Por: Luis Eduardo Cortés Riera. cronistadecarora@gmail.com
En 1961 publica un joven médico psiquiatra caraqueño, Francisco Herrera Luque, una interesante y muy polémica obra titulada Los viajeros de Indias. Es una obra influida por el pensamiento filosófico de Wilhelm Dilthey, Edmund Husserl y la fenomenología, así como de la psicología analítica del psiquiatra suizo, discípulo de Sigmund Freud, el médico Carl Gustav Jung (1875-1961).
Ahora bien, preguntémonos qué son los arquetipos. Los arquetipos de Carl Jung representan el inconsciente colectivo que compartimos todos los seres humanos independientemente de nuestra cultura, de nuestro sexo biológico o del periodo de la historia en que hayamos vivido, según la teoría desarrollada por este psicoanalista suizo y discípulo rebelde del controvertido Sigmund Freud.
Es Francisco Herrera Luque quien nos habla de los arquetipos jungianos en las páginas iniciales de Los Viajeros de Indias, de la siguiente manera: “…hay fantasmas históricos que constantemente se hacen sentir, como es el arquetipo mesiánico del Hermano Mayor, que nos carcome, de ayudar a los pueblos hermanos (…) arquetipo que parece venirnos de nuestros padres libertadores, pero que si hurgamos un poco más nos damos cuenta que esa voluntad de transformación es mucho más vieja: procede de la conquista. Los libertadores sólo la continuaron …”
Los arquetipos son dinamismos psíquicos muy arcaicos que inconscientemente motivan las conductas humanas. Los hay de distintas formas: el amigo, el inocente, el cuidador, el explorador, el amante, el creador, el bufón, el sabio, el mago, el gobernante, y el que acá nos interesa particularmente: el héroe, que va acompañado del arquetipo del Gran Padre, emparentado con el arquetipo del Hermano Mayor del que nos habla Herrera Luque. Este arquetipo representa a un guardián del orden y la cordura en un mundo caótico.
Este arquetipo se combina con otro complejo psicológico muy presente en los pueblos hispánicos: el mesianismo. En nuestra cultura se dan cita tres potentes mesianismos: el judaico, el cristiano y el islámico. En 1980 escribió en francés el antropólogo Jacques Lafaye una obra que tituló Mesías, cruzadas, utopías, con el subtítulo El judeo-cristianismo en las sociedades ibéricas. Escribe Lafaye que “el radical personalismo hispánico es causa de que la conciencia y la proeza colectiva sólo llegan a cuajar donde hay un héroe individual que las despierte y las sepa encabezar y cifrar en su inspirada personalidad.”
Es este arquetipo mesiánico quien empuja a los Libertadores a la Campaña del Sur, estrategia continental anticolonialista que lidera Simón Bolívar, el personaje más conectado con este arquetipo mesiánico y de impronta romanticista, lo acompañan fervorosos y entusiastas los muy jóvenes patriotas José Antonio Sucre, Rafael Urdaneta, José Antonio Anzoátegui, Francisco de Paula Santander, Manuel Valdés, José de San Martín, y nuestros coterráneos Jacinto Lara, y Pedro León Torres.
Estos serán los hombres que encarnan el arquetipo mesiánico sacrificial, pues tendrán un final apresurado, una vida excesivamente breve y un desenlace trágico, lo cual fortalecerá aún más sus estaturas mitológicas al fragor de una contienda brutal, que aparecía como interminable: el Mariscal Sucre será vilmente asesinado a los 35 años, perseguido y desilusionado morirá el Libertador Simón Bolívar a los 47 años, a los cortos 39 años morirá José Félix Ribas, decapitado en una plaza pública termina José María España a los 38 años, nuestro General Pedro León Torres dejará la vida terrena a los 34 años en un hospital militar de los realistas en Yacuanquer, Colombia. La hecatombe de la guerra impide que ellos se acerquen siquiera a la media centuria de vida.
Una inspiración mesiánica al calor del romanticismo envuelve a estos magníficos seres humanos, quienes dejan atrás una vida de privilegios y comodidades para dar auxilio al ser humano caído, una como voluntad que se encuentra en los textos bíblicos y que anima la acción en la búsqueda afanosa y apasionada de la veterotestamentaria redención de los oprimidos.
Pintura: Obra de la artista Blanca Belisario