Por Maria Milagros Carbone

El   hombre está  formado, antropomórficamente, por cuerpo, alma y espíritu. Esto lo reseñan psicólogos, sociólogos y filósofos. Encabezo este artículo  con esta premisa, porque se hace necesario que veamos como a cada una de estas áreas se le está dando respuesta desde las  actividades que seleccionamos, especialmente,  los campamentos.

Escogemos un campamento por el deporte, por el idioma que ofrece o para que se diviertan después de un año escolar de mucho estudio, más, si lo vemos solo desde allí, estaremos fortaleciendo solamente su cuerpo y alma, sin embargo, es en estos espacios  donde se le da una formación integral porque se atiende lo espiritual, que no tiene que ver con lo religioso.

Algunas áreas de ese hombre espiritual que se desarrollan en los campamentos son:

  • Autorrealización, al no estar con quien se siente seguro, tendrá que desarrollar estrategias propias para darle respuesta a lo que le pidan.
  • Intuición,  un acto de visión. Aprenderá a  tener expectativas. Esto desde un acto consciente que le permite soñar, anhelar, ver posibilidades no realizadas.
  • Responsabilidad, desde el sentido del análisis, es decir, ya no será responsable porque alguien se lo dice, sino porque  reflexionará… ¡sí no soy responsable perjudicaré a mi grupo!
  • Ética, vista desde el instinto. Los niños y jóvenes tendrán normas que cumplir en los campamentos, sin embargo, deberán desarrollar su instinto ético para salir adelante en todo lo que se les pida.
  • Servicio, todo aquel  que desee servir deberá ser tentado desde su espíritu y cuando esto ocurre, podrán ayudar a otros y se estará ayudando y fortaleciendo a sí mismo. Los niños y jóvenes en los campamentos aprenden a servir; lo que los llevará a ser líderes con valores.
  • Amor,  comienza a valorar a su familia, la cual le facilita la vida. Se aprende a amar porque esto es un acto cognitivo, es decir, no amas porque sí , sino porque decides a qué y a quién amar.
  • Arte, porque se desarrolla la creatividad al máximo.
  • Reflexión, en esos momentos donde no hay quien piense por ellos, no les queda más que hacerlo  y ejercitar ese maravilloso proceso de analizar cada cosa para tomar decisiones.

En fin,  hay que vivir la experiencia de un campamento, desarrollar, no solo el cuerpo, donde habitan las emociones y los sentidos, o el alma, donde se establece el conocimiento y la voluntad, sino también el espíritu, donde se dan los valores. ¡Es una experiencia que debemos permitirle a nuestros hijos! 

Fuente: Edición 17 Aldea Magazine

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