Autor: Edecio R. Riera M.
Un humilde campesino carismático, humanista, honesto, valiente, combativo, espléndido; crítico severo ante las injusticias sociales, las cuales tenían como blanco a los más pobres: los trabajadores, los campesinos, los más débiles de la cadena humana.
Se formó y se convirtió como periodista por esfuerzo propio y la gran voluntad, más el empeño de autoformarse para la causa en la que siempre creyó. Fue un autodidacta. Su larga experiencia desarrollada de exclusivo origen de todo conocimiento humano. Dicen los expertos, que el “empirismo siempre ha considerado al sujeto cognoscente como una “Tabla rasa” donde se quedan impresas las expresiones que surgen del mundo exterior”
John Locke.
Víctor Julio Ávila, otro grande del Majagual, de San Francisco, Parroquia Montes de Oca, municipio G/D, Pedro León Torres, Lara Venezuela. Nació en el año de 1915, que surgió de ese espacio geográfico y de ese esfuerzo cotidiano; de esa práctica constante por alcanzar magnos propósitos y metas propuestas con antelación, a su llegada al Diario de Carora. Ciertamente creemos que él lo logró, por cuanto, su encuentro con Don Chío Zubillaga, quien lo puso en contacto con los buenos libros, con los clásicos de la época. En definitiva, tuvo la gran oportunidad de leer e interpretar los tratados sobre política, la economía, las clases sociales, entre otros.
El humanismo de Chío Zubillaga, creo que fue el aspecto más relevante que se le pueda atribuir; él era un hombre de un carácter muy popular, poseía un magnífico temperamento una gran sensibilidad y una magnifica pasión por servir al proletariado.
Con todo este bagaje adquirido con el maestro Chío, ingresa a ese periódico con todo un gran anhelo de ser útil a la sociedad. Se inicia como ayudante en el sistema de impresión, formando la composición de los distintos clichés, letra por letra para que saliera a la luz pública el periódico. Al poco tiempo fungía como reportero y más adelante, era parte del equipo de redacción, detrás de su máquina de escribir; produciendo sus notas y crónicas, se mantuvo en esa actividad por un largo tiempo; hasta ocupar el cargo con honores, como Jefe de redacción, Cargo que supo desempeñar como un experto en esas funciones; con ética y profesionalismo.
“No se ha destacado lo suficiente esta maravillosa cualidad de Chío Zubillaga, pese a que su vida apenas está separada de nuestro mundo material por un brevísimo lapso y centenares de personas que por uno u otro motivo se acercaron a él, objetivamente pueden dar fe de su extraña y admirable personalidad. No lo hemos perdido del todo en el recuerdo y fácilmente podemos evocarlo con su vieja blusa tosltoiana…
En cierto modo Chío Zubillaga era eso: una fuerza dinámica de las cosas de esta tierra amarga y bella, por la cual, generoso y brillante él paseó su incomparable bondad humana”.
Alí Lameda. El Humanismo Proletario de Chío Zubillaga.
Cecilio Zubillaga Perera, el maestro universal, quien se propuso dedicarles su vida a la defensa de los campesinos y trabajadores de su terruño natal, a los más desposeídos y humildes de su tierra. Por otra parte, su característica fundamental se destacaba con todas sus circunstancias en servir y ser útil a los demás y en particular a todos aquellos que por propia convicción acudían a él, a lo mejor, porque no tenían claro o estaban confusos, porque no sabían que hacer. Cual o qué emprendimiento tomar ante una necesidad imperiosa que los condujera con certeza en alcanzar las metas para empresa que les tenía asignada la vida.
Don Chío estaba ahí, presto en ayudar y en colaborar, incluso con recursos económicos. En formular una recomendación a un amigo, o tal vez a alguna personalidad a través de una correspondencia para que les atendiera a uno de sus discípulos, ya que, ellos gozaban de su confianza y credibilidad, y por lo tanto, los recomendaba integralmente y creía en sus cualidades, en sus talentos y afirmaba que todos ellos eran objeto de excelentes elogios y podía predecir que el éxito estaba garantizado.
Es muy extraño que el hombre a quien se le consideraba y se le atribuía, ser el propulsor de las luchas en contra de los terratenientes, latifundistas, de los godos caroreños, se pueda afirmar que Don Chío, procede de esa misma composición humana y lo más visible, es que suele reflejarse la desvinculación familiar que él tuvo y que se produjo por esas luchas en favor de los campesinos, los cuales eran los explotados de esos grandes predios y latifundios de la época.
