Por Luis Eduardo Cortés Riera. cronistadecarora@gmail.com.

La flor emblemática de los Países Bajos es el tulipán (Tulipa Agenensis), una especie vegetal que no es europea, tal como se cree frecuentemente, sino que fue introducida a Europa desde Imperio Otomano, actual Turquía o Turkiye, su lugar originario, una apropiación cultural sin precedentes que casi nadie hogaño repara.

En el antiguo Irán, cuna de las religiones dualistas, el tulipán persa (Tulipa gesneriana) es la flor nacional. Simboliza la belleza, la cultura y la resistencia de su gente. Se han cultivado allí por milenios y hogaño se les protege del cambio climático y la sobrexplotación, creando reservas naturales para protegerlas. Los ayatolas de la Revolución Islámica del presente saben de la enorme significación simbólica y patriótica de tan hermosa flor.

El género Tulipa lo constituyen unas 150 especies e innúmeras variedades, producto de la hibridación por la mano humana. Tal ha sido el arraigo holandés por esta hermosa flor que el cuadro de Rembrandt Lección de anatomía (1632) lleva como nombre Doctor Nicoales Tulp, eminente cirujano entonces. De igual modo este encanto vegetal venido de Asia Menor y de las estepas del centro de Asia, impresiona hondamente la magnífica retina del desgraciado Vincent Van Gogh, pintor neerlandés de todos conocido.

 La Crisis de los tulipanes.

Sin embargo, los flemáticos y calculadores holandeses se dejaron arrastrar por la famosa y extremadamente fatídica Crisis de los Tulipanes, la que arranca en 1637, cuando el precio de los bulbos de esta flor llega a precios verdaderamente asombrosos y exorbitantes debido a la euforia especulativa. Un solo bulbo de la variedad Semper Augustus llega a venderse entonces en 6.000 florines, una verdadera fortuna. Algunos tulipanes adquirían y sufrían variaciones en su aspecto, naciendo de tal manera los tulipanes multicolores, lo que aumentaba su exotismo y consecuencialmente su precio. Hogaño sabemos que la causa de tal fenómeno era un parásito de la flor, el pulgón, que trasmite un virus llamado potyvirus a la planta conocido como virus del mosaico del tulipán.

A pesar de que se intentó controlar el proceso por el cual los tulipanes monocromos se convertían en multicolores, dice Google Académico, los horticultores neerlandeses no fueron capaces de lograrlo, de manera que lo aleatorio del exotismo contribuyó a elevar progresivamente el precio de cada bulbo. Las variedades más raras eran bautizadas con nombres de personajes ilustres y almirantes de prestigio. En la década de 1620 el precio del tulipán comenzó a crecer a gran velocidad. Se conservan registros de ventas absurdas: lujosas mansiones a cambio de un solo bulbo, o flores vendidas a cambio del salario de quince años de un artesano bien pagado. En 1623 un solo bulbo podía llegar a valer 1000 florines neerlandeses: una persona normal en los Países Bajos tenía unos ingresos medios anuales de 150 florines. Durante la década de 1630 parecía que el precio de los bulbos crecía ilimitadamente y todo el país invirtió cuanto tenía en el comercio especulativo de tulipanes. Los beneficios llegaron al 500 %.

En 1636 la peste de peste bubónica se abalanzo sobre los Países Bajos haciendo muy difícil la mano de obra, lo que multiplicó el precio de los bulbos y se genera un irresistible mercado alcista. La fiebre crea un mercado a futuro de bulbos aun no recolectados a la que se llamó windhandel o negocio del aire. Se prohibió tan dañino negocio que, empero continuó. Los compradores se endeudaban y hasta se hipotecaban para adquirir tulipanes, y llega un momento en que las flores no se intercambiaban, sino que se efectuaba una gran especulación financiera mediante notas de crédito. Las codiciadas flores entraron a la bolsa de valores. Todas las clases sociales, desde humildes artesanos hasta aristocráticos lords y burgueses cayeron en la trampa bursátil.

Explota la burbuja.

