Por Luis Eduardo Cortés Riera. cronistadecarora@gmail.com
Mal ubicado y soportando escupitajos de chimó, maltratos y empujones, se encuentra como languideciendo en la sala de sesiones del Concejo Municipal de Torres el valiosísimo óleo del Héroe de Bomboná que mandaron realizar unas damas del patriciado caroreño a Tito Salas en 1922, el pintor de la nacionalidad en el cenit de la fama entonces, en ocasión del Centenario de la Muerte del General Pedro León Torres.
¿Por qué razón fue elegido precisamente el encontronazo previo a la carnicera y salvaje Batalla de Bomboná entre los generales Simón Bolívar y Pedro León Torres como asunto del óleo del pintor caraqueño?, y más aún: ¿quién escogió el espinoso tema y qué los motiva a hacer tal elección habiendo muchos otros? ¿Se le otorgó a Tito Salas libertad para elegirlo o fueron las damas caroreñas quienes le sugirieron el episodio? Nos inclinamos a pensar que fue el orgullo caroreño lo que motiva tomar a Tito Salas tan difícil y encumbrada anécdota surgida al calor de la Guerra Emancipatoria. Bolívar se encuentra en el pináculo de su liderazgo en 1822, por lo que responderle airadamente fue un acto de suma valentía del general caroreño, soldado que venía de una brillante campaña en la Guayana venezolana al mando del desgraciado general Manuel Piar. A ello debemos agregar los terribles episodios que condujeron al fusilamiento por insubordinación del general curazoeño, en donde Torres se opone a que el general Piar sea degradado antes de ser pasado por las armas a lo que habrá que adicionar que fue un hermano suyo, Bruno, quien dirige el pelotón de fusilamiento de Piar. No se ha hecho aún, se lamenta Rafael Domingo Silva Uzcategui, un psicoanálisis del fusilamiento de Piar. Había pues lo que hogaño se llama una agenda oculta que hace explosión previos y electrizantes momentos antelatorios de la cruenta Batalla de Bomboná, acontecida al sur de Colombia, frontera con Ecuador.
El óleo del pintor Tito Salas será en este sentido epitome de un sentimiento, una sensibilidad que le da contornos de definición a la caroreñidad. ¿Puede una pintura lograr tal cosa? Sí, ya lo había hecho el cuadro Miranda en La Carraca de Arturo Michelena con la nacionalidad venezolana. Es una pintura grabada en nuestro inconsciente colectivo. El desgraciado Héroe de Bomboná será retratado para la posteridad en y durante el altercado que protagoniza con el Padre de la Patria en los días previos al 7 de abril de 1822, día de la cruenta Batalla de Bomboná, un sacrificio enorme para las tropas republicanas.
La figura del General Pedro León Torres domina de manera palmaria la superficie de la pintura, es el militar caroreño el gran protagonista de ese momento que intenta atrapar el genio del pintor caraqueño. Se le muestra de cuerpo completo, ocupando un cercano 70 por ciento del lienzo. Capta Tito Salas el instante en que el General Pedro León Torres le responde airado al Libertador quien intenta degradarlo, quitarle el mando de las tropas, y con ello casi se sale del óleo en un movimiento que lo impele hacia nosotros, los observadores.
La figura de Simón Bolívar está allí presente en esa genial pintura, pero se halla como tapada y oscurecida: ¡es apenas sombra proyectada sobre la tierra que pisan las esplendentes botas del general Pedro León Torres! Debió de haberlo meditado mucho Tito Salas para presentar al Libertador de tan degradada manera. Pero de esta forma complació la decisión de los caroreños de 1922 de presentar a su desgraciado Héroe de no mostrarse pusilánime y débil ante la soberbia y el disgusto del Padre de la Patria cuando el militar caroreño malinterpreta sus terminantes órdenes. A las pocas horas de este acontecimiento será herido mortalmente por la metralla el General Pedro León Torres durante la fatídica, cruenta Batalla de Bomboná, y morirá meses después en un hospital de campaña de los realistas, un auténtico gesto de humanidad de los monárquicos que siempre olvidamos, o no queremos recordar, el 22 de agosto de 1822, hace ya 200 largos e interminables años.