Creemos firmemente que el legado de Don Chío, no ha tenido ese reconocimiento, el cual, se merece y es más, no se le ha dado el valor que su obra representa de hacer justicia a su trabajo incansable y aún su obra emprendida no se valora en su exacta dimensión.
Es por ello que consideramos muy pertinente en iniciar una labor que conlleve a reconocer los méritos del maestro Chío. Sabemos que es difícil emularlo. Tratar de hacer lo que él hacía. Empero, hay otras formas en las cuales se puede realizar una gran campaña que tienda a lograr y valorar esa heroica labor en favor de los demás. Esta idea puede ser, la creación de una “Cátedra Libre del Pensamiento de Chío Zubillaga. Que esa institución se encargue de eso, de promover el pensamiento de Don Chío, con las tenidas culturales, con las charlas y orientaciones sobre temas político, artísticos, literarios, entre otros, y en particular, promover la lucha por una verdadera “Reforma Agraria”, en la cual creía y eso era el motivo mayor de su lucha, que lo hizo hasta su muerte, por lograr la reivindicación del campesinado.
Se pudiera concretar, que esa cátedra, esté integrada por un equipo multidisciplinario de profesionales universitarios, que se esmeren con su observancia en captar la vocación e intereses de los jóvenes que sean atendidos en esa organización. Pues bien, la aspiración de cada joven, tendrá a una persona o un profesional especializado que lo conduzca, lo motive, lo estimule y lo guíe, como solía hacerlo el maestro y de ello, se tuvo muchos ejemplos positivos en esta ciudad.
Además, se debe incorporar a otras personas conocedoras del tema agrario, el cual fue su pasión. Del mismo modo, hay que hacerle un llamado a personalidades con conocimiento de causa en el contexto artístico, ya que, su labor cotidiana estuvo enmarcada en el aspecto literario como escritor y valoraba en alta estima, tanto poesía como la música clásica. Todo esto es posible lograrlo, si existe una buena disposición y se pudiera hacer un buen trabajo, aunque sea en un porcentaje mínimo aceptable, aun cuando, él lo hacía en solitario.
Con esta actitud perseverante y tesonera puesta de manifiesto, Víctor Julio Ávila, obtuvo el beneplácito de los dueños y directivos de ese importante medio de comunicación de la ciudad de Carora. La tarea era muy exigente, ser el redactor y responsable de la línea editorial de dicho medio. Se puede afirmar que no lo dudó. No tuvo quejas ni reclamos de los empresarios de ese órgano divulgativo. Sin embargo, su lucha combativa y constante, no lo hizo doblegar de su actitud firme y consecuente en favor de los más humildes. Más allá de ser un perseguido político de los regímenes dictatoriales de Juan Vicente Gómez y de Marcos Pérez Jiménez, de los cuales fue objeto de encarcelamiento, maltrato físico y psicológico, no se amedrentó, ni se acobardó; por escribir sus notas periodísticas. En cambio seguía con sus dedos ásperos por la acción del trabajo rústico de labriego campesino, percutiendo las teclas de su vieja máquina.
En una publicación hecha en el Semanario “Fantoche”, el sábado 4 de mayo de 1940. En la página número dos, se encuentra una nota periodística sobre Víctor Julio Ávila. La cual la hemos tomado para argumentar este modesto trabajo sobre este conterráneo de San Pancho, donde podemos observar las cualidades de este aguerrido compatriota por sus luchas en favor de los campesinos, de los trabajadores, de obreros y en fin de los asalariados, que por ellos trató de seguir el ejemplo de su maestro al pie de la letra.
“En el estado Lara, todo marcha a las mil maravillas. El ciudadano Presidente de la República debe hallarse a estas alturas muy satisfecho de la fidelidad con que se ponen en práctica por aquellas tierras las normas democráticas preconizadas por él… En Lara menudean las multas, las prisiones y las maniobras sucias.
Ahora se halla en la cárcel el periodista Víctor Julio Ávila, Director de “Cantaclaro” de Carora, por haber comentado en dicho semanario ciertas violencias cometidas por la policía local el día postrero de las carnestolendas, Ávila tuvo el apoyo en el testimonio de numerosos ciudadanos que declararon ser verídico lo que había reportado. Sin embargo, prosperó un juicio en contra suya y en estos instantes lo tienen a la sombra, para gusto y regusto de la caverna regional”.
