreno.
El sacerdote germano, creyó haber descubierto un tipo de música que aliviaba los males del “atarantado” o “tarantulado”, permitiendo a los que la escuchaban bailar en trance durante horas o, incluso, días enteros hasta el agotamiento. Una de las letras decía más o menos: “si acaso te pica la tarantela, tendréis que bailarla con una vihuela”.
¿Qué pasó con el sacerdote Kircher? Pues, siguió investigando y al morir, su discípulo Giorgio Baglivi (1668- 1707) continuó con la investigación y enseñanzas de su maestro, estudios que recogió después Félix de Eguia y los publicó bajo el título “Historia de la Tarántula y su mordedura, y cómo la música, saltar y brincar con ella, es su eficaz remedio” (Madrid, 1745).
Otras voces más autorizadas que la de Athanasius Kircher, sostuvieron que el llamado “tarantismo” es una sofisticada forma de histeria, esto fue sugerido por algunos estudios realizados por los investigadores españoles como Manuel Irañeta y Jáuregi, Francisco Xabier Cid, y su obra “Tarantismo observado en España” publicado en 1787.
La tarántula folclórica.
Fue el naturalista sueco Carlos Linneo quien clasifica en el siglo XVIII este insecto arácnido que vive en la cuenca del Mar Mediterráneo, llamándola Lycosa tarantula. Se dice que recibe tal nombre debido a que abundaban en la antigua ciudad de la Magna Grecia llamada Terento, ubicada en el “tacón” de Italia de hogaño. Parece que los insectos venenosos de toda laya son muy comunes aquí, puesto que un alacrán aparece en el escudo de la ciudad.
En la isla italiana de Cerdeña existe un folklore muy rico del cual destacaremos la danza de la argia y el contrattitu, donde la risa actúa contra la enfermedad curándola, una enfermedad en particular asociada a la picadura de la tarántula, pequeña araña venenosa muy difundida en el área mediterránea de Europa y sobre cuya picada y efectos tenemos muchas noticias desde la Antigüedad clásica, nos dice el venezolano Vladimir Acosta en breve libro titulado Lo de arriba y lo de abajo, Monte Ávila, Caracas, 2021, p. 58 y siguientes.
La picada de esta peluda araña se produce en el cuello o en las manos y produce en mal llamado tarantismo y también tarantulismo, agrega Acosta. Se caracteriza por producir dolores abdominales muy fuertes, acompañados de un profundo estado depresivo y una acentuada perdida de la conciencia. Los textos medievales hablan de este mal desde los siglos XIV y XV en adelante. Se decía que es capaz de producir convulsiones sostenidas y que en los periodos de depresión y tristeza, esas convulsiones se expresan como deseos irrefrenables que siente el enfermo de bailar en forma alocada y hasta de desnudarse y hacer exhibiciones obscenas delante de todo el mundo.
La enfermedad era frecuente en la primavera, y como era recurrente, muchas de las recaídas eran también primaverales. El tratamiento del tarentismo era la música, en general una música rápida, de ritmo casi convulsivo, para seguir el de los movimientos de enfermo, y acompañada de risas y empleo de instrumentos agudos y ruidosos, como los que se usaban en los charivaris, alborotos, interrupciones con sartenes o abucheos contra matrimonios no compatibles. Se cree que las tarentelas napolitanas y otras formas musicales mediterráneas de nombre parecido, como los tarentos o tarantos españoles, perecen tener aquí su origen.
En la isla de Cerdeña, donde las tarántulas llegaron gracias a los movimientos tectónicos, ligados al choque de las placas africanas y euroasiáticas, el folklore ligado a este insecto toma el nombre de danza argia. Este es el nombre, agrega Vladimir Acosta, que los isleños dan a la tarántula y la enfermedad, que tiene allí otro sentido con el enfermo de tarantismo y con la enfermedad misma. Entre los sardos, lo que parecía dominaren la enfermedad, o al menos en su lectura folclórica, no eran las convulsiones que hacían danzar desenfrenadamente al enfermo, sino el estado depresivo, casi cataléptico, que las asemejaba a la muerte. Y quienes danzan son los que deben curarlo.