Todo llega a su fin en 5 de febrero de 1637, el mismo mes del pavoroso viernes 18 o “viernes negro” de 1983 en Venezuela, ese día se vendieron en Holanda 99 bulbos muy valiosos en 90.000 florines, lo que constituyó la última gran venta de tulipanes. El día 6 de febrero no se vendió ningún bulbo, aunque el precio había bajado a 1.200 florines por medio kilogramo. La burbuja estalló y los precios bajaron espantosamente, todo el mundo quería vender, pero nadie compraba. Las quiebras generalizadas golpearon al diminuto país de los molinos de viento: la economía neerlandesa estaba en bancarrota. Se considera la Tulipomanía holandesa como la primera burbuja económica de que se tenga noticia, una enorme y desorbitada crisis financiera que periódicamente ataca al capitalismo.

Venían los Países Bajos de un gran éxito económico que devino de una boyante naviera empresa: La Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (Las Indias Occidentales somos nosotros, los americanos). Había y hay entre los holandeses un gran gusto por las flores exóticas que estudia el antropólogo británico Jack Goody en La cultura de las flores. Eran ostentación y símbolo de riqueza, un exagerado gusto por lo exótico que lleva a Holanda a la bancarrota.

La Burbuja de los Mares del Sur.

Un siglo después otra terrible burbuja especulativa tuvo lugar en la “Pérfida Albión” en 1720, alrededor de la Compañía de los Mares del Sur, una empresa que había logrado el monopolio comercial con las colonias españolas de América. Las fabulosas riquezas de Sudamérica hicieron que muchos ingenuos ingleses, pobres y ricos, compraran acciones en la mencionada Compañía. La enorme burbuja especulativa finalmente explota en 1720 cuando se descubre que las oportunidades de negocio eran irrealizables. El naciente y arrogante Imperio Británico muerde el polvo entonces.

El Crac de 1929 en la Bolsa de New York.

La más catastrófica burbuja económica de la historia estalla en 29 de octubre de 1929, llamado desde entonces “Jueves Negro”. Sucedió en la city de New York, Estados Unidos, hundiendo al mundo capitalista en la Gran Depresión, caldo de cultivo del nazismo en la endeble República de Weimar. Los soviéticos pensaron erróneamente que el capitalismo había llegado a su fin. Pero las políticas económicas keynesianas adoptadas por el presidente Roosevelt, el New Deal, así como la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial reanimaron la economía de una manera rápida y gigantesca.

La burbuja inmobiliaria de 2008.

Se le llama Crisis de los Países Desarrollados y tuvo su inicio, como la de 1929, en los Estados Unidos afectando buena parte del mundo: Dinamarca, Singapur, Alemania, Italia, Japón, Australia, Nueva Zelandia, Francia, México, Venezuela. Fue una imprevisible burbuba inmobiliaria provocada por las hipotecas subprime y los delitos financieros de los bancos. Los enormes gastos militares de Estados Unidos en Irak y Afganistán y la elevacion del precio de barril de petróleo a más de 100 dólares, le echaron más brasas al candelero.

Qué ocasiona las burbujas financieras.

Suelen ocurrir en tiempos de innovaciones tecnológicas como el ferrocarril o internet, o innovaciones financieras, nos dice Markus Brunnermeier, quien agrega que ellas son más peligrosas cuando ellas son financiadas con créditos, talcomo sucedió en el crack de 1929 en la bolsa de New York. Este estudioso del pavoroso fenómeno nos advierte que hogaño estamos frente a una nueva burbuja financiera debido a las criptomonedas y el bitcoin

Las burbujas ocurren, dice Ann Pettifor, cuando la regulación financiera y las instituciones han sido deliberadamente debilitadas y permiten que la ilusión eche raíces. Por eso tenemos burbujas inmobiliarias, en el mercado del arte, en las acciones, en los clubes de fútbol, en el mercado de autos, en las criptomonedas, agrega Pettifor.

Criptomonedas en América Latina.

Siempre rodeado de un aura de fantasía, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, anuncia la creación del bitcoin o “bono volcán” para enfrentar “la tiranía del dólar estadounidense”.  Fue el primer país del mundo en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal, pero la mayoría de la población salvadoreña no hizo uso del bitcoin, dice la BBC de Londres. Es un diminuto país que sigue dependiendo de las remesas, la economía no crece lo esperado y las cuentas del Estado no cuadran, agrega la BBC.

En Venezuela, nuestro país, la criptomoneda llamada Petro, no ha tenido el mayor éxito con que inicialmente se anunció, y el gobierno del presidente Nicolás Maduro no ha vuelto hablar de esta moneda que se apoyaba en las inmensas reservas petroleras del país, las más gigantescas del planeta.

Chifladuras y furores colectivos.