Otilia Rosas González y Juan José Salazar. Origen del Latifundio Caroreño.
Por otra parte, nunca dejó de escribir, inclusive estando preso en la cárcel Las tres torres de Barquisimeto. Ni siquiera cuando Vijú fue objeto de una gran golpiza, la misma fue tan brutal que por poco le quitan la vida, empero, Dios no lo quiso así.
Esta agresión fue propinada por un grupo de los súbditos de los terratenientes, por supuesto, ellos no daban la cara y se escudaban en personas de la clase obrera que le servían a ellos, lo contradictorio, no entendían el propósito de estas luchas que también eran por ellos, los obreros, por los cuales, se estaba luchando. Él no los culpaba, pues, su humanismo fue tan grande que los perdonó.
Tampoco esta acción de violencia lo hizo acobardar, no le infundió miedo, ni se atemorizó. Una vez recuperado parcialmente de esa agresión física, continuó trabajando y esa acción violenta, en vez de hacerle desmallar, de enflaquecer sus tratados periodísticos, sus crónicas literarias, las denuncias cotidianas sobre las injusticias cometidas contra los campesinos y trabajadores; en su lugar, se robustecieron y obtuvieron un mayor grado de resistencia, de constancia y siempre consecuente con su firmeza y aguante que lo caracterizaba, como un hombre valiente, capaz de sostener en su pensamiento las ideas, ya que, consideraba que le asistía la razón.
Esa actitud tomada por este gran luchador social, a lo mejor era una minúscula parte esencial de lo que le admiraba su maestro.
De otro modo no se pudiera entender que sus encuentros con el tutor, con el maestro, sus enseñanzas no fueron en vano; las asimiló, las internalizó y las valoró como un hecho muy relevante, de las cuales se sentía orgulloso porque estaba ejecutando con la palabra escrita; un modo de lucha, pero una lucha al fin, un poco desigual, pero, al final esta tendrá los resultados esperados.
Don Chío tenía un concepto muy bien formado de sus discípulos, a todos ellos les asignaba una alta estima, admiración y aprecio, por sus virtudes esenciales. Las mismas las definía con propiedad, que mediante una buena motivación, un estímulo bien apropiado y a tiempo, se podían producir los cambios elementales y necesarios, de tal manera que sean captados y consecuentemente, sus acciones sean modificadas en favor de sí mismo y de la sociedad; para servirle a ella, porque de ella provienen.
“Según el escritor Antonio Crespo Meléndez y ratificado por muchos de sus familiares. Chío Zubillaga tenía una estima especial hacia Vijú, con quien compartía a diario tertulias, alegrías y tristezas por las injusticias sociales, de allí su vinculación marxista, aunque abandonó sus luchas partidistas del PCV en los años de las guerrillas al estar en desacuerdo con las mismas”
Gerardo Pérez González. Un elogio a los autores. En la obra “Barrios Caroreños”
Esta alta estima que Don Chío le había asignado a su discípulo Víctor Julio, no significaba en ningún momento una utopía. Creía en él con toda pasión; porque los diversos encuentros entre ellos, así lo reflejaban y estaba seguro que Vijú, triunfaría y que sería objeto en algún tiempo y espacio no muy lejano, motivo de reconocimientos por sus luchas, su valor y su inquebrantable actitud puesta a favor de la clase social más desasistida.
Ese era Vijú, como solían llamarlo cariñosamente sus amigos, un gladiador, el cual se enfrentó a esas grandes fieras con el percutir del teclado de su máquina de escribir, su única arma productora de palabras, cual metralleta causaba heridas muy visibles y constante a sus enemigos y que los convertía en unos energúmenos. Por otra parte, diariamente las páginas de este tabloide de la provincia, sirvió de escuela a muchísimos jóvenes que se formaron como periodistas y muchos de ellos, motivados por la actitud irreverente del maestro Chío. Ese estímulo no se perdió en el vacío, porque se logró los objetivos que se había propuesto.
