Por: Edecio R. Riera M.
(Para la realización de este trabajo, debemos agradecer el valioso aporte que nos fue suministrado por tres de sus familiares más cercanos, a través de varias entrevistas: Prof. Arsenio Colombo, Pintora Chanita Colombo y el Cantor Alfonso Colombo, las cuales fueron determinantes para la culminación del mismo).
La primera experiencia de cambiar de residencia la vivió la familia Colombo cuando tuvo que trasladarse del caserío Copeyal a Baragua, debido a que había una necesidad imperiosa, el estudio de los niños. La familia había procreado cinco hijos y ninguno estudiaba porque en ese lugar no existía una escuela, y la más cercana estaba ubicada a unos 10 km. de distancia de su lugar de habitación y por ese motivo, era casi imposible cursar estudios en ese lugar.
Transcurría el año 1951, y Macario, uno de los menores apenas contaba con cinco años de edad, cuando deciden trasladarse al caserío Baragua. El objetivo significaba darles educación a sus hijos, ya que en esta nueva comunidad, por lo menos estudiarían hasta tercer grado de educación primaria. “El tiempo pasa volando” dice un dicho popular.
Los niños fueron inscritos en la Escuela “Juan Santaella” de esa comunidad, y en el año escolar 55-56- este niño logra sacar su tercer grado y ya contaba con nueve años. En ese lapso, comienza a manifestar su inquietud por el dibujo y la pintura y se hace evidente en muchas de las actividades escolares con muestras y exposiciones de sus trabajos. En el área de manualidades se destacó como “sobresaliente”, por cuanto, esta actividad está configurada por el dibujo y la pintura. Se puede destacar que fueron sus primeros trabajos en el inicio en el arte pictórico.
Procedente de Baragua, municipio Xagua del estado Lara, de nuevo cambian de residencia y esta vez lo hacen hasta la ciudad de Carora. Es el mes de septiembre del año 1957.
Según Luis Velázquez en su obra “Macario Colombo” La pintura como medio para la libertad.
Así como ellos fueron miles, millones de campesinos que abandonaron el campo con aquello de que vamos a buscar nuevos horizontes, con la esperanza puesta en algo mejor y con la presunción sin equívocos, que en esa emigración significaría una decisión muy positiva, y por ello la habían tomado.
El pretexto en todo caso, era para que ¡“los muchachos estudien”! y con esa convicción millones de venezolanos fueron dejando atrás el área rural y en forma simultánea se fueron poblando las grandes ciudades con la construcción de ranchos a las orillas de las quebradas, en los cerros y en las costas. De ese modo se formaron los grandes “Cinturones de miseria”, denominados así por los expertos en la planificación urbana.
La consecuencia de esta emigración. La producción agrícola y pecuaria se vino a pique. Venezuela después de ser un país exportador de muchos rubros, se convirtió en importador de todo, hasta lo más indispensable, la alimentación.
Toda esta problemática es consecuencia de la “Explotación Petrolera” y de la Revolución Industrial, como actividades de atracción masiva en el campo laboral.
El estado venezolano no motivó, ni se estimuló a los pobladores del campo, creando la infraestructura necesaria e indispensable con el objeto de que el campesino no emigrara o abandonara su lugar de origen y en todo caso, se mejorara la producción agrícola y pecuaria y con ello implementar políticas para favorecer las condiciones sociales, económicas y culturales del campesinado. Sin embargo, en esas condiciones precarias y deprimentes en que se desenvolvía el hombre del campo, era muy difícil subsistir. Vino lo peor, se desató un éxodo masivo del campo a la ciudad, con las causas y consecuencias que ya conocemos con mucha propiedad.
Macario y sus hermanos fueron inscritos en el Grupo Escolar “Ramón Pompilio Oropeza, en el barrio Trasandino de Carora (Hoy es parte del centro de la ciudad), con el objeto de que estudiaran. Él cursaría el cuarto grado, y sí en verdad el propósito era estudiar, se debía aprovechar el tiempo al máximo y demostrar; que también en el área rural del país, el talento existe y se puede proyectar sin ambigüedades.