La danza sarda tiene los mismos rasgos carnavalescos de la tarantela del sur de Italia: risas, máscaras, travestismo, música estridente y ruidos dcharivari.
La ejecutan hombres y mujeres en unos casos, y mujeres solas en otros, y lo que se trata es hacer despertar y reír al enfermo, en el entendido de que la risa puede curarlo, haciendo revivir, recuperar la consciencia. Pero lo interesante es que los cantos pueden ser burlescos, satíricas, llenos de burla contra todos, comenzando con el enfermo; y que la danza cuando se trata de mujeres solas (que es lo más frecuente) se caracteriza por sus rasgos sexuales: aprovechando el estado inconsciente del enfermo, las mujeres se desnudan en medio de risas, dicen palabras groseras y hacen gestos obscenos delante de él, exhibiéndolos senos (tetas) y los genitales. Es como si la risa y la exhibición sexual femenina crearan vida o pudieran recrearla. La danza dura varios días y concluye cuando las burlas logran hacer que el enfermo regrese de su estado inconsciente y se reanime.
En el contrattitu encontramos a la risa enfrentada a la muerte. Los sardos llaman attitu al lamento fúnebre, que es-como en casi todas partes-triste y contiene alguna forma de exaltación del difunto; y el contrattitu es un momento de enfrentamiento a ese lamento y a esa exaltación. Se injuria entonces al muerto y a los suyos, tratando de poner las cosas en su sitio y hacer que las lágrimas sean remplazadas por la risa. En los casos en que el contrattitu es seguido de vigilias y banquetes fúnebres aparece un nuevo personaje, llamado sa bufona, esto es la payasa, que se encarga de hacer reír a todo el mundo con bromas sobre cualquiera y con algunas exhibiciones de su sexo.
Con todo lo antiguo que pueda ser, el contrattitu está más cerca del mundo contemporáneo; y no deja de hacernos recordar que aun en nuestros funerales, cargados de pompa y seriedad, las risas y los chistes, así sea en la periferia del lugar donde se vela el muerto, también se hacen presentes. No llegan, como en el contrattitu a burlarse del difunto, pero no dejan de ser una forma de soportar la muerte y de aligerar el dolor que la acompaña, concluye Vladimir Acosta.
El atarantado en Hispanoamérica.
Los conquistadores y colonizadores del Nuevo Mundo pasaron a llamar «tarántulas» a las arañas, mucho más grandes, de las familias americanas Theraphosidae y Dipluridae. En la literatura inglesa, la palabra tarántula se refiere solo a estas últimas y se llama wolf spiders (arañas lobo) a los licósido. Es que América ha sido una invención de los europeos, dice Edmundo O´ Gorman.
No estoy seguro de si Ángel Rosenblat trató de este americanismo atarantado que supongo deriva de la tarantela mediterránea. El Diccionario de la Lengua Española (2014) le da cuatro acepciones: 1. picado de tarántula, 2. inquieto y bullicioso, que no para ni sosiega, 3. aturdido o espantado, aturdido o espantado, 4. loco y de poco juicio (en Venezuela). No se queda ahí el Diccionario, pues nos da varios sinónimos y afines de atarantado: inquieto, bullicioso, travieso, jaranero, aturdido, atolondrado, desconcertado, confuso, distraído, zumbado. En la lengua portuguesa tiene semejantes significados.
Epilogo.
Las “tarantellas” son, de algún modo, las antecesoras del break dance afroamericano y la capoeira brasileña de nuestras épocas y la antesala de la musicoterapia, una suerte de medicina alternativa muy en boga actualmente. Actualmente, el reconocimiento del Breaking como disciplina olímpica por el Comité Olímpico Internacional y su inclusión en los Juegos Olímpicos de París 2024 han vuelto a darle un protagonismo tras años de evolución constante. Hogaño, diferentes grupos musicales han logrado recuperar estas pequeñas maravillas de la música popular europea.
De este modo hemos desentrañado el maravilloso y remoto sentido de la palabra atarantado, la cual tiene orígenes muy antiguos y se confunde con la llamada cultura occidental.
Carora, Estado Lara, República Bolivariana de Venezuela,
lunes 8 de julio de 2024.
Foto cortesia del autor