En el año 1976, se creó el Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela, se realizaron elecciones para la directiva del mismo y Héctor Mujica resultó ganador en este primer proceso para ejercer la presidencia de dicho colegio en el período (1976-1978)
Como primer presidente de ese gremio de comunicadores. Durante su gestión, estuvo en Carora en varias oportunidades, dictó varias conferencias y efectuó algunas reuniones relacionadas con el Colegio Nacional de Periodistas. De igual modo realizó varios talleres con ese propósito a fin de que los periodistas de esta ciudad, tuvieran de primera mano la información necesaria y pertinente, para ser colegiados.
A nivel nacional un numeroso grupo de personas que venían ejerciendo el oficio de periodistas sin haber obtenido el título requerido, sin embargo, el surgimiento de este colegio le proporcionó una grandiosa oportunidad a esos comunicadores sociales y se les instruyó a presentar una serie de recaudos, que los acreditara como tales, más el tiempo que tenían laborando en los medios y visto, analizado los requisitos solicitados, el colegio los reconoció y los admitió en su seno y quedaron registrados como periodistas profesionales, sin haber cursado estudios universitarios. Esto es lo que se conoce como acreditación por experiencia.
Del mismo modo Héctor Mujica realizó una serie de talleres con ese mismo objetivo a aquí en Carora. Esta ciudad fue objeto de ese beneficio, un buen grupo de compatriotas, entre los cuales podemos destacar entre otros: Víctor Julio Ávila, Hermán Pernalete Madrid, Jesús Vásquez Romero, Antonio Herrera, Isaías Ávila, José Numa Rojas, José Ángel Ocanto, Orlando Chirinos…
Este ingreso al Colegio Nacional de Periodistas fue un acto, en primer lugar de justicia, ya que, fueron reconocidos como profesionales de la información y la comunicación, y por otra parte se les reivindicaba el sueldo, porque, el mismo era muy bajo; en relación con los profesionales egresados del nivel universitario.
Vijú, y los demás lograron su propósito, solamente les hacía falta el título, porque la experiencia obtenida, la habían acumulado en su haber desde un tiempo muy remoto, por cierto, esa era una parte intrínseca de su formación y a ella acudían en un momento oportuno para corroborar o investigar algún hecho o suceso trascendental.
Esta fue una gran satisfacción personal y al mismo tiempo gremial, porque al poco tiempo se creó en Carora la Subseccional del Colegio de Periodistas, con todas las de la Ley y en esta organización se comenzaron a implementar actos sociales y de reconocimientos a sus miembros.
Víctor Julio Ávila, un joven con apenas veinte años, un adolescente, en el año 1935, junto a su primo Isaías Ávila, estos dos jóvenes son los autores de un pequeño libro que se denominó “Barrios Caroreños”.
Esta obra de estos noveles escritores, era una de las formas que Don Chío utilizaba para motivar y a la vez evaluar a sus discípulos, a fin de que escribieran. Una vez concluidos sus escritos, tenían otra tarea, exponer sus trabajos mediante charlas o relatos que se solían efectuar en los salones del Centro Lara y en la Biblioteca “Riera Aguinagalde”. Esta actividad fue establecida como las “Tenidas Culturales”. Eran en todo caso una manera de hacer una constante práctica con el objeto de que sus discípulos se fueran preparando, y con esa idea de ensayo, ellos progresivamente irían adquiriendo los conocimientos mínimos de la expresión con un público presente.
El timbre, la dicción, la articulación, la elocuencia y la gestualidad. Todos estos aspectos eran evaluados por el maestro. ¿Qué se pretendía o se aspiraba? Que obtuvieran una excelente eficacia para persuadir y conmover a una audiencia con las palabras, los gestos y ademanes con sus charlas. Que utilizaran un timbre apropiado; que tuviera el alcance de poder medir la cantidad de las personas componentes de una audiencia estimada. Este requerimiento significaba saber hacer buen uso de la voz, moderarla de acuerdo a la asistencia del público; utilizando diversos tonos, que fueran agradables al oído de la concurrencia.
Esta práctica constante fue la prueba que los conduciría a convertirse en líderes, al tomar la palabra en cualquier evento, donde el miedo escénico no existiría en ellos. Don Chío consideraba que al usar una magnifica elocuencia, el discurso tendía a convencer, porque se podía tildar de efectivo. No produciría señales negativas y a la vez, de hecho sería conmovedor.
“Sus autores, mis queridos amigos, los jóvenes Isaías y Víctor Julio Ávila, sienten, como cada caroreño, el supremo amor y el apego dominante a su terrón natal; y de allí que sea el objetivo de sus afectos a lo que hayan dedicado las primicias de su talento.