Sus padres, campesinos agricultores y criadores, dedicados al jornal del campo para obtener la manutención, de igual manera le dedicaban en sus espacios libres o de descanso a otro tipo de actividad que tiene que ver con la espiritualidad.
“Su padre, el señor Quirico Enrique Cordero, le dedicaba un tiempo muy especial a la construcción de instrumentos musicales de cuerdas: cuatros, guitarras, mandolinas y violines. Por otra parte también se dedicaba a la carpintería en general. Además componía sus poemas, coplas, décimas, era cantor de salves a la Cruz de Mayo y serenatero. Por su lado, su madre Doña Susana del Carmen Colombo, aparte de los oficios del hogar, tenía tiempo suficiente para la tejeduría de hamacas, tapetes, alpargatas. Con el dispopo sacado del Agave; tejía los chinchorros y otros bienes confeccionados en forma artesanal.”
Luis Velázquez, Macario Colombo. La Pintura como medio para la libertad
Una tía que también decidió acompañarlos en esa búsqueda hacia otros destinos con mejor perspectiva, también fabricaba instrumentos de cuerdas, y confeccionaba sus cuadros paisajísticos, utilizando piedrita y otros objetos adheridos con cola, a manera de mosaicos o “Collage”. Los pintaba con tintas naturales extraídas de la arcilla, piedras y vegetales. Su tío Arsenio, quien se había venido un poco antes que ellos, a pesar de su juventud, y muy a temprana edad era músico de oído y ejecutaba: el cuatro, la guitarra y la mandolina.
En ese grupo de emigrantes, se pueden mencionar: las familias Aldana y Rodríguez. Ambas destacadas en el oficio de la carpintería. ¡Excelentes carpinteros! Y fabricantes de instrumentos de música, aunque no eran familiares directos fueron vecinos en su pueblo natal y estaban relacionados con ellos por el vínculo del matrimonio. El señor Gerardo Rodríguez, entre otras cosas se dedicó a la pintura y a una técnica de escultura realizadas con piedras adheridas entre sí. El objetivo solía ser crear unas piezas reales o abstractas con dicha técnica. Figuras de animales, vegetales, humanas o de otra índole. Las figuras sin sentido o llamadas abstractas.
Macario, un niño muy observador, extrovertido, acucioso y perseverante, comenzó por realizar sus primeros trabajos artesanales en la escuela. De igual modo, sus dibujos y pinturas fueron muy elementales; con la simplicidad de lo natural y propio de un niño. Es posible que esta actividad asumida la haya heredado o que pudo haber sido impactado por esa intuición como un reflejo condicionado de sus familiares y parientes. Quizá traía en su haber ese gusanito del arte, el cual se fue incubando con un desarrollo bastante acelerado que lo guiaba a destacarse con su trayectoria en el ámbito escolar, por medio de sus trabajos específicos que constantemente se exponían como una norma de la institución. Continuó explorando en el dibujo y la pintura y así se fue constituyendo su formación autodidacta.
En esa nueva institución, alcanza un desarrollo ascendente, comienza por dejar atrás una técnica para la pintura, que consistía en raspar las puertas, ventanas y otros implementos caseros a fin de extraerles partículas de las pinturas y con esos pigmentos, pintaba sus obras. Utilizaba el Chimó, el Onoto y otros elementos para darle color a sus creaciones.
“Cursaba el sexto grado y con ello alcanzó un progreso muy significativo. Sus composiciones presentaban una etapa muy real del aspecto natural. El paisaje y los rostros eran sus temas predilectos. En esa etapa conoce al pintor Prisco Cáceres, quien mantuvo una relación de amistad con su tío Arsenio Colombo. En este encuentro con el pintor nativo de Carora, se esmera para que el joven Colombo adquiera los conocimientos mínimos indispensables en cuanto al uso del óleo, como recurso fundamental para producir un cambio sustancial en el uso del color”. Luis Velázquez. Macario Colombo. La pintura como medio para la libertad. Aprende a mezclar estas pinturas. Conoce la trementina y el aceite de linaza como solventes. Adquiere un mejor manejo del pincel y las direcciones de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha. La perspectiva, la luz y la sombra, el ritmo, la composición, entre otros elementos de la plástica.