Tengo entre mis manos un libro extraordinario titulado Teoría del comportamiento colectivo, editado por el muy prestigioso Fondo de Cultura Económica, México,1995, 456 páginas, escrito por el estadounidense Neil J. Smelser, que nos ayudará comprender estas estrafalarias y fanáticas conductas colectivas de los seres humanos.

Define este autor el furor colectivo como comportamiento fanático basado en la idea de que se ha descubierto un conducto nuevo e infalible para llegar a la riqueza material, un desarraigo espontáneo de una gran parte de la población en movimiento hacia una nueva Tierra Prometida, un movimiento mesiánico, una fuga colectiva de la realidad en seguimiento de una nueva forma de liderazgo que traerá salud, riqueza o felicidad.

Furores colectivos se pueden identificar en el cristianismo primitivo, las cruzadas medievales, las profecías del fin del mundo en el año 1000, el movimiento de la prohibición y las estampidas financieras. El furor ataca a grupos de estrecha proximidad física (como ocurre en la bolsa de valores o en la arena de una convención política) y en grupos muy dispersos (como ocurre en un auge nacional de especulación con valores).

El comportamiento de furor, agrega Smelser, puede ocurrir en cualquier parte de la sociedad: chifladuras en el gusto literario, valores, tierras y artículos misceláneos como los tulipanes, el efecto de bandada en la selección de un candidato para que ocupe un alto puesto ejecutivo, las chifladuras de las modas como símbolos de prestigio: Corbatas de Deauville, patas de gallo, botas rusas, sombreros de tenis de Helen Wills, rizos a la Mary Pickford, mostachos a la Chaplin, chistes de Ford, esmaltes color de rosa en las uñas, medias enrolladas, muñecos grotescos con forma de araña, bolsos de mano con forma de perros, flores raídas, etc. (Smelser. pág. 190 y siguientes). Las chifladuras, como las modas, invaden todos los campos: el deporte, la literatura, la religión, la medicina, la política y la educación: carreras de perros, luego corremos a la telepatía, el psicoanálisis, el uso de sandalias, la lectura de cartas, el ukelele, el ping-pong, los crucigramas.

El auge o furor especulativo tiene, agrega Neil J. Smelser, varias condiciones: necesidad absoluta de ingresos, la disminución relativa de los rendimientos de las inversiones, la percepción- correcta o incorrecta- de que se dispone de pocas o ningunas oportunidades de inversión, todo o cual provoca lo que se llama el surgimiento de una fantasía de autocomplacencia generalizada, que se basa en el comportamiento fanático.La gente llega a creer tipicamente que alguna linea de comportamiento generará ganancias enormes. Irreflexion y extravagancia campean.  La cordura y la sensatez provocan el ridículo y no se oyen las voces de advertencia.

 Consideraciones finales.

Como hemos podido constatar, las huidas masivas de la realidad son más frecuentes de lo que podría creerse. La historia de la humanidad está repleta de tales aconteceres de furores colectivos. Ya nos hemos referido a tales fenómenos de comportamientos colectivos en nuestros ensayos El momento Minsky, El Gran Miedo de 1789 en Francia, la Guerra de los Canudos de Brasil, La Guerra de los Cristeros de México, El laberinto español.

Carora, Estado Lara. República Bolivariana de Venezuela.

Jueves 1 de agosto de 2024.

Foto cortesía del autor

Luis Eduardo Cortés Riera
Venezolano, nacido en Cubiro, Estado Lara. Doctor en Historia por la Universidad Santa María de Caracas, 2003. Docente del Doctorado en Cultura Latinoamericana y Caribeña, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Barquisimeto. Cronista Oficial de Municipio Torres, Carora. Miembro de la Fundación Buría. Ganador de la Segunda Bienal Nacional de Literatura Antonio Crespo Meléndez, 2014, con el ensayo: Rafael Domingo Silva Uzcátegui, más allá de la Enciclopedia Larense, Psiquiatría y literatura modernista. Colaborador de las revistas literarias: Archipiélago, de México; Letralia; Carohana; Mayéutica, CISCUVE; Columnista del diario El Impulso de Barquisimeto. Autor: Del Colegio La Esperanza al Colegio Federal Carora, 1890-1937, La gallarda serpentina de El Negro Tino Carrasco; Ocho pecados capitales del historiador; Enciclopedia Temática del Estado Lara; Iglesia Católica, cofradías y mentalidad religiosa en Carora.