Excitados, pues, estos muchachos a hablar en el Salón de Lectura “Riera Aguinagalde” _Cumpliéndose de tal modo, en ese Centro, el propósito de estimular los poderes mentales en embrión y de poner en pruebas de entrenamiento las capacidades de todos aquellos jóvenes que den señas de concretar en sus cerebros una promesa_ los Ávila se propusieron pintar la vida de Carora en sus barrios, cumpliendo su cometido del modo como se verá en las páginas de este opúsculo interesante”
A quienes no los conozcan, hay que decirles que estos jóvenes autores de “Barrios Caroreños” sólo han tenido una escuela: la voluntad de aprender y un profesor: el estímulo marcándoles con suave gravedad lo que se logra en el gimnasio del propio esfuerzo”
Chío Zubillaga. Apuntes para este opúsculo. Prólogo.
En verdad, no tenemos conocimientos de que Vijú, haya concretado en forma de libro, otra obra aparte de Barrios Caroreños, sabemos de sus contantes escritos sobre notas históricas, literarias, crónicas diversas, notas deportivas. Escribió lo suficiente en el Diario de Carora, que fue su mentor en su formación. También lo hizo en el Impulso. Del mismo modo publicó varios artículos en “Cantaclaro”, “Fantoche” y en otros periódicos de la época.
Esta obra, de estos jóvenes escritores, Don Chío la valoró y la reconoció como una obra de muchísimo interés, pues bien, esta ciudad ha sido motivo de tratados específicos y especiales. Otros la han pintado en su totalidad con pinceladas de oro con todos sus aspectos. Del mismo modo, otro grupo se ha dedicado a fotografiarla con frases muy descriptivas que acarician y que engalanan al leer estos maravillosos trabajos literarios. En cambio, estos noveles escritores tuvieron la osadía y la feliz idea de abordarla con un canto magistral, de la humildad hacia la opulencia, desde afuera hacia adentro. Barrios Caroreños.
Víctor Julio, dejo de existir en esta ciudad el 16 de enero de 1986, a los 71 años, creo que se nos marchó muy pronto a otras latitudes del plano celestial, quizá por ese estado sedente, cuantos años, cuantos meses, cuantos días, cuantas horas sentado en una vieja silla de cuero, muy dura; donde más de la mitad de su peso se posaba sobre la cavidad osea de su pelvis. Pensamos que su despedida ha podido ser mucho más allá, porque tenía toda una vida por delante para seguir sirviéndole a su comunidad. Ese estado de sedentarismo y de haber estado sentado por tanto tiempo tecleando su máquina, pudo haberle ocasionado una lesión que le afectó su salud, y eso le obligó a pronunciar un hasta luego, de despedida. (Alguien comentó una vez): “Dime cual es tú labor cotidiana y te diré, de que enfermedad padecerás”. Pensamos que allá, se podrá reunir con su primo Isaías y con su maestro Chío, para continuar desde allí con su propuesta de proseguir con sus luchas reivindicativas hacia los más desposeídos y del campesinado en general, la cual, fue el norte de sus trabajos periodísticos. En ese ambiente, tendrán toda la libertad de acción para expresar sus pensamientos en ideas concretas, sin coacción alguna, pues, estarán más cerca del Dios del Universo, el que lo puede todo, a quien le podrán consultar y exigir sin ningún temor, sus aspiraciones legítimas en ese sentido y se pudiera afirmar: que no tendrán objeción, por lo tanto, él estará a sus lados, y podrá visualizar con más rigor y un mayor grado de objetividad, las diversas injusticias que se continúan cometiendo a diario, en la Tierra.
Por lo pronto esa lucha no ha terminado. También desde ese espacio sublime, podrán incidir en forma positiva, en la mente de muchísimos jóvenes, para que se produzca un cambio de actitud a objeto, de que en un futuro no muy lejano, sus ideas puedan verse reflejadas o reencarnadas en ellos, como lo hacían en el plano terrenal y se reinicie ese trabajo, pues, fue el motivo de sus crónicas periodísticas para esa causa y específicamente en este y para este pueblo, la cuna de esas luchas por tratar de lograr una reivindicación más justa de la clase del proletariado.
POR LOS CAMINOS DEL SEMIÁRIDO No. 12
Carora, julio de 2023.