Todos estos conocimientos fueron grandes lecciones para él, los incorpora y los lleva a la práctica e inicia una nueva búsqueda, produciendo un cambio con mucha sensibilidad hacia la creación artística.
Mientras tanto sus padres se dedican, casi por en forma exclusiva a la fabricación de instrumentos musicales, en su tránsito por la ciudad de Carora, no abandonaron de un todo, todas sus costumbres y tradiciones arraigadas y adquiridas de su pueblo de origen y las mantienen en esta locación: su corral de cabras, gallinas y marranos. Pilan y muelen el maíz. El tostado del café lo hacen en un budare de barro. Todas estas prácticas les proporcionaban los recursos mínimos para la subsistencia.
“Ramón, el hermano mayor de los Colombos, estaba residenciado en Barquisimeto desde un tiempo prudencial que le permitió establecerse con su propio negocio en la fabricación y venta de instrumentos musicales. Él les propuso a sus padres la posibilidad de cambiar de residencia a la capital del estado Lara, ya que, él como músico de oficio había observado que esa ciudad se proyectaba como un buen mercado para la colocación de los instrumentos. La Familia no tardó mucho en pensarlo y estudiar la propuesta, tomaron la decisión y emigraron a la ciudad crepuscular.
Instalados en la ciudad de Barquisimeto, la capital musical de Venezuela, Macario, comienza a tener contacto con muchos pintores de diversos estilos y tendencias, entre ellos Simón Gouverneur. Este encuentro con el pintor de origen norteamericano y director de la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar, contribuyó a propiciar un cambio radical que lo condujo a crear un nuevo estilo en la propuesta de la plástica como forma de abordar los elementos indispensables para la creación.”
Luis Velázquez en su obra. Macario Colombo. La Pintura como medio para la libertad.
Esta nueva etapa en la obra de Macario Colombo, va a producir una expresión pictórica, que tiene que ver mucho más con esa propuesta, por una parte: el color y la penumbra como una forma de ocultar elementos y factores extraños. En ese ámbito la aceptación de sus cuadros fue un hecho muy importante, pues bien, las ventas se incrementaron notablemente. La obscuridad o la poca luz aplicada a sus pinturas, es parte de esa apreciación que lo conlleva a plantear la realización de figuras más confusas, extrañas, muy extravagantes y las acompaña con esos matices de colores, que le sirven de base para su creación.
Muy exagerado es la utilización del morado y el fucsia. Es una mezcla inconfundible y de mucha relevancia, extraordinaria para no decir lo menos, la que le imprime a su nueva versión plástica.
“Veo el rojo, el azul y el amarillo que hablan, que son capaces de tener una voz quizás más grande que la que yo tengo, una voz capaz de dominar” “Esta expresión corresponde al pintor, de una entrevista realizada por el Profesor Mervin Rodríguez. Esa expresión es una característica de cómo él pensaba, soñaba y percibía sus creaciones totalmente sombrías, muy tristes; que se origina de los lamentos, de los pesares, sin embargo, se esmeraba en realizar sus representaciones pictóricas plasmándolas en sus cuadros, como las obras de esa nueva tendencia.
Baragua, el lugar donde, los mismos seres que le habían causado muchos ruidos, y que lo deprimían constantemente. Sus recuerdos latían y gravitaban en su ser como el tañir de la campana para el receso escolar o como el percutir de los hachazos para derribar grandes Cedros y Ceibas para la fabricación de los instrumentos y por qué no, el goteo incesante del tinajero cuya misión era filtrar el agua.
Sin dejar de mencionar el giro circular que propiciaba el molino de viento, cual remolino que lo arrastraba, lo elevaba y lo hacía girar a una velocidad incalculable y luego el aterrizaje se producía sobre colchones de algodón. De esa sintomatología, no quiso saber más nada. No obstante, esos fantasmas al parecer se transformaban en nuevos o se mutaban en otros y se mezclaban con los anteriores y el paradigma tiende a aparecer en un mismo contexto y lugar.
