Hoy culmina un año, y es el momento de sentarnos a meditar si cumplimos las metas que nos fijamos a llevar a cabo durante el mismo, y obviamente para fijar los propósitos del año venidero, creando nuevas esperanzas.
Es el momento de recordar a los familiares que ya no están con nosotros y recordar lo mucho que nos aportaron, su experiencia, sabiduría y las nuevas generaciones que procrearon y que a su vez están creciendo.
Para aquellos, como muchos, que nos hemos mudado a otras latitudes, resultan diferentes las celebraciones en este día. Ya no tenemos toda la familia cerca, ni podemos compartir con ellos y con los amigos de siempre.
Ya no vivimos de la misma manera que antes la tradicional cena despidiendo el año viejo, ni la emocionante espera del nuevo año con uvas, bebidas, música y bailes.
No disfrutamos de las costumbres de nuestras madres, que tanto nos hicieron reír, de vestirnos con algo de amarillo, o de salir a caminar alrededor de la cuadra de madrugada con una maleta para que el año entrante se viaje más, y del abrazo compartido con familiares y amigos.
Sin embargo, estos cambios nos han dado otras satisfacciones que compensan lo que perdimos. Nos ha dado nuevos seres queridos y una nueva manera de vivir la vida, y de celebrar esta fiesta en la estricta intimidad de la familia que tenemos cerca.
Pero sin duda, hoy es un día de dar Gracias a Dios por todo lo que nos ha dado, lo que tenemos y los seres queridos que nos rodean. Asimismo, tenemos que dar gracias por que tenemos la memoria a todos esos seres queridos que nos formaron y todo lo que vivimos con ellos.
Este es un momento de desearles a todos que tengan un Feliz Año Nuevo.
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