Por: TOMÁS GONZÁLEZ PATIÑO
Escribir acerca de La Madre Teresa de Calcuta es hacerlo sobre quien ha superado los mandatos de Jesús el Hombre de Nazaret. Hablar sobre sus cualidades es casi redundar, es como asomarse ante aquel inmenso mar de bondad y solidaridad humana que ella representó y que a pesar de haberse ido a la casa celestial, continúa siendo faro orientador en esta inmensa y azotante borrasca que hoy atravesamos.
En esta oportunidad sólo se hace referencia a uno de los múltiples acontecimientos protagonizados directa o indirectamente por esa mujer tan especial. El evento al que se hace referencia se desarrolló en la ciudad de Maiquetía y sus derredores, fue narrado por el Dr. Gustavo Estrada Navarro, protagonista de ese acontecimiento.
En el año 1965 y por recomendación del Nuncio Apostólico, embajador de La Santa Sede en la India, vinieron a Venezuela unas monjas, integrantes de la congregación “Misioneras de la Caridad” orden fundada por La Madre Teresa de Calcuta. Tenían la intención de crear en nuestro país, casas de la misma congregación. En ese viaje La Madre contaba, que antes de llegar a Venezuela primero se dirigieron a la ciudad de Roma y luego a la isla de Puerto Rico. Según sus propias palabras, fue un viaje muy duro que necesitó la intervención divina.
Ya aquí en Venezuela y por los esfuerzos del Obispo de Barquisimeto en aquel momento, Críspulo Benítez Fortúrvel, se instalaron en el Estado Yaracuy, primero en la población de Cocorote y luego en la Ciudad de San Felipe, a donde pasaron tiempo después. En esos lugares fundó sendas casas de su congregación, que fueron las dos primeras en nuestra Patria.
Ya en San Felipe, el 29-7-65 le fue otorgada a La Madre una cédula de identidad provisional cuyo vencimiento era el 29-12-65. Este documento le permitía permanecer legalmente en el país durante ese período de tiempo. Más tarde por la necesidad de extender su estancia en Venezuela, dicha fecha fue prorrogada.
Muchos desearíamos que en esa oportunidad no sólo se le hubiese otorgado el documento de identificación, sino también la nacionalidad venezolana. Este deseo lamentablemente parece no haber sido cumplido.
Sin embargo, ¡Qué lujo y qué honor fue tener, aunque por poco tiempo, a semejante personaje en nuestra patria!
Seguidamente desde Yaracuy, La Madre se trasladó a Maiquetía y luego a Catia la Mar donde vivió mientras creaba la casa de su congregación. Las Hermanas de los Pobres a ese momento eran y todavía lo son, enfermeras del Hospital San José que sirve a esa comunidad, hospital que fue fundado en el año de 1888 por La Madre Emilia, hoy conocida como La Madre Emilia de San José.
Cabe destacar que además de esas tres casas ya fundadas en nuestra tierra por La Madre Teresa, estableció otras tres que fueron las de San Félix, Petare y Carapita, respectivamente.
Por cierto, cercano a ese hospital, está situado el colegio San Vicente de Paúl, entidad educativa regentada por los Padres Paúles, quienes además de sus actividades escolares, prestaban asistencia espiritual a dicho hospital. Uno de los integrantes de la dirección del colegio y profesor del mismo, era en aquel momento, el padre Alberto Manzanedo quien desde aquellos lejanos tiempos y por más de cincuenta años, ha mantenido un fuerte nexo de amistad con mi amigo el Dr. Estrada, médico de dilatada y fructífera experiencia que ha dedicado gran parte de su tiempo a servir a esas comunidades litoralenses.
Es de señalar también y como dato informativo, que dentro de la estructura de la casa ocupada por el colegio, existe una bella capilla donde reposan hoy los restos de La Venerable Madre Emilia de San José.
Algún tiempo después y durante una visita oficial realizada por La Madre a Venezuela, el Presidente de la República en ejercicio, Dr. Luis Herrera Campins y en fecha 23-9-79, la condecoró con la Orden del Libertador.
La madre Teresa de Calcuta dejó este mundo en fecha 5-9-97, voló su alma hacia los Cielos, pero dejó una imborrable estela de amor en los seres que estuvieron a su lado y una lección de caridad en el resto de los seres humanos que poblamos este Mundo. Para mí la caridad es la máxima expresión del amor.
Posteriormente el 4-9-2016, a casi veinte años después de su muerte, fue canonizada por el Papa Francisco.
Hay historias que sorprenden que parecen inconcebibles que hayan ocurrido en Venezuela, tal como lo fue para mí y supongo que lo será para muchos, la siguiente que el médico amigo narró con relación a La Madre Teresa de Calcuta, cuando ella residía en Maiquetía.
Estando La Madre Teresa en el convento, sufrió una caída que le ocasionó una fractura de Fémur, razón por la cual fue trasladada de emergencia al hospital San José, donde el Dr. Gustavo Estrada por más de veinte años prestó sus servicios como médico urólogo. Fue atendida e intervenida quirúrgicamente por el médico traumatólogo de guardia en esa oportunidad, Dr. Francisco (Frank) Blanco quien era compañero en ese hospital con el Dr. Estrada, mi interlocutor.
Por ese hecho y jocosamente, al Dr. Blanco le decían sus compañeros médicos, que tenía el “Cielo ganado” por haber practicado aquella intervención quirúrgica a personaje tan importante.
Recientemente y dentro del marco de la amistad que los une, en una de las acostumbradas conversaciones entre el Dr. Estrada y el padre Manzanedo, rememoraban aquellos ya lejanos acontecimientos ocurridos con La Madre Teresa.
El Dr. Estrada recordaba las incidencias acaecidas con su compañero el Dr. Blanco y le comentaba al Padre sobre el honor que ese médico sintió al haber sido el cirujano escogido por Dios, para realizar aquella operación. Le comentó también, que a raíz de esa intervención y como expresión de agradecimiento, el Dr. Blanco durante toda su vida recibió de La Madre, una tarjeta navideña de recuerdo, la cual ella le enviaba desde el lugar donde se encontrara.
El Dr. Estrada quiso hacerle saber al Padre como primicia, lo que de dicho traumatólogo y en forma chistosa, sus compañeros médicos decían.
Mientras abundaba en detalles de aquella situación, el Padre Manzanedo, hoy sometido a las limitaciones físicas propias de su edad, lo oía con mucha atención, pero sin dejar de expresar una cierta, pícara e inexplicable sonrisa.
Al terminar el Dr. Estrada su relato, creyendo haber revelado hechos desconocidos por el padre, éste le dijo: —”Es que tú no sabes que antes de ser sometida a la delicada intervención, fui yo el sacerdote quien a esa dulce y humilde mujer le oyó su confesión y le dio la Sagrada Comunión. Mi amigo, por desconocer ese último hecho, quedó sorprendido ante aquella declaración.
La narración de estos acontecimientos ocurridos en Maiquetía, en relación con aquella diminuta figura humana pero gigantesca en solidaridad y amor a los semejantes, fue para mí impactante. Me pareció provechoso dejarla plasmada para contribuir a que algún día se haga su divulgación y el recuerdo de aquella mujer nos ayude a superar la terrible tempestad en que hoy se encuentra inmersa la humanidad.
Mayo de 2023
Foto Cortesía del Correo de Lara
Nota del editor: Este fascinante trabajo nos hizo conocer cosas maravillosas de la Madre Teresa de Calcuta, quien, entre otras cosas, resultó haber obtenido la nacionalidad venezolana, según se comprueba en este enlace