El llanto por el miedo desde niño, la experiencia con su padre que fue salvajemente golpeado por familiares de su progenitora, los constantes cambios de residencia; un ambiente diferente en cada lugar y por extensión el deber de asimilarlo y la pérdida de su hijo. Toda esta panorámica es posible que haya incidido en esa conducta que la refleja en sus obras.
Trata de obviar esa manifestación extraterrestre y subliminal, pero le crean una enorme confusión, que lo disloca.
“Años más adelante, específicamente a partir del año 1970, Macario decide ir a una encerrona voluntaria, se convierte en un ermitaño, se aleja del mundo que lo rodea, deja de ser el extrovertido y se transforma en todo lo contrario de lo que fue. Se entregó a un claustro inocuo y se consume en su propia vitalidad insoluble. Deja de ser buhonero del arte, ya no se le ve por los alrededores y pasillos del Edificio Nacional. Una de sus hijas es la que hace negocio y comercia sus lienzos para poder comer y satisfacer otras necesidades básicas. Su tenacidad y persistencia le dan nuevos bríos y mucha fuerza y no abandona la pintura, es más, saca tiempo suficiente y fabrica instrumentos de cuerda, realiza esculturas en madera y es un asiduo lector de: Historia, Arte, Filosofía y Religión”. (Luis Velázquez. Macario Colombo. La pintura como medio para la libertad)
El Ministerio del Poder Popular para la Cultura, quiso hacerle un reconocimiento a este gran y excelente pintor larense Macario Colombo. Lo que se planifico así se ejecutó. La idea significaba que se debía hacer en vida. Se estableció en el plan una fiesta popular, en los alrededores de su lugar de habitación, en el barrio San Vicente. Se cerró la calle a fin de que los automóviles no interrumpieran los diversos actos programados, entre ellos: la participación de muchísimos pintores, que en forma simultánea pintaban en caballetes múltiples de ocho lados y permanecían en la calle confeccionando sus obras en homenaje al pintor. Un grupo de jóvenes se dedicaron a pintar varios murales en las paredes de las casas vecinas, por supuesto con anterioridad se había pedido el permiso para realizar esta actividad. A los niños se le entregó hojas de papel, cartulinas, pinceles, creyones y pinturas al frío; con el mismo motivo, de que ellos con su participación, también rindieran homenaje al artista plástico. Otro grupo de niños y adolescentes, lo hicieron con diversos juegos didácticos y deportivos. No podían faltar los conversatorios, conferencias, el bautizo de un libro del poeta Antonio Pavón y el popular sancocho para todos los presentes; montado sobre fogones de piedras y con leña, a objeto de rememorar los tiempos de infancia de Macario en su pueblo. El contacto de las personalidades y personas cercanas a su residencia con el artista, estuvo muy concurrido. Por cierto, no paro de pintar y a todo el que lo requirió, con su humildad que lo caracteriza los atendió; incluso a los periodistas que cubrieron la fuente. No se sonrojó, ni se inmutó y con su característica vestimenta de harapos, sin camisa, despeinado, sin afeitar, fue su mejor traje de gala. Así los recibió y eso que llaman pena o vergüenza, en él no existe, porque ese es él.
Macario continúa su jornada diaria, sigue pintando, fabricando instrumentos musicales, esculpiendo en madera, y todavía tiene tiempo para leer. “El goce estético por la lectura”
Este homenaje lo ejecuta el Gabinete de Cultura del estado Lara, a través de la Directora Melina Ñanez y de la Plataforma de la Imagen y el Espacio. El objetivo que se había propuesto se logró a cabalidad, ya que, más del 90% de las actividades planificadas se lograron a excepción de un mural que sería realizado por la pintora Chanita Colombo, su prima, quien por su indisposición por quebrantos de salud, no pudo estar presente ese día.
Ese es Macario que al decir de la gente del común, la gente popular, la gente del pueblo, sus vecinos, se puso loco por la pintura.
“Soy sobre todo soy pintor, necesito pintar todos los días. Mi vida es el arte, sin pintar no podría vivir” Expresión del pintor.( Entrevista a Macario Colombo realizado por Luis Velázquez el 8 de marzo de 2008)
Foto cortesìa de «El Impulso»